La película "Enemy of the State" (Enemigo del Estado), es el último ejemplo de la tendencia de Hollywood a realizar filmes sobre el miedo a ser observados, mientras la televisión ofrece a diario el testimonio del presidente Bill Clinton sobre sus encuentros sexuales.
La idea de la vigilancia constante estaba detrás de uno de los éxitos del verano boreal, "The Truman Show" (El espectáculo de Truman), irónica fábula de Peter Weir en la cual Jim Carrey interpreta a un individuo cuyos movimientos son transmitidos en directo por televisión las 24 horas del día, sin que él lo sepa.
Ahora, "Enemy of the State", distribuido por Touchstone y dirigido por Tony Scott, ofrece la visión definitiva sobre un fugitivo, con Will Smith como un abogado perseguido por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
La trama simplista de la película y su énfasis en las explosiones y otros trucos clásicos de Hollywood oscurecen por momentos el mensaje de que la dependencia del Estado actual en la tecnología de información puede amenazar a los ciudadanos que son observados por ella.
La trama, referida a un complot de la NSA para encubrir un asesinato político que fue accidentamente registrado en un video recibido por Smith, es común para el género. No obstante, el filme logra crear un ambiente en el que la habilidad de la ANS para vigilar casi todo causa vértigo.
Smith, por ejemplo, es rastreado mediante micrófonos colocados en sus prendas de vestir, lo cual lo obliga a quedarse en calzoncillos para eludir a los esbirros de la NSA que tratan de atraparlo.
Las escenas de persecución, a menudo un lugar común en las películas de estos tiempos, tienen aquí, como pocas veces, un impacto político, y las múltiples imágenes del fugitivo tomadas por cámaras ocultas muestran lo totalitario que puede ser un mundo dominado por la moderna tecnología de la informacion.
Mientras escapa de los agentes gubernamentales, sin saber qué ha hecho para merecer semejante persecución, Smith es seguido por autos, helicópteros, cámaras en satélites y un pequeño ejército de burócratas ante teclados de computadoras, liderados por un siniestro personaje de la NSA que interpreta John Voight.
En última instancia, a Smith no le queda otro recurso para defenderse que aliarse con un cínico ex funcionario, cuyo seudónimo es Brill (Rodaballo), encarnado expertamente por Gene Hackman.
Como reverso de la moneda respecto al personaje de Voight, un agente gubernamental que lo ve todo, el de Hackman es introvertido, y se ha visto obligado a sumergirse de tal modo en la clandestinidad, para evitar ser vigilado, que casi no existe en el mundo exterior.
Aunque "Enemy of the State" está lleno de baches y violencia gratuita, como cualquier otro filme de acción producido en Hollywood, consigue presentar un caso convincente de la contraposición entre las actividades de los estados para combatir el terrorismo y la intimidad de los individuos.
Smith, un actor competente e ingenioso, muestra con eficacia el terror que puede causar un gobierno poderoso en su búsqueda de justicia. Otros personajes (incluyendo al de la esposa de Smith, interpretada por Regina Taylor) expresan abiertamente el tema de la pelicula: "¿Quién vigila a los vigilantes?".
La misma pregunta ha sido la base de argumentos para otras películas de éxito, irónicamente, en el año en que el escándalo de Mónica Lewinsky, incesantemente televisado, arrojó su sombra sobre Clinton.
"The Truman Show", que produjo más de 100 millones de dólares en las boleterías de este país, pinta un mundo desesperanzador en el cual el personaje de Carrey debe huir de los productores de televisión, que gobernaron toda su vida.
"Wag the Dog" (Menear el perro), de Barry Levinson, es una mirada explícita a la política, e incluye paralelismos aun más inquietantes con los apuros de Clinton. Un equipo de expertos trata de librar al presidente de Estados Unidos de un escándalo sexual urdiendo por televisión una falsa guerra con Albania.
En todas estas películas hay dos denominadores comunes: "no creas en lo que ves", y "tarde o temprano, todo termina en la televisión". Para Clinton, cuyas confesiones grabadas en video sobre lo que llamó "conducta íntima impropia" se vieron en todo el mundo, estas lecciones no sólo se aplican al cine. (FIN/IPS/tra- eng/fah/ego-aq/cr/98)