COREA DEL SUR: Crisis pone de moda lo pequeño y económico

La crisis económica hizo que los habitantes de Corea del Sur apuesten a compañías más pequeñas, automóviles más diminutos y comidas más sencillas, echando por la borda la vieja concepción de que 'en lo grande está lo bueno'.

Los sudcoreanos evocan décadas pasadas, las buenas épocas sencillas y rústicas de los años 70 y 80, cuando la economía crecía con rapidez.

La incertidumbre sobre el futuro está cambiando no sólo los estilos de vida, sino que también conduce a la población a actividades a las que prestaban poca atención en el pasado, como las loterías y los adivinadores de la suerte.

Las loterías son tan populares que grandes multitudes llenaron la tienda por departamentos Lotte, en el centro de Seúl, cuando sorteó un apartamento a estrenar de 81.566 dólares en un intento por impulsar las escasas ventas.

Las ventas de la tienda apenas aumentaron, pero hordas de personas, muchas de ellas profesionales sin empleo, concurrieron al sorteo.

El ganador fue un ex bancario despedido por el Primer Banco de Corea, otrora el mayor banco del país, pero ahora a la venta debido a la gran magnitud de sus deudas.

La omnipresencia del síndrome de "tú puedes ser el siguiente (en ser despedido) provocó la concurrencia masiva de muchas esposas a las casas de los adivinadores para ver qué les depara el futuro", señaló Han Chang-Soo, analista del Instituto de Investigaciones Económicas Samsung.

Una encuesta del Centro para la Libre Empresa realizada a 500 amas de casa entre 25 y 29 años reveló que su ingreso mensual descendió de un promedio de 2.031 dólares antes de diciembre de 1997 a 1.509 dólares en la actualidad.

Todas debieron recortar sus gastos en ropa y demás productos, y 46 por ciento indicó que temían perder sus empleos.

"Los trabajadores de oficina compran más billetes de lotería que nunca porque temen ser los próximos en la ola de reestructuras que el año pasado dejó a cerca de un millón de trabajadores sin empleo", agregó Han.

El desempleo ascendía a 7,1 por ciento en octubre, y los expertos calculan que bien podría aumentar a 10 por ciento para fines del primer trimestre de 1999.

Mientras tanto, el estilo de vida más económico de los sudcoreanos, sumado a la nostalgia por los tiempos pasados, presenta una buena oportunidad publicitaria y de marketing para los empresarios, ya que los productos populares durante los años 70 y 80 gozan ahora de gran demanda.

El 'bung-o', o el pan horneado en la calle, que fuera popular entre los estudiantes en décadas pasadas, es ahora objeto de renovado interés en estos tiempos de presupuestos ajustados.

Los llamados "tres grandes éxitos del Fondo Monetario Internacional", en referencia a la austeridad impuesta por el organismo multilateral, son las 'gunppang' (galletas duras y sin sal), el 'ramyon' (fideos instantáneos), y el 'soju' (licor destilado de arroz).

"Cuando los tiempos son difíciles, la gente no opta por un gran sabor o un aspecto llamativo. Prefieren un sabor simple, pero conocido", explicó un directivo de marketing de Bingrae, fabricante de helados que reflotó con éxito su vieja marca.

"Apelar a la nostalgia cuando la gente añora épocas pasadas es una técnica de marketing muy eficaz. Los sudcoreanos en general miran al futuro, pero tras la crisis (desatada en julio de 1997) tienden a recurrir a los viejos tiempos, en vez de enfrentar la realidad actual", comentó Han.

Pero la vida de hoy exige mayor practicidad, debido a la crisis que llevó a la contracción de 6,8 por ciento del producto interno bruto en el tercer trimestre del año. En vez de paladear un vaso de whisky o vino en las animadas discotecas, los hombres beben el fuerte pero barato licor de 'soju'.

El plato de comida 'ramyon', caliente y picante, es una máquina de hacer dinero para su principal fabricante, Rhongshim, cuyas ventas aumentaron vertiginosamente este año. El alimento es fácil de preparar y el preferido de estudiantes, oficinistas, desempleados o personas sin hogar.

Es frecuente ver grupos de personas que buscan empleo o personas sin hogar que saborean un ramyon a la intemperie en los parques del río Han o en los mercados, servido por grupos de caridad. Un paquete de ramyon cuesta entre 37 y 57 centavos de dólar.

Quienes aún pueden darse el lujo de comprar automóviles prefieren los modelos más pequeños, como el Matiz lanzado por Daewoo Motors o el Atos de Hyundai. Ambos se venden porque son de bajo costo, consumen menos gasolina y pagan pocos impuestos.

El rechazo de la población a todo lo que esté relacionado con la crisis económica también se extiende a los otrora poderosos conglomerados económicos o 'chaebol'.

La creencia de que en lo grande está lo bueno está debilitada, por no decir que desapareció, mientras los 'chaebol' familiares se ven agobiados bajo una montaña de deudas y por la presión de cerrar o fusionar los sectores que no son rentables.

Los 'chaebol' eran el objeto de admiración de todo sudcoreano, cuyo sueño en muchos casos era criar a sus hijos para que pudieran trabajar en estas grandes compañías.

Pero hoy en día, los 'chaebol' son objeto de odio por su propensión a expandirse a cualquier área rentable, y muchos prefieren compañías más pequeñas y modestas.

Varios economistas afirman que la crisis acaba de tocar fondo, pero sus efectos sobre la economía y el tejido social del país recién comienzan.

Por tanto, mientras los sudcoreanos adaptan sus vidas cotidianas a las realidades terrenales, sus espíritus cansados también buscan refugio en la religión para sobrellevar los años difíciles que les quedan por delante.

"En estos tiempos difíciles, un cristiano debe ser un estratega capaz de convertir actitudes mentales negativas (como los complejos de inferioridad o la frustración) en una energía positiva", exhortó Kim Sun-Do, pastor de la Iglesia Metodista Kwanglim de Seúl.(FIN/IPS/tra-en/amy/js/mv-aq/if-cr/98

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