Venezuela quedó políticamente dividida en dos mitades, una alrededor de Hugo Chávez y otra de Henrique Salas, al concluir la campaña tras la cual uno de ellos, este domingo, será elegido presidente de la República.
Concentraciones multitudinarias, de seguidores de Chávez en el centro de Caracas y de Salas en la plaza de toros de Valencia, ciudad industrial 150 kilómetros al oeste de la capital, cerraron la campaña proselitista en la noche del miércoles.
Ambos se presentaron, más que como aspirantes a gobernar, como adalides de enfrentadas propuestas para rehacer políticamente al país. Tras ellos, los venezolanos iniciaron las 48 horas de reflexión final profundamente divididos en bloques antagónicos.
Este domingo "no vamos a escoger únicamente a un presidente, sino a decidir el destino de los venezolanos para los próximos 30 años", dijo Salas. "Ha llegado la hora de defender la democracia frente a quienes quieren acabarla", argumentó.
Chávez llamó "a castigar a quienes destrozaron el país en los últimos 40 años", pues "aquí el verdadero dilema está entre la corrupción o la honestidad, entre el continuismo de esta podredumbre o la salida hacia una verdadera democracia".
El discurso de uno y otro tiene como denominador común una divisoria de aguas entre buenos y malos, y que "quien no esté conmigo está contra mí", sin margen para las medias tintas.
Con Chávez "están los desposeídos de la democracia, que nada tienen que perder y buscan vengarse de los partidos. En ellos no cala el miedo a perder la democracia y la inversión privada", observó a IPS el analista de encuestas Luis León.
En cambio, con Salas han estado "quienes también quieren un cambio del piso político y castigar a los partidos, pero también avanzar hacia un país moderno e insertado internacionalmente, y temen un salto al vacío" si gana Chávez.
Ex comandante de paracaidistas que en febrero de 1992 encabezó una asonada que dejó 20 muertos, Chávez, de 44 años, lidera el Polo Patriótico, coalición de partidos de izquierda, militares retirados y empresarios proteccionistas, y su candidatura creció y se afianzó entre los sectores pobres del país.
Empresario y ex gobernador del estado de Carabobo (Valencia), Salas, un independiente cercano al huamnismo cristiano, forjó a sus 62 años la organización Proyecto Venezuela, que se abrió paso como rival de Chávez atrayendo a los votantes de clase media.
Esa polarización clasista se evidenció con fuerza en el área metropolitana de Caracas, cuando una marejada de gente humilde acudió el miércoles a aclamar a Chávez, pero no en la provincia, donde es fuerte el apoyo recibido a última hora por Salas.
Acción Democrática (AD) y Copei, los dos grandes partidos tradicionales, policlasistas y de centro más allá de sus etiquetas de socialdemócrata y socialcristiano, decidieron apoyar a Salas guiándose por el "deslizamiento" de su electorado hacia el ex gobernador que registraban las encuestas.
Para ello, AD y Copei se deshicieron de sus candidatos, Luis Alfaro (77 años) e Irene Sáez (36), respectivamente, que al finalizar la campaña y en dramático gesto -ya sin actos de masas, solos ante las cámaras de televisión- decidieron seguir como abanderados de pequeños grupos.
Pero, convirtiendo la elección del domingo en un drama pleno de suspenso, ya no es posible medir con encuestas de largo aliento el efecto del trasvase de AD y Copei hacia Salas. En teoría, Salas puede derrotar a Chávez con el apoyo recibido.
Responsables de firmas encuestadoras coincidieron en decir a IPS que "hace una semana la elección estaba resuelta" a favor de Chávez, pero la polarización de propuestas radicales "presagia un resultado peleadísimo".
Los analistas y dirigentes políticos divergen sobre lo que ocurrirá con los votantes de AD y Copei, cuyas maquinarias trabajaban a todo vapor para volcarse hacia Salas. Como vanguardia, 15 de 23 gobernadores regionales y 290 de los 330 alcaldes se declararon en "emergencia" a su favor.
Conforme a una tesis, el apoyo partidista a Salas y la satanización de Chávez como motor de violencia y dictadura, más el efecto contraproducente del endurecimiento del discurso de éste, moviliza aún más electores en su contra, por lo que Salas ya lo superaría en preferencias.
Según otra opinión, el espectáculo de los partidos atacando a Salas antes de volcarse a su favor, la "traición" a quienes fueron sus candidatos, más el deseo de castigar a las cúpulas y la identificación con quien aparece como víctima, llevarán en cambio más votos hacia Chávez.
Otras incógnitas son cuántos electores entre el 40 por ciento que se abstuvo en los comicios regionales del 8 de noviembre cambiarán de parecer y acudirán a votar en un día de asueto, y los votos que puedan conseguir Sáez y quizá aun Alfaro.
Sáez concitaba 3,7 por ciento de intenciones de voto en el último sondeo de la consultora Datanálisis, pero su elegante desprendimiento de quienes "me abandonaron y traicionaron" tuvo una aceptable acogida entre los líderes de opinión.
Si se produce un resultado cerrado, los votos de Sáez, Alfaro, que conserva 1,2 por ciento de la intención de voto, y otros aspirantes muy minoritarios, cuyo electorado es más del campo de Salas que del de Chávez, pueden marcar la diferencia a favor del ex comandante golpista. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98