El mundo seguirá abriéndose a Cuba en respuesta al llamado del papa Juan Pablo II, pero la isla mantendrá el mayor tiempo posible su proverbial negativa a los cambios políticos internos.
A punto de cumplir 40 años, el gobierno de Fidel Castro trata de sobrevivir conservando al máximo su régimen socialista y cediendo sólo en aquellos terrenos donde no le queda otro remedio.
"Nuestro sistema político no se cambia, es intocable", fue una de las primeras respuestas de Castro al pedido de apertura realizado por Juan Pablo II en su visita de cinco días a este país, en enero.
Juan Pablo II exhortó entonces a fundar una sociedad nueva, demandó libertad religiosa, exigió a la Iglesia Católica de Cuba luchar por sus espacios, desalentó la emigración y pidió a los cubanos de Miami que eviten "confrontaciones inútiles".
"Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo", reclamó.
Para el gobernante Partido Comunista, los llamados a la apertura son muy bien recibidos mientras se entiendan como la necesidad del fin del bloqueo de Estados Unidos y de cualquier otro intento de aislar a Cuba desde el exterior.
"Apertura hacia afuera" parece ser la máxima que rige tanto la política económica como las ofensivas diplomáticas cubanas, que tratan de abrirse paso en un mundo sin campo socialista y cada vez más globalizado.
El gobierno estimula la inversión extranjera con el fin de inyectar capital fresco a una economía en crisis hace ocho años, pero mantiene el predominio de la propiedad estatal y restringe los espacios para la iniciativa privada.
Las reformas planteadas excluyen por el momento la legalización de los grupos opositores, las elecciones democráticas al estilo de las predominantes en el hemisferio occidental o el fin del monopolio estatal sobre los medios de comunicación.
Castro se resiste a ceder ante presiones externas, y cuando se le plantea la necesidad de cambios responde que "el cambio más grande que ha tenido Cuba es la revolución".
En un gesto especial hacia Juan Pablo II, el gobierno indultó tras su visita a 300 presos comunes y políticos, aunque el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Robaina, dejó claro que la decisión no implicaría cambios de fondo en la política interna.
"Nos seguimos abriendo como siempre al mundo y nos alegra que el mundo comience a abrirse a nosotros, pero sin renunciar a lo que somos, sin travestirnos para parecernos a lo que no somos, sin prostituirnos para ganar favores", afirmó Robaina.
Desde fines de 1996, cuando se anunció la visita del Papa, hubo pronósticos apocalípticos sobre las consecuencias que tendría ese acontecimiento, pero el año que concluye dio la razón a aquellos analistas que, fundamentalmente dentro de la isla, se mostraron escépticos ante esas predicciones.
Como afirmó el cardenal Roger Etchegaray, presidente de la pontificia Comisión de Justicia y Paz, "rara vez una visita papal había suscitado un interés tan universal e infundido a sus diversos interlocutores una responsabilidad tan alta".
De cumplirse los vaticinios más extremistas, Fidel Castro no estaría hoy en el poder, el pueblo cubano se habría lanzado en masa a las calles en manifestaciones antigubernamentales o el gobierno de Bill Clinton habría decretado el fin del bloqueo.
Por el contrario, Castro fue reelecto por quinta vez consecutiva para presidir el Consejo de Estado, tras unas elecciones en las que participó 98,35 por ciento de los ciudadanos habilitados, según fuentes oficiales.
En Cuba, donde la forma más usual de expresar el disenso es votar incorrectamente, sólo 5,01 por ciento de las más de siete millones de boletas fueron anuladas, 2,02 por ciento menos que en las anteriores elecciones de 1993.
El proceso de recuperación de la economía cubana insinuado en 1994 sufrió el impacto de una nueva caída en la cosecha de azúcar, los efectos de una sequía de más de siete meses y el paso del huracán Georges en septiembre.
Los servicios de electricidad y transporte mejoraron, y la población siguió disfrutando de sus derechos a la educación y la salud, pero se deterioró aun más su capacidad adquisitiva, por el alza de los precios de algunos productos básicos.
Las autoridades lanzaron una campaña de fortalecimiento ideológico, que se extenderá los próximos meses. El objetivo es combatir las conductas contrarias a la legalidad y en especial fenómenos como el de la prostitución, que se consideran ajenos al socialismo.
Según la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que actúa en la ilegalidad, este año el gobierno dio muestras de mayor tolerancia hacia los grupos opositores, disminuyeron las detenciones y hay menos presos de conciencia.
