HAITI: Parálisis política, incertidumbre y depresión incesantes /Perspectivas 1999/

Haití estuvo dominado en 1998 por la incertidumbre, la parálisis política y la depresión, y no hay esperanzas de que esta situación cambie en 1999.

La crisis política que afectó a esta nación caribeña durante todo el año no desaparecerá en 1999, en especial porque demandó 18 meses a sus políticos instalar un nuevo gobierno.

Después de la renuncia del primer ministro Rosny Smarth el 9 de junio de 1997, el presidente René Preval persuadió este mes al parlamento que aceptara a su candidato para el cargo, el ministro de Educación Jacques Edouard Alexis, luego del previo rechazo de dos.

Alexis fue confirmado por las dos cámaras del Poder Legislativo los días 15 y 17.

El parlamento fracasó en su función legislativa y de control, paralizado por la rivalidad entre distintas facciones de la gobernante coalición Lavalas, que empeoró en 1998.

Las dos principales grupos en que se ha dividido Lavalas son la Organización del Pueblo en Lucha (OPL), liderada por el sociólogo Gerard Pierre Charles, y el Partido Lafanmi Lavalas, encabezado por el ex presidente Jean-Bertrand Aristide.

La OPL logró la anulación de las elecciones parlamentarias del 6 de abril de 1997, pero no tuvo éxito para presentarse a sí misma como una fuerza alternativa.

Acusada por Lafanmi Lavalas de conspiración, y considerada por algunos culpable de la crisis política, la OPL podría verse obligado a unirse a otras fuerzas, entre ellas grupos enemigos, para ganar algunas bancas en las elecciones legislativas y administrativas previstas para 1999.

Aristide, que permaneció en silencio durante meses, anunció el 16 de diciembre su candidatura para las elecciones presidenciales del 2001. El ex mandatario, derribado por los militares, fue repuesto con la ayuda de una fuerza internacional liderada por Estados Unidos en 1994. Su período terminó hace dos años.

Los problemas de seguridad continuaron vigentes este año con un resurgimiento de los asesinatos y el bandolerismo al final del tercer trimestre. El tráfico de drogas se ha disparado, y en algunos casos se reveló la participación de policías.

Simples incidentes provocaron actos de dura represión policial que hicieron recordar a la conducta del ejército cuando el país estuvo bajo la dictadura militar entre 1991 y 1994. En otros casos, la acción policial fue considerada muy débil.

Esto fue atribuido a una conducción pobre y a la inexperiencia de algunos agentes, considerados demasiado jóvenes para afrontar la responsabilidad de sus funciones. Para peor, muchos policías no devolvieron las armas cuando expiraron sus contratos.

Los indicadores macroeconómicos mejoraron en 1998, pero no las condiciones de vida. Haití logró alrededor del tres por ciento de crecimiento económico y la inflación se redujo este año a menos de 10 por ciento, según un informe del Grupo Croissance, firma especializada en economía y finanzas.

El informe señaló que la inestabilidad política que acompañó la ausencia de un primer ministro, así como el clima de inseguridad que reina en el país, impidieron que la estabilidad macroeconómica se transformara en una autentica recuperación que cree puestos de trabajo y mitigue la pobreza.

En 1999, a los haitianos se les solicitará una vez más que elijan a sus representantes en el parlamento y en los gobiernos locales.

Como ha sido la practica antes de las elecciones de 1987, que pusieron fin a décadas de dictaduras, las discusiones en el primer trimestre estarán enfocadas primordialmente en la constitución de un consejo electoral creíble.

Si Preval logra poner en marcha los mecanismos necesarios para organizar elecciones fiables, el parlamento entrante podría estar dominado por independientes, dado el desencanto de la ciudadanía con los partidos.

El frágil equilibrio podría romperse en los próximos meses debido a que los independientes actúan en distintos campos políticos.

El año que comienza también puede ser clave para Preval, considerado por un sector de la oposición un líder desaprensivo y poco pragmático.

La promesa de restaurar la autoridad del Estado que formuló cuando fue elegido hace dos años no se ha materializado. La lasitud, parálisis e improvisación que han caracterizado su presidencia solo sirvieron para desvirtuar las esperanzas puestas en el equipo gobernante. (FIN/IPS/trad-en/imc/kb/ego/mj/ip/98

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