La temporada de negociaciones mundiales sobre desarme de 1999 comenzará en la sede de Ginebra de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 4 de enero con la discusión del protocolo de verificación de la Convención sobre Armas Biológicas.
Dos semanas más tarde comenzará la primera ronda anual de sesiones de la Conferencia de Desarme, donde este año pueden registrarse avances en la negociación de un tratado de prohibición de la producción de material fisionable para la fabricación de armas nucleares.
Pero tanto en el grupo de trabajo sobre armas biológicas como en la Conferencia se requerirá un firme impulso político de los estados miembros para alcanzar consensos, adelantaron negociadores.
El grupo de trabajo sobre armas biológicas, que sesionará del 4 al 22 de enero, negocia hace casi dos años un texto evolutivo que contiene las propuestas de los países sobre el régimen de verificación de la Convención aprobada en 1972.
Los delegados discuten bajo la presión de plazos estrictos pues el protocolo de verificación debe ser revisado por una conferencia especial que se reunirá en el 2000, antes de la Quinta Conferencia de Examen y Revisión de la Convención convocada para el 2001.
Las armas biológicas, al igual que las químicas, constituyen "el arsenal de los pobres" debido a que su fabricación no requiere inversiones ingentes ni tecnologías exclusivas como en el caso de los armamentos nucleares.
Sin embargo, su poder mortífero puede ser similar al nuclear. Unos 100 kilogramos de ántrax esparcido por el viento para que sea inhalado por la población de Washington puede causar en pocos días entre uno y tres millones de muertos, ejemplificó Malcolm Dando, de la Universidad de Bradford, en Gran Bretaña.
A diferencia de la Convención de Armas Químicas, dotada desde 1997 de un régimen de inspección, las armas biológicas carecen de un sistema que regule la delicada tarea de verificación del cumplimiento de la Convención.
El problema internacional creado por la repetición de las ofensivas bélicas de Estados Unidos y Gran Bretaña contra Iraq puede servir de acicate para que el grupo de trabajo de armas biológicas apresure la concertación de un acuerdo, estimaron medios negociadores.
Las negociaciones más complejas del grupo de trabajo giran en torno a la definición de las medidas de cumplimiento como las declaraciones de los países sobre su situación en el sector, las investigaciones y las visitas de verificación.
Durante la primera sesión de este año, el grupo de trabajo se concentrará probablemente en el perfeccionamiento del régimen de visitas, anticiparon las fuentes.
Pero detrás del debate sobre las formalidades de la verificación se oculta una discrepancia estratégica que separa a los países en desarrollo de las potencias industrializadas.
El Instituto de la ONU de Investigación sobre el Desarme (UNIDIR) informó que algunos miembros de la industria biotecnológica reclaman límites a las declaraciones y a las inspecciones porque "esa transparencia pone en peligro la propiedad intelectual".
En contraste, recordó UNIDIR, la Convención recomienda a los estados partes que favorezcan el más completo intercambio posible de equipos, material e información científicos y tecnológicos para el uso de agentes biológicos y toxinas con fines pacíficos.
Sin embargo, desde que se negoció la Convención, a comienzos de los años 70, el desarrollo de los derechos de propiedad intelectual en el campo de la biotecnología ha restringido el intercambio informal de conocimientos, técnicas y muestras que caracterizaba a las ciencias biológicas en los años 60.
Ese comportamiento se observa no solo entre las potencias industrializadas sino tambien entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo, dijo UNIDIR.
En consecuencia, algunos países en desarrollo se han declarado preocupados ante la perspectiva de suscribir un nuevo protocolo sin la seguridad de que podrán disponer de los recursos necesarios para alcanzar sus objetivos de desarrollo.
Se supone que el tratado tiene que estar diseñado de tal manera que controle el cumplimiento de la Convención pero sin inmiscuirse en los secretos de los países, sostuvo un miembro del bloque occidental que pidió el anonimato.
En el caso de la Conferencia de Desarme, el embajador de Estados Unidos, Robert Grey, que desempeñará la presidencia durante las primeras cuatro semanas de sesiones, realizó en diciembre una serie de consultas informales para determinar el plan de trabajo.
La elaboración del orden del día bloquea cada año la Conferencia porque reactualiza el debate por la inclusión de un punto sobre desarme nuclear, apoyado por los países del Grupo de los 21 (no alineados) y rechazado por las tres potencias nucleares de Occidente (Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña).
Grey apelará al recurso tradicional de promover la aprobación del mismo orden del día del año anterior, acompañado de una declaración del presidente de la Conferencia de Desarme interpretando que cualquier otro tema que obtenga consenso podrá ser tratado en esa agenda.
En los debates de 1998 sobresalió la decisión de crear el comité especial para la elaboración de un tratado de prohibición de la producción de material fisionable (plutonio y uranio enriquecido en alto grado).
En 1999, ese comité puede imponer el ritmo a la Conferencia de Desarme y al mismo tiempo absorber casi en su totalidad la capacidad de trabajo del organismo, vaticinaron fuentes negociadoras.
La concentración de la Conferencia en un tratado sobre material fisionable relegará a segundo plano a otros comités que se ocupan de prevención de carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre, minas antipersonales, transparencia en materia de armamentos, y cuestiones internas. (FIN/IPS/pc/mj/ip/98