Desde su arresto domiciliario en una lujosa mansión de Londres, el general Augusto Pinochet proyecta su sombra sobre Chile, cuyo devenir político en 1999 estará inevitablemente signado por el anciano ex dictador.
La detención del senador vitalicio el 16 de octubre en Londres fue para muchos un triunfo de la causa de los derechos humanos, pero más allá de su impacto mundial, el hecho provocó una nueva "pinochetización" de la política chilena.
Se proyecta así un escenario de polarización en que la figura de Pinochet y la herencia de la dictadura (1973-1990) gravitarán sobre la campaña para las elecciones presidenciales del 11 de diciembre de 1999.
El año se cerró con un signo de interrogación en torno del futuro procesal en Europa del ex dictador, a la espera de que la Cámara de los Lores vuelva a fallar, tal vez a mediados de enero, acerca de si goza o no de inmunidad en Gran Bretaña.
Una vez que se cuente con este nuevo dictamen se sabrá si Pinochet puede retornar a Chile en el corto plazo o deberá permanecer en territorio británico mientras se lleva a cabo el extenso proceso para autorizar o denegar su extradición a España.
Queda siempre abierta una tercera opción, la eventualidad de que el gobierno chileno de Eduardo Frei negocie con las autoridades británicas y españolas una fórmula para sacar al ex dictador del cauce judicial y traerlo de vuelta al país.
Los hechos que se desencadenaron el 16 de octubre, cuando los agentes de Scotland Yard detuvieron a Pinochet en el centro médico London Clinic, fueron tejiendo una compleja red de factores jurídicos, éticos, políticos y humanitarios.
El general retirado, que el 11 de marzo había jurado como senador vitalicio, llegó a Londres el 22 de septiembre, invitado por una empresa de armamentos, según sostiene el gobierno chileno, que le extendió un pasaporte oficial para su viaje.
Un frustrado pedido de visa del ex gobernante para ingresar a Francia alertó al juez español Baltasar Garzón, quien instruye un proceso por crímenes de lesa humanidad contra las antiguas dictaduras de Chile y Argentina (1976-1983).
Una dolencia lumbar, que derivó en una hernia discal, obligó a Pinochet a someterse a una operación de urgencia. Mientras convalescía en la London Clinic, el juez Nicholas Evans dio curso a un pedido de Garzón y ordenó detenerlo.
El arresto del hombre que por casi 17 años gobernó su país con mano de hierro fue uno de los grandes acontecimientos de 1998, que desnudó las falencias de la transición chilena y mostró el avance de la conciencia internacional en materia de derechos humanos.
La tesis de que los crímenes contra la humanidad pueden ser juzgados internacionalmente chocó con la posición del gobierno de Frei, que reclamó inmunidad diplomática para el senador vitalicio y se opuso a la extraterritorialidad de la justicia.
El 28 de octubre, la Corte Superior de Londres reconoció inmunidad a Pinochet como ex jefe de Estado, pero la decisión fue apelada ante la Cámara de los Lores, que en la legislación británica es el máximo tribunal.
El 30 de octubre, la Audiencia Nacional de España estableció que los tribunales españoles son competentes para juzgar crímenes contra la humanidad, y el 6 de noviembre el gobierno aprobó el pedido de extradición de Pinochet.
El 11 de noviembre tuvo lugar en Chile la primera reunión durante el llamado caso Pinochet del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), del cual forman parte los comandantes del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la policía de Carabineros.
El día 25, en coincidencia con el cumpleaños número 83 del ex dictador, el Comité de Apelaciones de la Cámara de los Lores dictaminó, por tres votos contra dos, que la inmunidad soberana no es aplicable a los crímenes de que se acusa a Pinochet.
Al día siguiente se produjo la segunda reunión del Cosena, precedida de duras declaraciones de los mandos militares que, sin embargo, aminoraron luego sus críticas al gobierno y respaldaron las gestiones de Frei en favor de Pinochet.
El primer ministro laborista británico, Tony Blair, y el centroderechista presidente español, José María Aznar, dijeron que el caso Pinochet es netamente judicial, mientras en Chile, la derecha denunciaba una "conjura del socialismo internacional".
