CHILE: Murio el cardenal de la transición

El ex arzobispo de Santiago Carlos Oviedo, el cardenal de la transición democrática en Chile, murió hoy a los 71 años, 10 meses después de que una grave enfermedad lo obligara a renunciar como primado de la Iglesia Católica.

El gobierno del presidente Eduardo Frei ordenó de inmediato tres días de duelo oficial en homenaje a Oviedo, a quien el mandatario describió como "un pastor con gran espíritu de servicio" que "hizo mucho por la reconciliación nacional".

Oviedo llegó a la primera jerarquía de la Iglesia Católica chilena en 1990, cuando el democristiano Patricio Aylwin se disponía a jurar como el primer presidente civil de Chile desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

En febrero de este año, luego de que se le diagnosticara un grave mal conocido como esclerosis lateral amiotrófica, Oviedo se retiró del arzobispado de Santiago, para dejar el cargo al entonces obispo Francisco Javier Errázuriz.

La enfermedad, que se comenzó a agravar hacia comienzos de año con problemas en la laringe que le dificultaban el habla, recrudeció en las últimas semanas, obligando a su hospitalización el viernes.

Oviedo, quien tenía ya serias dificultades para caminar, llegó al hospital con problemas para alimentarse y respirar, pero se mantuvo lúcido hasta el momento de fallecer este lunes, según señaló Mariano Labarca, seuperior mundial de la Orden Mercedaria.

Labarca viajó a Chile por motivos familiares y pudo asistir en sus últimos momentos a Oviedo, quien ingresó a la Orden Mercedaria en 1944, para lo cual abandonó estudios de Medicina, y ordenarse como sacerdote en 1949.

Oviedo fue un conservador moderado, que condujo a la Iglesia chilena en los primeros ocho años de la transición democrática, luego de la larga dictadura del general Augusto Pinochet, quien gobernó desde septiembre de 1973 hasta marzo de 1990.

El arzobispo puso énfasis en la labor pastoral y confesional del clero e impuso a la Iglesia un perfil más bien bajo en los temas de derechos humanos, que le habían dado un sello progresista entre 1973 y 1983.

Su labor se caracterizó, no obstante, por una permanente preocupación por los pobres, con planteamientos críticos a la inequidad creada en Chile por el modelo económico neoliberal, en la misma línea del papa Juan Pablo II.

Oviedo fue un firme opositor al divorcio y contribuyó a que Chile sea el único país en el marco de las llamadas democracias occidentales que todavía carece de una ley al respecto, al conminar a los diputados católicos a no votarla.

El alejamiento de la Iglesia de los temas de derechos humanos coincidió con el carácter pactado que tuvo la transición a la democracia en Chile, a través de acuerdos explícitos o implícitos entre las fuerzas políticas mayoritarias y los militares.

Con la asunción del arzobispo Errázuriz en febrero de este año, la Iglesia puso nuevamente el tema de los derechos humanos en el centro de sus preocupaciones, y en especial llamó a aclarar la suerte de los detenidos-desaparecidos.

Esta posición cobró mayor relieve desde el 16 de octubre, cuando Pinochet, ex dictador y actual senador vitalicio, fue detenido en Londres a raíz del proceso que se le sigue en España por crímenes contra la humanidad. (FIN/IPS/ggr/ag/ip-hd/98

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