Japón se dispone a entrar en el lucrativo negocio de la compra de emisiones de gases invernadero, y los expertos prevén que el segundo país más rico del mundo pronto se convertirá en protagonista de este tipo de comercio.
"Las compañías japonesas tienen el dinero y la experiencia para ubicarse a la vanguardia de un nuevo negocio llamado comercio ambiental, un negocio que está creciendo porque ofrece una solución práctica para reducir la polución", dijo Naoki Matsuo, del Instituto de Estrategia Ambiental Mundial.
Este permite a los países ricos pagar a los países pobres que producen menos emisiones de gases invernadero, a cambio de parte de sus cuotas para generar dióxido de carbono, el gas nocivo causado por la quema de combustibles fósiles y a los que se atribuye, entre otras causas, el recalentamiento planetario.
El menor grado de industrialización de Rusia le permite reducir en menor grado sus gases invernadero, por lo que figura en un lugar destacado entre los planes japoneses para beneficiarse con el comercio de las emisiones rusas.
El comercio de las emisiones, que algunos consideran el equivalente para comprar el derecho de producir más gases invernadero, fue aprobado en Japón tras la tercera reunión de partes de la convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático, en diciembre de 1997.
Los ambientalistas sostienen que Japón se aprovechará de otro acuerdo de la ONU, denominado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que permite a los países en desarrollo ingresar en el mercado comercial de emisiones.
El MDL permite a "los paises industriales iniciar proyectos en el Sur en desarrollo para ganar créditos (en la reducción de emisiones) para sí mismos y las naciones en desarrollo", explicó Yurika Ayukawa, del Fondo Mundial para la Naturaleza.
"Además, el sistema permite que los créditos sean comerciados con los países ricos, lo cual es el propósito de Japón", agregó.
Funcionarios consideran el comercio de las emisiones como una manera de que Japón alcance los compromisos asumidos para reducir sus gases invernadero y, al mismo tiempo, limitar la carga de las compañías japonesas.
Mediante la "compra" de emisiones Japón puede lograr más rápidamente la reducción de sus gases invernadero que si espera al recorte de las actividades locales, acotaron.
Fuentes ambientalistas dijeron que a Japón le costará unos 20 dólares por tonelada reducida de dióxido de carbono si se las adquiere a Rusia, en comparación con los 200 dólares que debería pagar por tonelada reducida internamente.
"Con esa diferencia podemos ver por qué el comercio de dióxido de carbono resulta tan atractivo para el gobierno y las compañías japonesas", dijo Ayukawa.
Las emisiones japonesas de dióxido de carbono aumentaron un 10 por ciento desde 1990. Empresas que prometieron reducciones voluntarias dijeron este mes que 28 compañías emitieron 133 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono.
Esas cifras implican que recién podrán cumplir con las cuotas de reducción de las emisiones previstas para el año 2000 en el 2010.
El esquema comercial de emisiones con Rusia fue propuesto por el ex primer ministro Ryutaro Hashimoto cuando se reunió con el presidente Boris Yeltsin en abril, en el marco de un pacto económico que incluyó la reducción de emisiones de gases invernadero.
Se prevé que firmas japonesas invertirán en proyectos en Rusia para reducir las emisiones rusas, y luego contar esas reducciones como parte del logro japonés. Japón se comprometió a bajar las emisiones en seis por ciento por debajo del nivel de 1990 entre el 2008 y 2012.
En ese lapso, Rusia, debido a su menor grado de industrialización, sólo debe mantener el nivel de emisiones de 1990. Por lo tanto, tiene tiempo suficiente para llenar su cuota de emisiones de gases invernadero.
"Japon está interesado en Rusia y Ucrania debido a su potencial. Un gran país como Rusia tiene mucho que ofrecer cuando se trata de adquirir cuotas de dióxido de carbono debido a sus bajas emisiones y altas cuotas", explicó Matsuo.
El ministerio de Industria y Comercio Internacional tiene este año un presupuesto de 18,5 millones de dólares para realizar estudios de factibilidad en Rusia.
La Organización para el Desarrollo de Nuevas Energías, asociada con el ministerio, fue comisionada para supervisar el comercio de las emisiones.
Esto incluye no sólo adquirir emisiones por dinero contante, sino también poner en marcha proyectos conjuntos que requieren tecnología ambiental japonesa destinada a la reducción del recalentamiento planetario en Rusia, a cambio de créditos para Japón.
Para empezar, compañías japonesas, como firmas de electricidad y gas, ayudarán a resolver problemas en las anticuadas refinerías rusas de petróleo. También ayudarán al país a dejar de lado aquellas industrias que producen emisiones nocivas y alentar el uso del gas en lugar de los combustible fósiles.
Grandes compañías comerciales japonesas ya están involucradas en la venta de dióxido de carbono con Rusia, actuando de intermediarias entre firmas compradoras y vendedoras.
El comercio de emisiones resulta cómodo al gobierno, pero irrita a los ambientalistas. Este negocio no significa una baja en la producción de dióxido de carbono, sino que sólo conduce a una política de baja energia, adujeron.
Los activistas también critican el comercio de las emisiones, el cual los países ricos podrían realizar con la presunción de que podrán aumentar la producción propia de dióxido de carbono. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/ego-aq/en/98)