Tras las privatizaciones y el auge de la telefonía en Brasil, le tocó al fútbol ingresar en la agenda de los inversionistas, que esperan obtener utilidades de 24.000 millones de dólares en los próximos 15 años.
Para bancos como Opportunity, especializado en grandes transacciones bursátiles, el fútbol es la vía de ingreso a varios negocios millonarios. El banco compró por 12 millones de dólares el control del club Deportivo Bahía, en el nordeste, pensando en sus 3,6 millones de simpatizantes.
En torno del fútbol brasileño se mueven actualmente cerca de 1.000 millones de dólares por año y "el negocio podría llegar a ser 30 veces mayor en el 2013, porque los aficionados son consumidores muy fieles", afirma Luis Demarco, uno de los directores de Opportunity.
Nations Bank, de Estados Unidos, invirtió 150 millones de dólares en el club Vasco da Gama, de Río de Janeiro, que perdió este mes ante el Real Madrid de España la final por la copa intercontinental de clubes. Pero hasta equipos de tercera división han llamado la atencion de los inversionistas.
El banco Bozzano, especializado en inversiones de riesgo al igual que el Opportunity, pagó 40 millones de dólares por el control del club Fluminense, que está en decadencia deportiva pero es uno de los más tradicionales de Río de Janeiro.
Alceo Liboa, contratado como administrador del club Bahía, se propone invertir en jugadores menores de 18 años. "Con 80.000 dólares puedo capacitar a diez muchachos durante dos años. Si uno de ellos es promisorio, lo vendo a un club europeo por un millón de dólares y logro una utilidad neta de 920.000", dice Lisboa.
La transformación del futbol brasileño en una mercancía que se negocia en las bolsas de valores se debe a la "ley Pelé", presentada por el más conocido deportista brasileño, quien fue ministro del presidente Fernando Henrique Cardoso hasta mediados de este año y aprobada en el primer semestre de este año.
La ley obliga a los clubes de fútbol a transformarse en empresas abiertas al ingreso de capitales antes de marzo del 2000. Casi todos los 45 clubes mayores estudian su asociación con grupos financieros nacionales y extranjeros, que son atraídos a su vez por un mercado estimado en cerca de 40 millones de aficionados.
La gran mayoría de los 500 clubes brasileños de fútbol profesional están técnicamente en quiebra. La deuda total de los 20 más populares llega a 400 millones de dólares, poco menos de la mitad del movimiento de dinero anual vinculado con ese deporte.
El acreedor de la mitad de esa deuda, unos 200 millones de dólares, es el sistema de seguridad social del Estado. Es por eso que las autoridades han estimulado la adquisición de los clubes por la banca y los inversionistas.
Un procedimiento novedoso que mejoró la situación de los clubes es el uso de facturas comerciales para obtener descuentos en la compra de entradas a los partidos. En Pernambuco, un estado del nordeste, ese mecanismo multiplicó por cinco la asistencia de espectadores a los partidos y duplicó los ingresos fiscales, al reducir las ventas sin factura.
El gobierno sabe que forzar la quiebra de los clubes de fútbol para salvar la seguridad social pública, que también está en problemas, sería una medida muy impopular. Por eso casi todos dan la bienvenida a los financistas.
Los aficionados aún no se han dado cuenta de que su pasión vale millones para los hombres de la banca, muchos de los cuales ignoran las 17 reglas básicas del juego del fútbol. (FIN/IPS/cc/mp- ff/if cr/98