Fiel a la posición de Blair de dejar actuar a la justicia, el ministro del Interior de Gran Bretaña, Jack Straw, dio curso el 9 de diciembre al proceso legal para la extradición a España, que bien podría prolongarse unos dos años.
El día 11, mientras el Cosena celebraba su tercera reunión, se dio a conocer una suerte de "testamento político" de Pinochet en que el ex dictador se declaraba inocente en los 3.190 crímenes contra los derechos humanos cometidos bajo su régimen.
De la reunión del Cosena surgió un conjunto de 13 medidas judiciales y políticas a aplicar en las relaciones con España y Gran Bretaña, entre las cuales se incluyó el apoyo del gobierno a la recusación que la defensa de Pinochet hizo del fallo del 25 de noviembre de la Cámara de los Lores.
El día 17, la Cámara acogió la recusación, que afectaba a lord Leonard Hoffmann por sus vínculos con la organización humanitaria Amnistía Internacional, con lo cual quedó anulado el fallo del 25 de noviembre. Un nuevo comité debe pronunciarse entonces sobre la inmunidad.
Cualquiera que sea el resultado de este nueva diligencia judicial, lo que está claro para todos los chilenos es que Pinochet permanecerá en el centro del acontecer político del país y en un escenario de polarización de posiciones.
El influjo del anciano ex dictador podrá cambiar no sólo en función de un inmediato o diferido regreso a Chile, sino también de otras variables, entre las cuales no se excluye la posibilidad de que fallezca en Europa.
Frente a las diversas hipótesis, son también variadas las conductas de los bloques políticos, identificados de una u otra forma con las fuerzas que se van alineando con vistas a las elecciones presidenciales de 1999.
Frei aboga por impulsar en el año entrante una reconciliación "sin condiciones", sobre la base de la justicia, el arrepentimiento y el perdón en torno de los casos pendientes de derechos humanos, según dijo en su mensaje navideño, el día 24.
El mandatario parece esperar un gesto del propio Pinochet, de las Fuerzas Armadas y de la oposición derechista, en términos de facilitar el hallazgo de los restos de unos 1.500 desaparecidos y propiciar cambios a la constitucionalidad heredada de la dictadura.
Tal es también la posición oficial del Partido Demócrata Cristiano, al cual pertenece Frei, que impulsa la candidatura presidencial de Andrés Zaldívar en la gobernante Concertación por la Democracia.
Los sectores socialistas y socialdemócratas de la coalición, distribuidos en tres partidos que tienen como precandidato al ex ministro Ricardo Lagos, favorito hasta ahora en las encuestas, cuestionan parcialmente la posición de Frei.
El Partido Socialista plantea que el gobierno debe tomar distancia, sin comprometerse tan abiertamente en la defensa del ex dictador, y debe exigir al mismo tiempo a la derecha medidas claras por la democratización.
Este tema se presenta así como factor clave en la pugna por la candidatura presidencial del oficialismo, que se definiría en junio mediante elecciones primarias de la coalición.
En la derecha, el liderazgo es disputado por el conservador alcalde del municipio santiaguino de Las Condes Joaquín Lavín y por el empresario liberal Sebastián Piñera, abanderados de la Unión Demócrata Inbdependiente y del Partido Renovación Nacional, respectivamente.
Ambos buscan encarnar la adhesión derechista a Pinochet y quieren tensar las relaciones en el interior del oficialismo, concentrando su fuego en Lagos, a quien presentar como una suerte de reencarnación del presidente socialista Salvador Allende, derrocado y muerto el 11 de septiembre de 1973.
Lo cierto es que quien reivindica con más énfasis a Allende es el Partido Comunista, en la oposición de izquierda al gobierno, cuya candidata presidencial, Gladys Marín, no tiene ninguna posibilidad de triunfo, pese a su reconocido carisma.
También en el plano de las candidaturas testimoniales, el pequeño Partido Humanista postula a Tomás Hirsch, identificado, al igual que Marín, con las demandas de justicia y juzgamiento de Pinochet.
Si persisten las tendencias mostradas hoy por las encuestas, la pugna presidencial de diciembre de 1999 debería darse entre Lagos y Lavín. Pero el cuadro puede cambiar en los próximos meses, aunque Pinochet no dejará de ser protagonista central. (FIN/IPS/ggr/ff/hd ip/98