Pablo Picasso se convirtió en un mito para la izquierda italiana después de pintar el "Guernica". Esa historia será relatada en una muestra dedicada al pintor español en esta capital, con pinturas, dibujos, esculturas y fotografías.
El pintor italiano Renato Guttuso, comunista como Picasso, juraba haber recibido en 1938 una tarjeta con la reproducción del "Guernica" que llevó en su billetera como una imagen sagrada, hasta que se destruyó.
La historia fue conada por Bruno Mantura, quien participó en la organización de la exposición "Picasso, 1937-1953. Los años del apogeo en Italia", que se presentará en la Galería de Arte Moderna de Roma desde este sábado hasta mediados del año próximo.
Esta es la tercera exposición dedicada a Picasso en Italia por instituciones públicas, después de la sala Picasso en la Bienal de Venecia de 1948 y la que se presentó en la Galería Nacional de Arte Moderno, que después se trasladó al Palacio Real de Milán.
Se la considera también una especie de continuación de "Picasso 1917-1924. El viaje en Italia", que se exhibió el año pasado en el Palacio Grassi de Venecia, la fundación cultural de la empresa Fiat.
El mito de Picasso se materializó en Italia por primera vez en su sala personal en la Bienal de Venecia de 1948, presentada por Guttuso, la primera bienal en una Italia democrática, después de 20 años de fascismo. En esa oportunidad se presentaron 22 obras, procedentes de colecciones privadas de Zurich y París.
El discurso inaugural lo pronunció Lionello Venturi, uno de los 12 profesores de arte que se negaron a prestar juramento al régimen fascista.
Hasta ese momento el pintor, que nació en Málaga (España) en 1881 y murió en 1973 en Mongines (Francia), no había podido presentar una exposición personal en Italia, sobre todo por motivos políticos.
Picasso adhirió en 1944 al Partido Comunista francés y se mostraba atraído sobre todo por la idea de la "nueva hermandad" que representaba la Internacional Comunista y el movimiento por la paz, dijo Sandra Pinto, miembro del equipo que organizó la exposición.
En ese marco, intelectuales y artistas italianos de izquierda, en particular comunistas, viajaban para encontrarse con Picasso y fotografiarse con él, y volvían felices, mostrando su autógrafo o algún pequeño regalo del "maestro".
En 1953, esa pasión comienza a apagarse, cuando se produjo una gran división entre los artistas italianos figurativos y abstractos. Era también el inicio de la guerra fría.
La exposición tiene una connotación precisa, "quiere revocar e interpretar históricamente el momento de máxima influencia de Picasso en los intelectuales italianos y también su extraordinario momento creativo", afirmó Pinto.
De la idea que dominó desde la Guerra de España, y en particular desde que la aviación nazi bombardeó la ciudad vasca de Guernica, de que se podía estar sólo de una parte, se pasó al drama de la duda y de la incertidumbre.
"Me siento orgulloso al decir que yo no he considerado jamás la pintura un arte de entretenimiento", declaró Picasso en 1944 al diario comunista francés L'Humanité.
Al pintor le gustaba lo imprevisible. Una casualidad lo llevó a realizar su "Paloma de la Paz", que desde 1949 le valió el reconocimiento de millones de personas, afirmó. Esa paloma, viva, se la había regalada Matisse, y Picasso la reprodujo en una litografía.
La paloma de Picasso fue el emblema del Congreso Mundial de la Paz que se efectuó en París ese año y a partir de ese momento voló incansablemente por todo el mundo.
La exposición que se inaugura este sábado en Roma combina pinturas, dibujos y fotografías. En total, 68 obras vuelven a la capital italiana, donde estuvieron en ya en 1953 elegidas por el propio Picasso.
Como elementos fundamentales de la exposición, pilares del inicio y el término de la influencia de Picasso en Italia, se presentan los dos mayores temas históricos y alegóricos abordados por el artista en el período en cuestión.
Estos son, los estudios para el "Guernica" de 1937, entre ellos "Cabeza de mujer llorando con pañuelo", que proviene del Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, y "Matanza en Corea", de 1951.
La mujer que llora es Dora Maar, su joven compañera, a la que el pintor a menudo maltrató y que se transforma en esa pintura en la encarnación de la tragedia y del horror de la guerra.
Además de los dibujos preparatorios del "Guernica", hay uno de grandes dimensiones del Minotauro, de 1937, y varios retratos de amigos de Picasso. (FIN/IPS/jp/ag-ff/cr/98