Las mujeres de Brasil pueden celebrar este fin de año que las estadísticas les auguren un futuro más prometedor que el de los varones, ya que se preparan mejor y viven más que ellos.
Ellas constituyen 55 por ciento de la población mayor de 60 años, conducen la cuarta parte de las familias y su avance en materia de escolaridad es más rápido que el de los varones, según la Encuesta de Hogares anual que el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas acaba de divulgar.
El analfabetismo entre los 10 y los 14 años afecta a 11 por ciento de los niños y solo a 6,4 por ciento de las niñas. Las niñas asisten más la escuela, en parte porque la gran mayoría de los 2,6 millones de trabajadores menores de 14 años del país son varones.
En 1997, 18,1 por ciento de las mujeres ya habían concluido la enseñanza secundaria en comparación con 15,9 por ciento de la población masculina. Cinco años antes, los índices eran 14,7 y 13,4 por ciento, respectivamente, por lo que ellas avanzaron 3,4 puntos porcentuales y los varones, 2,5.
La expectativa de vida de las mujeres es siete años superior a la masculina, por lo cual ellas constituyen una mayoría creciente entre los ancianos brasileños.
El hecho llevó el presidente Fernando Henrique Cardoso a destacar una contradición en el sistema de previsión social de Brasil, entre otros países. "Las mujeres viven más, pero se jubilan más temprano", observó, refiriéndose al derecho de retirarse cinco años antes del hombre.
Su declaración, que procura reforzar la necesidad de una reforma previsional para reducir el déficit público, causó airadas reacciones entre feministas y parlamentarias.
El presidente olvidó la "doble jornada" a que son sometidas las mujeres por encargarse del trabajo doméstico y la mayor parte de la atención a los hijos, replicó una funcionaria del propio gobierno, Rosiska de Oliviera, presidenta del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer.
La esposa del presidente, la antropóloga Ruth Cardoso, salió en su defensa. El hecho señalado por el mandatario es "irrefutable" y las mujeres deberían combatir las discriminaciones en lugar de defender favoritismos, dijo.
Una discriminación es la menor remuneración de las trabajadoras, pese a que tienen mayor escolaridad que los varones. Las mujeres asalariadas ganaban en 1997, año al que se remiten las últimas estadsticas, 65,7 por ciento del sueldo masculino.
Pero el dato indica una mejora, ya que en 1992 las mujeres ganaban solo 61,6 por ciento que los varones. Su futuro es favorecido por la tendencia del mercado de trabajo a valorar la capacitación escolar.
Es cada día más dificil obtener un empleo formal sin haber concluido la enseñanza secundaria.
El salario más bajo es particularmente discriminatorio para las mujeres que son jefas de 24,9 por ciento de las familias brasileñas. Ese porcentaje ascendía a de 21,9 en 1992 y crece junto con la inestabilidad de los matrimonios.
La mayor longevidad femenina se debe a factores biológicos y de modo de vida que también se constatan en el resto del mundo, pero en Brasil se agrega la violencia. Las muertes violentas aumentan el desequilibrio al ocurrir principalmente entre jóvenes y varones.
Brasil es uno de los países donde mueren más jóvenes de 15 a 24 años proporcionalmente a la población, 48,6 por 100.000, según la Organización Mundial de Salud. Sólo lo superan Colombia, con 147,3 por 100.000, y Venezuela, con 66,1 por 100.000.
Pero un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reveló que para los jóvenes hay en Brasil ciudades más peligrosas que Colombia.
En Vitoria, capital del estado de Espíritu Santo, los asesinatos, accidentes de tránsito y suicidios matan a 220,7 cada 100.000 jóvenes. En Recife, una capital del Nordeste, se registró 207,7 por 100.000, y Río de Janeiro, 190,2.
El estudio se basó sobre el estudio de 24.409 casos de jóvenes de 15 a 24 años muertos por esas tres causas en Brasil en 1996, 62,4 por ciento por homicidio. La cifra se duplicó desde 1979.
El narcotráfico, otros tipos de criminalidad, ejecuciones a manos de la policía y de "grupos de exterminio" informales están detrás de esa mortandad. Las mujeres son una pequeña minoría en esas macabras estadísticas. Sufren sus consecuencias, pero sobreviven. (FIN/IPS/mo/mj/hd pr lb ed/98