Corea del Sur, en un intento de presentar una imagen de mayor apertura de su economía, reducirá la protección oficial que obliga a exhibir filmes nacionales en todas las salas.
La iniciativa parece especialmente dirigida a favorecer la industria cinematográfica de Hollywood.
La decisión implica la reducción paulatina del sistema de cuotas del cine sudcoreano que implica un período obligatorio de 102 días al año para el mantenimiento en cartelera de los filmes nacionales.
"La competencia mejora la calidad. Esta regulación, al igual que el sistema de cuotas en el cine amenaza con desestabilizar la industria cinematográfica local", dijo el ministro de Comercio y Relaciones Exteriores Han Duk Soon.
La decisión fue bien recibida por los propietarios de las salas de cine, que desean exhibir más películas de Hollywood, ya que creen que así podrán atraer a un mayor número de espectadores y obtener más ganancias.
"Debemos intentar que nuestra industria cinematográfica sea competitiva a nivel internacional en vez de mantenerla bajo un escudo de protección", afirmó Kwon Hi-Chull, presidente de una distribuidora de películas cinematográficas.
La medida determinó protestas entre los partidarios e integrantes de la industria cinematográfica. A comienzos de este mes se desarrolló una manifestación, con la participación de unas 1.000 personas, en la que se representó un funeral en protesta por el fin del sistema de cuotas.
"La muerte del sistema de cuotas de las películas será un día negro para la atribulada industria cinematográfica", dijo Kim Jimie, una de las cinco actrices más cotizadas en este país y organizadora de la marcha de protesta.
Desde 1993 la industria cinematográfica nacional produjo un promedio de 60 películas al año, convirtiendo a Corea del Sur en el décimo productor de películas del mundo.
Pese al sistema de cuotas, el país sigue siendo uno de los mayores importadores de filmes del mundo, adquiriendo entre 480 y 500 títulos extranjeros al año. Las películas nacionales representan apenas 10 por ciento del número total de los filmes exhibidos anualmente.
No obstante, desde 1994, cuando se impuso el sistema, los cines fueron obligados a ocupar entre 29 y 40 por ciento de sus carteleras con producciones nacionales.
Como resultado, los productores cinematográficos incrementaron su participación en el mercado de 13 por ciento en 1991 a 25 por ciento este año.
Observadores creen que el sistema posibilitó la aparición de películas de calidad como la aclamada "Días hermosos", que describe la vida de un pueblo sudcoreano azotado por la guerra, desde la perspectiva de un niño de 12 años.
"Si abandonamos el sistema actual, una película coreana como ésta no tendría siquiera la posibilidad de estar en cartelera, ya que los cines harían todo lo posible por exhibir casi exclusivamente las películas de Hollywood", dijo la estudiante universitaria Park Sun Kyung.
No obstante, "a veces siento que (el cine nacional) funciona como una máquina de hacer dinero para un par de estrellas, mientras que rara vez se aprecian otros talentos", reconoció Park en alusión a que la industria parece estar dominada por un puñado de actores principales.
Integrantes del mundo cinematográfico sudcoreano afirman sentirse traicionados por una decisión que, en su opinión, constituye una claudicación ante las presiones estadounidenses.
En julio pasado, el presidente Kim Dae Jung prometió mantener vigente el sistema de cuotas hasta que los productores pudieran asegurarse 40 por ciento del mercado interno.
"Corea del Sur, Japón y Francia son las únicas tres naciones que protegieron eficazmente su participación en sus mercados cinematográficos. Y eso se debe al sistema de cuotas en el cine", afirmó la actriz Moon Sung-Ki.
Pero otros observadores sostienen que la industria cinematográfica exagera su reacción ya que a los sudcoreanos no los seducen tanto los filmes extranjeros, en especial los de Estados Unidos, como en las décadas de los 70 y 80.
Esos observadores advierten que algunos filmes nacionales funcionaron tan bien o mejor que los importados. Entre los éxitos de taquilla más recientes, se encuentra 'Yogo Guidam', una historia de fantasmas dirigida al público adolescente.
La película atrajo más público que la versión de Hollywood de 'Godzilla', que se esperaba fuera un éxito arrollador y sin embargo distó mucho de serlo.
"Existe una tendencia mundial a abandonar las películas de Hollywood en la medida que los filmes nacionales tienen una creciente aceptación", expresó el crítico de cine Kang Han-Sup. "Corea del Sur quizás siga esa tendencia", agregó.
La poca aceptación que tuvo el primer filme japonés exhibido en este país en 50 años quizás sea una señal de que los sudcoreanos ya no están dispuestos a salir corriendo hacia una sala de cine por el simple hecho de que se exhiba una producción extranjera.
Los distribuidores cinematográficos calcularon que el filme 'Hanabi' sería un seguro éxito de público puesto que las películas japonesas estuvieron prohibidas en Corea del Sur en las últimas cinco décadas.
Cuando este año se eliminó la prohibición, los importadores de películas se desvivían por conseguir filmes japoneses a precios hasta cinco veces superiores a los normales.
Pero el escaso éxito de "Hanabi", que se estrenó la semana pasada, quizás indique que pueden estar muy equivocados respecto a los gustos del público.
El año pasado muchos distribuidores adquirieron, a precios muy altos, filmes producidos por Hollywood. La mayoría de estas producciones no logró atraer al multitudinario público que se esperaba y muchos importadores quedaron fuertemente endeudados.(FIN/IPS/tra-en/AMY/ap-if-cr/cb/mv/nc/98