El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, logró algunas concesiones del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, durante su visita a esta ciudad, pero las relaciones entre los dos países siguen afectadas tras las pruebas nucleares realizadas en mayo por Islamabad.
Los lazos entre ambos son "fundamentalmente fuertes a pesar de los altibajos", aseguró Sharif a una concurrida conferencia de prensa en Washington, el jueves.
Pero funcionarios estadounidenses aclararon que el gobierno de este país pretende que Islamabad adopte medidas más enérgicas referidas a asuntos de no proliferación nuclear y de seguridad.
Clinton dijo a Sharif en una reunión previa que eso es necesario antes de que Washington "retire todas las sanciones impuestas" a Islamabad luego de las pruebas nucleares en mayo, reveló Karl Inderfurth, subsecretario de Estado para asuntos de Asia meridional.
Washington quiere que Pakistán deje de probar y desplegar armas nucleares y de exportar materiales nucleares, y pretende de Islamabad una mayor cooperación en la lucha contra el terrorismo, el cese de sus lazos con Talibán, el movimiento fundamentalista islámico de Afganistán, y la ayuda para detener al supuesto terrorista Osama bin Laden, oculto en territorio afgano.
Estados Unidos acusa a Bin Laden de conspiración para asesinar a ciudadanos estadounidenses en el exterior. Pakistán extraditó a un sospechoso de haber participado en los atentados con bomba del 7 de agosto contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, de los que Washington responsabiliza a Bin Laden.
"Si Osama bin Laden está involucrado en terrorismo, no creo que apoyemos este tipo de actividad", declaró Sharif.
Washington también sancionó a India, rival de Pakistán en Asia meridional, luego de que Nueva Delhi realizó pruebas nucleares en mayo, que generaron una respuesta similar de Islamabad.
Clinton accedió el miércoles a eliminar algunas sanciones y reiteró su promesa de resolver la disputa sobre la adquisición de Islamabad de 28 aviones caza F-16 por 658 millones de dólares, cuya entrega está demorada por sanciones impuestas en 1990.
Esas sanciones siguen en pie, pero la decisión de Clinton de levantar algunas de las más recientes faculta a los bancos comerciales de este país y a los estatales Export-Import Bank, la Corporación de Inversión Privada en el Exterior y la Agencia de Comercio y Desarrollo a reanudar sus operaciones en ambos países hasta octubre de 1999.
Para entonces, Islamabad y Nueva Delhi tendrían que haber firmado y ratificado el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares o sufrirían nuevas sanciones. Ambos indicaron su voluntad de firmar el instrumento.
Pero Sharif declaró el jueves que no firmará bajo presión. "La diplomacia coercitiva es inmoral", protestó. Pakistán "no firmará el tratado en un ambiente de coerción y presión. Las sanciones se deben retirar y se deben levantar todos los embargos" contra Islamabad, exhortó.
Sharif también desestimó los temores sobre el plan de su gobierno de establecer un sistema jurídico modelado en la ley islámica como lo hizo el Talibán, y de hacer justicia a través de los tribunales militares.
"No consideramos a Talibán, ni (al gobierno) de otros países, como un modelo para Pakistán", aseguró, y agregó que el plan en discusión en Islamabad tiene el fin de hacer "justicia rápida y económica".
Pero su argumento no convenció a todos. El plan de Sharif someterá a los derechos humanos a "la interpretación del derecho islámico del ejecutivo y a su evaluación de lo que es 'correcto' para una persona", dijo William Schulz, director en este país de la organización no gubernamental Amnistía Internacional.
Amnistía solicitó a Islamabad que retire su orden para crear tribunales militares, que explicó tendrían tres días para juzgar, condenar y sentenciar a civiles acusados de perturbar la ley y el orden. "Las apelaciones serán sometidas a un tribunal militar superior", señaló el grupo de derechos humanos.
"La justicia debe ser rápida. Pero eso no significa que un gobierno pueda formar tribunales militares que nieguen el derecho al proceso justo", opinó Schulz.
Manifestantes siguieron a Sharif en sus desplazamientos por Washington entre el martes y el jueves, portando pancartas que lo describían como "ministro del crimen de Pakistán".
Antes de la visita de Sharif, Washington ya había mitigado las sanciones económicas para impedir que Pakistán cayera en mora ante los acreedores extranjeros, y anunció que apoyará la reestructura de la deuda bilateral paquistaní en las reuniones del Club de París de este mes.
Así mismo, Estados Unidos apoyará la reanudación del programa de préstamos de 1.600 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Pakistán, paralizado desde hace tres años.
Pero ese apoyo está condicionado, destacó Inderfurth. "Lo que buscamos es un paquete del FMI que sea fuerte, creíble y bien implementado", dijo. El organismo multilateral analizará el programa en enero.
Funcionarios de Washington confirmaron que Nueva Zelanda acordó arrendar, y a la larga, comprar por 105 millones de dólares los F- 16 de Pakistán que se encuentran en hangares estadounidenses.
Estados Unidos sumará esa cifra a los 157 millones de dólares que ya devolvió a Islamabad con la venta de repuestos aeronáuticos.
El tema de los F-16 es una herida abierta en las relaciones entre Washington e Islamabad y un símbolo para los nacionalistas de Pakistán de la traición de su aliado durante la guerra fría.
Según Inderfurth, el gobierno de Clinton también observa atentamente el tratamiento que Pakistán brinda a las compañías de energía extranjeras, las principales inversoras en ese país asiático.
Islamabad anunció su intención de cesar los contratos para adquirir energía a varias compañías, sobre la base de que la corrupción había inflado las tarifas.
Pero las empresas replicaron que el gobierno, afectado por la crisis económica, sencillamente intenta evadir sus obligaciones contractuales. La disputa retrasó un préstamo de 700 millones de dólares del Banco Mundial para el sector energético.
Sharif no logró que Clinton accediera a intervenir en el conflicto entre Pakistán e India por la soberanía de Cachemira, al que calificó del "problema más grave" en la agenda de la Organización de las Naciones Unidas.
Clinton dijo que sólo mediaría en el conflicto si "ambas partes desean que Estados Unidos se involucre". India, que isiste que Cachemira es parte integral de su territorio, se opone a la mediación externa. (FIN/IPS/tra-en/aa/aq/ip/98