Organizaciones no gubernamentales (ONG) que temen el impacto de la reducción del presupuesto de Brasil para programas ambientales, proponen acotar para el 2002 diez por ciento de la selva amazónica brasileña, que sería convertida en "reserva extractiva".
Esas reservas estarían administradas, por ejemplo, por los trabajadores del caucho, que viven en la Amazonia extrayendo goma látex de los árboles, señalaron el Consejo Nacional de Recolectores de Caucho de Brasil y el Fondo de Defensa Ambiental y la Federación Nacional de Vida Silvestre, dos organizaciones radicadas en Washington.
La aplicación de la iniciativa "nos permitirá proteger 50 millones de hectáreas de bosques, asegurar los derechos sobre la tierra y mejorar las condiciones de vida de decenas de miles de familias", explicó Atanagildo de Deus Matos, presidente del Consejo de Recolectores de Caucho.
Los promotores de la propuesta admitieron que les aguarda una dura lucha política. El gobierno brasileño, presionado por un alto déficit fiscal, anunció el mes pasado el recorte de cerca de 90 por ciento de sus programas de conservación en la Amazonia.
La disminución será de 65 por ciento tratándose de la totalidad de los programas ambientales aplicados en el país.
Los recortes se producen cuando la situación de la Amazonia brasileña exige medidas urgentes de protección, advirtieron las organizaciones ambientalistas. Cerca de 52 millones de hectáreas – 12,5 por ciento de la selva amazónica- fueron destruidas entre 1978 y 1996.
Con 2.700 especies de aves y 2.000 tipos diferentes de peces, la cuenca del río Amazonas es una de las áreas de mayor diversidad biológica del mundo, y tambien una de las más amenazadas.
Las minas de oro y la apertura de espacios para la cría de ganado y el cultivo de soja reemplazando la densa selva tropical a un promedio estimado en ocho campos de fútbol por minuto o 6.500 hectareas por día, segun Steve Schwartzman, un científico del Fondo de Defensa Ambiental.
"La crisis de la Amazonia, en sus vertientes ecológica y social, nunca fue peor que ahora", aseguró Schwartzman.
Datos obtenidos por satélite durante varias décadas evidencian que se acelera la destrucción de bosques con fines agrícolas, observó Compton Tucker, de la Administracion Nacional de la Aeronautica y el Espacio (NASA), de Estados Unidos.
Los cambios en la Amazonia brasileña siempre se debieron a la construcción de carreteras, puentes y líneas ferroviarias. "Esas obras de infraestructura abren el área a establecimientos agricolas en gran escala y a otras instalaciones", indicó Tucker.
"Es claro que hacen falta reservas legalmente protegidas", dijo. Pero las organizaciones ambientales puntualizaron que no se oponen a toda obra vial.
"Naturalmente, los asentamientos humanos en la Amazonia necesitan medios de transporte para comerciar sus productos y para que sus hijos puedan ir a la escuela", dijo Barbara Bramble, especialista en asuntos latinoamericanos en la Federación Nacional de Vida Silvestre.
"Lo que debe hacerse es un plan racional de manejo de la selva", agregó.
"La clave está en demarcar la reserva antes de que los caminos irrumpan en la región. En el estado de Rondonia, donde las rutas llegaron primero, se puede ver la destrucción, pero en el Acre, los caucheros encabezados Chico Mendes exigieron en los años 80 sus derechos sobre la tierra antes del desarrollo de nuevas carreteras", explicó Bramble.
Mendes, asesinado en 1988 por orden de ganaderos, fue el primero en exponer la idea de las "reservas extractivas", señalaron el Fondo de Defensa Ambiental y la Federación Nacional de Vida Silvestre.
Mendes, que intentaba resolver el conflicto entre criadores de ganado que pretendían abrir brechas en la selva, y los caucheros, que dependen de los árboles, urgió la creación de áreas legalmente protegidas administradas por comunidades locales que viven de los productos de la selva sin afectar el ambiente.
Más de 20 reservas de ese tipo fueron creadas en la última decada en una superficie total de tres millones de hectáreas. Pero el gobierno brasileño recortó las partidas presupuestales destinadas a desarrollar y defender esas reservas.
"Brasil puede adjudicarse el mérito de implenentar algunos de los mejores métodos para la conservación a largo plazo de la selva tropical, porque involucra a comunidades locales, especialmente en las reservas extractivas", senaló Bramble.
Pero la puesta en marcha de esos programas empezó hace poco tiempo y ahora se interrumpe gran parte del flujo financiero que los apoyaba.
"El proyectado recorte de fondos paralizará la mejor esperanza de Brasil en materia de conservación de su enorme patrimonio ambiental", se lamentó Bramble.
"El congreso brasileño tiene el poder y la responsabilidad de reponer el presupuesto para la conservación de la Amazonia", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ego/ff/en/98