Ante cientos de miles enfervorizados seguidores, el candidato presidencial favorito en Venezuela para las elecciones de este domingo, Hugo Chávez, usó su tono más duro al movilizar a sus votantes para que no se le robe su triunfo.
Chávez, un carismático teniente coronel retirado que en 1992 intentó tomar el poder por las armas y podría hacerlo ahora mediante los votos, cerró su campaña en la noche del miércoles con un multitudinario mitín en una gran avenida de Caracas.
"Nosotros no nos vamos a dejar robar las elecciones", advirtió "ante Venezuela y el mundo entero", en un discurso cuya retótica encendida y mesiánica cautivó por tres horas a su público, dominado por las capas más pobres de la población y militantes de izquierda.
El domingo se realizan en Venezuela los comicios más cruciales en medio siglo, con una población polarizada entre los que buscan en Chávez venganza ante un sistema político que hundió el país en la corrupción y la pobreza y los ganados por el miedo de que ese oficial imponga una dictadura.
Henrique Salas, un ex gobernador independiente que también ofrece un cambio radical en la conducción del país, mediante "la despartidización, la descentralización y la desmarginalización", aglutinó en el último tramo de campaña los grupos y figuras contrarios a Chávez, con un impacto electoral impredecible.
El voto "antichavista" se concentró en Salas, quien también es visto como factor de ruptura del agotado y denostado modelo partidista y que se apoya a última hora en una campaña del miedo a perder la libertad, la democracia y la paz.
Pero en la avenida Bolívar, el mar de boinas rojas distintivas de los paracaidistas, que lo es ahora de los "chavistas", y el líder que lo imantaba, no tenían dudas de que si éste no recibe el voto de 60 por ciento de los 11 millones de electores, es por un fraude.
"Dios está con nosotros e hizo el milagro de que todos los corruptos están reunidos y los vamos a barrer a todos juntos", aseguró Chávez, en referencia al apoyo que esta semana dieron a Salas los dos partidos tradicionales, Acción Democrática (AD) y el socialcristiano Copei, antes rivales irreconciliables.
"Están en un sólo saco pestífero, hediondo, nauseabundo", afirmó, dentro de varias referencias denigratorias de la alianza creada en torno de Salas. El adjetivo que más repitió a lo largo de la noche para definir los poderes y protagonistas de los 40 años de democracia fue "podrido".
La división del país entre "honestos y corruptos" por Chávez, según le apoyen o lo enfrenten, es otro elemento de polarización, en unos comicios con inéditos ingredientes clasistas, donde Salas es presentado como una expresión de la oligarquía, al ser un empresario acomodado de provincia.
A esa distinción ayuda el físico de los dos candidatos. Chávez es una recia figura de 44 años con un rostro mestizo de rasgos indígenas propia de los llanos de los que es originario, mientras que Salas, de 62, denota en su blanco rostro de ojos azules y pelo platinado su ascendencia europea.
Chávez se definió a sí mismo como "enterrador" del viejo régimen y "partero" de una democracia nueva y honesta para el pueblo, para pasar a acusar al Consejo Supremo Electoral (CNE) "de haber violado la ley electoral de manera cínica y descarada", al aceptar esta semana el cambio de candidatos de AD y Copei.
"De qué no será capaz el polo de corrupción, si ya fue capaz de esto", añadió, para enfatizar que "el resultado de las elecciones presidenciales será respetado, y si ellos no lo respetan, nosotros haremos que lo respeten".
"Convoco a los hombres y mujeres a declararnos en alerta, en emergencia permanente, porque a nosotros no nos van a robar las elecciones", dijo Chávez, para pasar a hacer lo mismo con los militares, a los que hizo un llamado explícito en ese sentido.
"Estoy seguro que los militares no se prestarán a hacerle una trampa al pueblo de Venezuela", afirmó, antes de hacerles un llamado "para que se pongan de pie en defensa de la voluntad del pueblo de Simón Bolívar".
"Dios es el verdadero 'comandante' de lo que está pasando en Venezuela", declaró Chávez, a quien sus seguidores siguen llamando comandante, en su condición de oficial retirado al que el actual presidente, Rafael Caldera, perdonó en 1994 por el alzamiento.
Chávez abundó en citas, como es su costumbre, sobre todo de la Biblia, y recordó gestas de la independencia latinoamericana de los españoles y frases de Bolívar, para asegurar que el país marca el paso nuevamente "con una verdadera revolución social que recorrerá toda la tierra bolivariana".
"Llegó la hora, llegó la hora del pueblo", dijo, en alusión a la alocución televisiva que lo catapultó a la fama el 4 de febrero de 1992, cuando vestido de paracaidista se rindió, tras reconocer el fracaso de la sublevación "por ahora".
Admitió que en 1980 comenzó "a trillar este camino" de la conspiración militar y reivindicó el primero de los dos cruentos alzamientos de 1992, pues entonces "comenzó a escribirse la buena historia venezolana", en el pasaje de su discurso que fue recibido con más frialdad por la multitud.
"A los que nos llaman golpistas, tiranos y dictadores les respondemos perdónalos Señor porque no saben lo que hacen", afirmó Chávez, que es respaldado por un Polo Patriótico, en que está casi toda la izquierda establecida, militares golpistas y empresarios proteccionistas.
"No estamos llegando al poder, es que ya tenemos el poder", expresó ante una compacta multitud que los organizadores de la concentración situaron en cerca de un millón de personas, pero que cálculos independientes redujeron a 300.000.
Sobre el eje de su oferta para "rescatar el país y refundar la democracia", la integración de una asamblea constituyente con amplísimos poderes, Chávez reiteró que convocará a un referendo sobre el tema el 15 de febrero, si el Congreso que se instalará el 23 de enero no lo hace.
Ese es un tema complicado legalmente, porque en Venezuela los referendos de iniciativa presidencial son una novedad y sólo tienen carácter consultivo, y la Constitución actual, de 1961, no contempla la constituyente, por lo que tendría que ser reformada antes, un requísito al que se niega Chávez con otros argumentos.
Esa oferta de Chávez ha sido satanizada por sus opositores, si bien la mayoría de la población, instituciones favorables a la modernización del Estado y varias figuras, como el ex presidente Carlos Andrés Pérez -al que Chávez intentó derrocar-, consideran que la constituyente sería benéfica para el país y permitiría recomponer el sistema político. (FIN/IPS/eg/ff/ip/98