AFRICA: Nueva meta para alimentos modificados genéticamente

Africa es el nuevo objetivo de compañías trasnacionales en busca de mercados para vender alimentos modificados genéticamente que fueron rechazados en otros lados, denunciaron organizaciones ambientalistas reunidas en este país.

La resistencia de Europa y zonas de Asia llevó a las grandes corporaciones que negocian con la ingeniería genética a considerar a Africa como mercado potencial para sus productos, incluso alimentos y semillas, advirtió Liz Hosken, de la británica Fundación Gaia.

El continente "es un punto débil porque la gente aún no está enterada de los peligros que presentan los productos modificados genéticamente", dijo Hozken ante la primera Conferencia Verde Euro-Africana celebrada en Nairobi esta semana.

"Esperamos que la reacción europea ayude a Africa a darse cuenta de los peligros de la ingeniería genética y que provoque su propia resistencia", añadió.

Hosken advirtió a los países africanos que estén atentos a un nuevo tipo de semilla que las compañias trasnacionales están desarrollando con ayuda de los gobiernos de Estados Unidos y Japón que, aseguró, haría depender a los países africanos de las corporaciones.

La semilla, producida mediante la tecnología del denominado "gen terminator", se puede plantar sólo una vez, ya que la segunda generación no germina.

Hosken sostiene que la tecnología terminator se diseñó para impedir que los agricultores utilicen sus propias semillas y tengan que comprarlas a las compañías cada vez que quieran plantar de nuevo.

Hosken y otros activistas intentan impedir la prueba en Europa de una variedad alterada de semilla de soja, por temor a que el gen modificado afecte a otros cultivos.

Pero la mayor amenaza radica en la privatización que ocurre en la actualidad en Africa entre las empresas estatales de distribución de semillas, que son adquiridas por las mismas trasnacionales que negocian con la ingeniería genética, afirmaron.

La conferencia reunió a organizaciones ambientales y partidos verdes africanos que expresaron su inquietud por la penetración en el continente de las trasnacionales, que ya empiezan a controlar los sistemas de distribución y oferta de semillas.

"No sabemos aún si la tecnología del gen terminator se utiliza en Africa, pero parece que (las trasnacionales) ya están creando la estructura necesaria para ofrecer su tecnología", afirmó un delegado de Malí.

Sólo Malawi resistió el intento de compañías como la estadounidense Monsanto de acaparar la oferta y la distribución de las semillas, explicó otro delegado.

En Zimbabwe, por ejemplo, todas las empresas estatales de semillas fueron adquiridas por intereses comerciales, que sólo producen semillas híbridas, según la activista de ese país Patience Goredena.

La ambientalista de Kenia Wangari Maathai cree que 90 por ciento de la comida importada que consume la elite de los centros urbanos del país está modificada genéticamente.

Así mismo, Monsanto tomó el control de un proyecto de ingeniería genética del banano en la Universidad de Tecnología Agrícola Jomo Kenyatta, informó.

Las semillas podrían utilizarse como arma política por las compañías para "matar de hambre" a los países pobres, sostuvo Maathai.

"El problema con la tecnología terminator es que se puede utilizar fácilmente como arma política contra los países pobres, así como nuestra gente se está muriendo porque no pueden pagar los fármacos contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida)", comentó.

El comercio de productos modificados genéticamente es respaldado por el acuerdo sobre los Aspectos Comerciales de los Derechos de Propiedad Intelectual (ACDPI) de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El ACDPI, que entró en vigor en 1995 y estableció por primera vez derechos internacionales de propiedad intelectual sobre la diversidad biológica, también obliga a los estados miembros de la OMC a aceptar las solicitudes hechas por compañías o individuos para adquirir patentes o derechos monopólicos sobre variedades de plantas.

Si no se aplica el acuerdo, que los países en desarrollo deben llevar a la práctica para el 2000 y los más pobres para el 2005, entonces se adoptarán sanciones comerciales contra los estados infractores, explicaron los delegados.

A pesar de la alarma de los activistas, aún quedan esperanzas para Africa, sostuvo Methin Zewdu, del Instituto de Conservación e Investigación de la Biodiversidad, de Adis Abeba.

Etiopía redactó un marco sobre los derechos comunitarios y el acceso a los recursos biológicos, basado en la Convención sobre Diversidad Biológica para Africa, que fue aprobada este año por la Organización de Unidad Africana, indicó.

La Convención sobre Diversidad Biológica reconoce, a diferencia del ACDPI, los derechos de la comunidad y los países sobre sus recursos biológicos. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/aq/en/98

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