La Iglesia Católica realizó peregrinaciones en Semana Santa, recibió autorización para la entrada de personal religioso a la isla, emitió un mensaje radial en el día de la Virgen de la Caridad y obtuvo la declaración del feriado navideño.
Así y todo, de acuerdo con el cardenal Jaime Ortega, las expectativas generadas por la visita de Juan Pablo II no se han cumplido, y el dinamismo de las relaciones internacionales de Cuba no se acompaña de los cambios necesarios en la política interna.
Ante la Convención Anual de la Prensa Católica de Estados Unidos, el 3 de junio, Ortega abogó por proceso de transformación gradual de la sociedad cubana, sin excesos de apresuramiento pero sin los defectos de la lentitud y la inercia.
Por su parte, el Papa dijo a una delegación de la Conferencia Episcopal cubana, de visita ese mes en el Vaticano, que la apertura que desea para Cuba, más allá de una simple mejoría de las relaciones internacionales, consiste en una disposición interior.
Si la visita papal no generó cambios internos visibles, bendijo cualquier paso de acercamiento hacia la isla y reactivó la polémica sobre la viabilidad del bloqueo en diferentes sectores de Estados Unidos.
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, José Miguel Insulza, considera que el Papa "consiguió más cosas (en Cuba) con un viaje" que todo lo logrado por la Organización de Estados Americanos desde la exclusión del gobierno de Castro en 1960.
El canciller de Brasil, Luiz Felipe Lampreia, ha dicho que la presencia de Juan Pablo II en la isla durante cinco días abrió "una ventanilla de oportunidades" que América Latina y la propia Cuba deben aprovechar de la mejor manera".
Dos días después de que el Papa dejara Cuba, Guatemala anunció su decisión de restablecer relaciones diplomáticas con la isla, en una respuesta explícita a la exhortación del líder religioso. No pasó mucho tiempo antes de que República Dominicana hiciera lo mismo.
Cuba en 1988 recibió a los primeros ministros Jean Chrétien, de Canadá, y Denzil Douglas, de San Cristóbal y Nevis, y a los presidentes en funciones Ernesto Samper, de Colombia, Ernesto Pérez Balladares, de Panamá, y Manuel Mascarenhas Gomes Monteiro, de Cabo Verde.
También llegaron a la isla los cancilleres de Brasil, Colombia, Ecuador, España, Haití, Italia, Jamaica, Malasia, México, Nigeria, Portugal, Seychelles, Suriname, Ucrania y Zambia.
Este año Cuba ingresó en la Asociación Latinoamericana de Integración y fue aceptada como país observador en las negociaciones entre la Unión Europea y el grupo Asia, Caribe y Pacífico para un acuerdo que sustituya la Convención de Lomé.
Para 1999 se anuncia la visita del rey Juan Carlos de España a la isla y la del presidente de Colombia, Andrés Pastrana, y la celebración en la isla de la novena Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
Hasta el presidente estadounidense, Bill Clinton, respondió al llamado del Papa con la reanudación de los vuelos directos entre ambos países, la autorización de remesas de dinero desde Estados Unidos a la isla y el anuncio de que se levantarán algunas restricciones al envío de medicamentos.
Congresistas, científicos, analistas políticos, empresarios, grupos de teatro y danza comenzaron a viajar a la isla desde Estados Unidos, en una oleada que recuerda los meses previos a la crisis de las avionetas, en 1966.
Esa crisis comenzó con el abatimiento, por la Fuerza Aérea Cubana, de dos aeronaves civiles del grupo anticastrista Hermanos al Rescate, radicado en Miami, y puso fin a un incipiente proceso de distensión bilateral que parecía augurar el inicio del fin del bloqueo.
En octubre, un grupo de influyentes políticos de Estados Unidos solicitó a Clinton la creación de una comisión bipartidista que revise la eficiencia de la política de ese país hacia la isla.
Pero las opiniones siguen divididas entre los políticos estadounidenses. Hay quienes proponen un análisis crítico del bloqueo, pero otros, como el coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, Michael Rannenberger, creen que "el embargo no es fuente de los problemas de los cubanos".
Según el subsecretario de Estado, Thomas Pickering, las presiones contra la isla se mantendrán "hasta el día en que (Cuba) pueda compartir nuestros valores e ilusiones"
Mientras, la respuesta de Castro es invariable: "Que dejen en paz a Cuba, que cese la guerra contra Cuba y verán lo que Cuba puede hacer", afirmó tras su reelección al frente del gobierno. (FIN/IPS/da/mp/mj/ip/98