En cinco años, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) cumplió su objetivo central de aumentar el comercio, en tanto las otras metas, como desarrollo laboral, cooperación y defensa del ambiente, quedaron relegadas.
Los expertos vaticinan que para 1999, el TLC, integrado por Canadá, Estados Unidos y México, seguirá sin mayores tropiezos por su senda de liberalización comercial, aunque esperan algunas dificultades al momento que los socios revisen reglas de origen y negocien políticas antimonopólicas.
En cuanto a los temas sociales, incluidos en los "Acuerdos Paralelos" del TLC, no se prevén mayores cambios, pues "el espíritu del Tratado es esencialmente comercial", dijo a IPS Germán de la Reza, experto en temas de integración de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
A fines de los años 80, los gobiernos de los tres países comenzaron a negociar la firma del TLC y sólo cuando iban a concretarlo, lo que sucedió a fines de 1993, incluyeron temas laborales y ambientales, y eso por presiones políticas, principalmente en Estados Unidos, recordó Ee la Reza.
No hubo tiempo ni interés en negociar la inmigración de indocumentados, mecanismos de cooperación para apoyar a empresas que sufran con la integración, asuntos políticos, de derechos humanos o el avance hacia una unidad monetaria, como sucedió en la Unión Europea.
A cinco años de vigencia del TLC, que se cumplen el 1 de enero, los gobiernos de América del Norte se declaran conformes por las consecuencias comerciales de su sociedad, pues el intercambio casi se duplicó en ese lapso.
El acuerdo, al que pretenden sumarse varios países de América Latina, ha sido "toda una bendición" para México, según el gobierno, opinión que no comparten sectores de oposición y organizaciones civiles, sindicatos y académicos reunidos en la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC).
La RMALC sostiene que el TLC agravó la dependencia de México respecto de Estados Unidos, no solucionó el desempleo y alejó al país del resto de América Latina. Además, dicen los críticos, no promovió el desarrollo de la industria nacional sino que, por el contrario, la desmanteló ante la fuerza del capital extranjero.
Los acuerdos indican que hasta el 2012 se habrá liberado todo el comercio norteamericano desde el punto de vista arancelario, lo que no evitará sin embargo que sigan existiendo normas paraarancelarias, como medidas fitosanitarias o reglas de origen drásticas.
Según el calendario del TLC, en enero deberán revisarse las reglas de origen vigentes para perfeccionarlas y más adelante tendrán que definirse políticas antimopólicas con la intención de atenuar las causales por las que se plantean diferencias por dumping (comercio desleal).
El TLC actúa como modelo en la negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que debería operar desde el 2005. Las mesas de discusión y los mecanismos planteados para avanzar en la liberalización coontinental son similares en nombre y alcance a los establecidos en el pacto norteamericano.
Aunque el TLC no aumentó el empleo en los niveles ofrecidos, su comercio se concentró en productos maquilados y menos de 10 por ciento de sus empresas logran exportar, los funcionarios mexicanos hablan de éxito.
Gracias al acuerdo, el país latinoamericano incrementó su comercio de 120.000 a más de 200.000 millones de dólares anuales y logró constituirse en el segundo socio comercial de Estados Unidos, un lugar que ocupó Japón antes de 1994.
Hoy, las exportaciones de Estados Unidos a México llegan a más de 82.000 millones de dólares anuales, 23 por ciento más de lo que ese país obtiene por sus ventas hacia todo el resto de América Latina.
El promocionado éxito comercial entre los vecinos no logró sin embargo ocultar dificultades que se agravaron los últimos cinco años en otros frentes de la integración, como el combate al narcotráfico, la migración de indocumentados y el cumplimiento de acuerdos laborales y ambientales.
Los gobiernos de Estados Unidos y México aseguran que pronto superarán las dificultades extracomerciales, pero políticos y expertos creen que pasarán muchos años antes que eso ocurra, pues entre los dos países hay grandes diferencias en desarrollo tecnológico, sociales, educativas y laborales.
"El TLC es un acuerdo al que la compleja realidad social, económica y hasta cultural siempre lo superará, pues se trata de un instrumento en esencia sólo comercial", advirtió De la Reza. (FIN/IPS/dc/ag/if/98