ASIA MERIDIONAL: La inestabilidad política no cesa /Perspectivas 1999/

Cinco mujeres de familias vinculadas tradicionalmente con el poder y dos reyes estarán en el centro de la acción política en Asia meridional durante 1999, y se prevé que continuará la inestabilidad democrática en la región.

Las coaliciones gobernantes en Bangladesh, India, Nepal, Pakistán y Sri Lanka continuarán apedreadas por enemigos y sitiadas por aliados inestables, según los observadores.

El único lugar donde las perspectivas se presentan claras es el diminuto reino de Bhután, en el Himalaya, donde el rey Jigme Singye Wanchuk introdujo algunas normas democráticas.

Luego de 25 años en el trono, el monarca decretó que su consejo de ministros ya no será nombrado por él mismo, sino mediante voto secreto en la Asamblea Nacional, un organismo integrado mediante elecciones.

Wangchuk también aceptó someter su mandato al voto de confianza del Poder Legislativo, al disponer que si dos tercios respaldan una moción de censura deberá abdicar en favor del príncipe heredero.

Sin embargo, el Rey concluyó, luego de "haber observado los sistemas políticos de otros países", que la democracia multipartidaria no se adecua a las características de Bhután.

"Un país pequeño como el nuestro, ubicado entre dos de las naciones más grandes y pobladas del mundo (China e India, de hecho las más pobladas), no puede darse el lujo de abrir el juego a las fuerzas divisorias del regionalismo y el comunalismo", dijo en su mensaje a la Asamblea Nacional.

Se prevé que las pasiones sectarias y provinciales continúen dominando la política en India, Pakistán y Sri Lanka.

En India, el país democrático más poblado del mundo, el gobernante partido Bharatiya Janata (BJP), fuerza de derecha religiosa identificada con la mayoría hindú, continuará soportando acusaciones de mezclar política con religión.

Pese a que fue obligado a diluir su programa prohindú al integrar un gobierno de coalición, se espera que el BJP enfrente presiones crecientes de sus afiliados hindúes radicales, que acusan al gobierno de Atal Bihari Vajpayee de no cumplir con sus compromisos y de abandonar el nacionalismo en lo económico.

Afrontar estas demandas será tan complicado para Vajpayee como el equilibrismo de gobernar con una coalición de 16 partidos, algunas de cuyas demandas son difíciles de aceptar, en especial las de Jayaram Jayalitha, ex actor de cine convertido en carismático político de un partido regional tamil.

La complejidad de esta situación impide a Vajpayee cumplir la promesa electoral del BJP de un "liderazgo eficaz".

El saldo de nueve meses de gobierno de Vajpayee, al inicio del año próximo, incluirá poco más que una serie de pruebas nucleares, un pronunciado aumento en los precios de los alimentos y un rebrote de la violencia contra minorías raciales y religiosas.

El revés que sufrió el BJP en las cruciales elecciones provinciales de noviembre parece haber preparado el camino para el retorno de la dinastía política Nehru-Gandhi. Sonia Gandhi, la heredera de la familia nacida en Italia, intenta revivir la popularidad del opositor Partido del Congreso.

A pesar de su origen extranjero, Sonia, viuda del asesinado primer ministro Rajiv Gandhi, ha logrado maravillas en el partido que gobernó India durante 45 de los 50 años transcurridos desde el fin del gobierno colonial británico.

Luego de haber ingresado con aparente reticencia a la vida pública, Gandhi está al frente del Partido del Congreso, que tiene 113 años de antigüedad, y el BJP la observará con cautela en 1999.

Pero no existen amenazas inmediatas al BJP en un parlamento donde la oposición no logra llegar a un acuerdo. Gandhi declaró que su partido preferiría llegar a formar un gobierno propio, mediante la realización de elecciones en el mediano plazo, que gobernar ahora con aliados poco confiables.

En Pakistán, se espera que antiguos adversarios políticos se alíen contra el primer ministro Nawaz Sharif, a quien se acusa de intentar subvertir la democracia y el secularismo.

La oposición conducida por Benazir Bhutto, archirrival y predecesora de Sharif, alega que el primer ministro apela al islamismo y al poder que le concede su cargo para alcanzar objetivos autoritarios e imponerse a jueces, militares y gobiernos provinciales.

Luego de asumir el control del Poder Judicial y del Ejército, Sharif intenta ahora que se apruebe una de las legislaciones más controvertidas en la historia de Pakistán.

Un proyecto de ley que ha sido bloqueado en el Senado, controlado por la oposición, convertiría la ley islámica y la Suna (los dichos de Mahoma) en la ley suprema. La oposición insiste en que su verdadero objetivo es conferirle al primer ministro poderes absolutos.

Los líderes provinciales acusan a Sharif de favorecer a su provincia natal, Punjab. La sustitución del gobierno electo de la provincia de Sindh por una intervención federal perjudicó a un antiguo aliado de coalición de Sharif, el Movimiento Mittahida Qaumi, que controla la ciudad puerto de Karachi.

En Sri Lanka, las medidas propuestas por la presidenta Chandrika Kumaratunga para dominar la insurgencia étnica de 15 años en el norte y este del país seguirá siendo bloqueada por partidos opositores y movimientos rebeldes.

El grupo insurgente Tigres para la Liberación de Tamil Eelam continúa insistiendo en que no existen condiciones adecuadas para sentarse a la mesa de negociaciones.

Kumaratunga propone un plan de paz cuya base es la conversión de Sri Lanka en una federación de provincias con amplia autonomía mediante una reforma constitucional. El Partido de Unidad Nacional, principal fuerza opositora, sostiene que ese proyecto dividiría al país.

Se espera que en Bangladesh, una de las naciones más pobres del mundo, continúen las interminables protestas masivas que tienen su origen en el continuo choque de personalidades entre las dos mujeres que controlan el destino del país.

Empujadas a la vida pública por tragedias personales que, además, fueron hitos fundamentales en los 27 años de historia independiente de Bangladesh, la primera ministra Sheikh Hasina Wajed y su predecesora, la opositora Khaleda Zia, se niegan a congeniar.

En Nepal, el miembro más reciente del club democrático regional, el rey Birendra, conservará su papel de árbitro de un escenario político con amplio predominio masculino, supervisando un caótico proceso que, según los analistas, pronto le dará al pequeño país himalayo su sexto gobierno en cinco años.

Luego de ocho años de democracia multipartidaria, las fuerzas políticas nepalesas no terminan de identificar claramente a sus rivales.

En las interminables permutas y combinaciones que siguieron a las elecciones de 1994, en las que ningún partido logró una mayoría clara, los comunistas se dividieron, se aliaron con el Partido Nepalés del Congreso, que antes fue su mayor enemigo, e incluso trabajaron con fuerzas políticas promonárquicas. (FIN/IPS/tra-en/mc/an/mv/mp/mj/ip/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe