Brasil es líder mundial en carga tributaria y tasas de interés, lo que impide la competitividad y el crecimiento de su economía, afirmaron industriales, diputados y sindicalistas, al lanzar esta semana el Pacto por Producción y Empleo en Sao Paulo.
Hace 48 meses las tasas de interés cobradas en Brasil son las más elevadas del mundo, observó el diputado Delfim Netto, ex ministro de Planificación y un insistente crítico de la política cambiaria adoptada por el gobierno.
Sumados los costos financieros y tributario, la producción en Brasil es gravada en 80 por ciento, contra 24 por ciento en Corea del Sur, indicó el economista, para destacar las condiciones desfavorables que la producción nacional debe enfrentar en un mercado abierto.
El sector industrial no quiere protección ni subsidios, sino igualdad de condiciones en la competencia, declaró Horacio Lafer Piva, presidente de la Federación de las Industrias de Sao Paulo (FIESP) e impulsor del movimiento por "más producción y más empleo".
Piva, quien encabeza una agresiva oposición a la política económica del gobierno, reclama urgente reducción de las tasas de interés, reforma tributaria y estímulos a la producción, para evitar una fuerte recesión.
El Pacto lanzado el lunes pasado concluirá una propuesta en un mes, con alternativas a la actual conducción económica, para entregarla al presidente Fernando Henrique Cardoso, anunció Piva.
El movimiento, iniciado por empresarios industriales y sindicatos, deberá incorporar otros sectores, como el comercio y la agricultura.
Hasta ahora no cuenta con la adhesión de otras federaciones estaduales de la industria, que criticaron la actitud opositora de la FIESP, cuyos directores pidieron la exoneración al presidente del Banco Central, Gustavo Franco.
La agresividad de los industriales paulistas se puede explicar por estar sufriendo de forma más aguda las consecuencias de la crisis. Su producción en octubre cayó 13,9 por ciento en comparación con un año antes.
El desempleo es más elevado en Sao Paulo, donde la industria redujo en 9,9 por ciento su nivel de empleo en el período enero- octubre, según datos divulgados este lunes por el oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
Para los sindicalistas, la situación es más dramática. El despido de 2.800 trabajadores de la empresa automovilística Ford, anunciado el día 18, es un mal augurio de lo que pasará en 1999, dijo Luiz Marinho, presidente del Sindicato de Metalúrgicos del ABC, un conjunto de municipios industriales cercanos a Sao Paulo.
Con esa decisión la Ford reduce en 40 por ciento el personal empleado en su planta del ABC, indicando que las montadoras de vehículos prevén un reducción similar de la producción el año próximo.
La lucha contra los altos intereses cobró fuerza ante el fuerte aumento provocado por los efectos de la crisis asiática y la moratoria rusa de agosto. El Banco Central elevó su tasa básica a 42 por ciento en septiembre, ante una acelerada fuga de capitales, y la mantiene ahora en un mínimo de 29 por ciento.
Pero ese gran obstáculo al desarrollo económico no es sólo coyuntural.
El promedio de interés real pagado por el gobierno para refinanciar su deuda supera 25 por ciento en los últimos cinco años, según el economista Claudio Haddad, ex director del banco de inversiones Garanta.
"No hay economía que resista incólume a las tasas de interés que existen en Brasil hace seis años", escribió Haddad en un artículo publicado por el diario Folha de Sao Paulo a mediados de este mes.
Todos están contra los altos intereses, pero su reducción depende de la aprobación del ajuste fiscal por el Congreso, responden las autoridades económicas. Es el mercado, no el gobierno, el que define el nivel de los intereses, según Cardoso.
Con un déficit elevado, el sector público acapara los recursos financieros disponibles y tiene que pagar altos intereses, encareciendo el dinero para toda la economía, indican los defensores de la política oficial.
Son los propios intereses, que están costando 60.000 millones de dólares al año, la causa del déficit fiscal, ya que los ingresos y egresos primarios del sector estatal están equilibrados e incluso con un pequeño superavit, arguyen los críticos.
Una devaluación de la moneda nacional será la única solución, ya que los altos intereses responden más bien al problema cambiario, a la necesidad de atraer capitales para cubrir el déficit externo, opinó Delfin Netto, un diputado opositor de derecha, respaldado por economistas de izquierda.
Todos coinciden en que, mientras se mantenga la actual política cambiaria, de devaluacin gradual de cerca de 7,5 por ciento al año, las tasas de interés no podrán bajar a menos de 20 por ciento, al sumar la pérdida en el cambio, el riesgo brasileño y la inflación internacional.
Los países asiáticos que devaluaron de golpe sus monedas sufrieron una brutal recesión, perdieron exportaciones y ganaron inflación, observa el ministro de Hacienda, Pedro Malán, para ratificar que no habrá cambios en la conducción económica, pese a sus costos. (FIN/IPS/mo/ag/if/98