VENEZUELA: Elecciones el domingo bajo el embrujo de máquinas

Las elecciones regionales y parlamentarias de este domingo en Venezuela están signadas por el debut de máquinas escrutadoras de las complicadas boletas de votación y por la observación internacional del que se considera el más difícil proceso en 40 años de democracia.

El embajador de Estados Unidos, John Maisto, comprobó personalmente el funcionamiento de una máquina escrutadora en el centro de Caracas, y el ex presidente estadounidense Jimmy Carter llamó a los perdedores a prepararse para reconocer los resultados: ambas son imágenes absolutamente inéditas en Venezuela.

Con unas 400 organizaciones participantes y decenas de miles de candidatos, casi 11 millones de votantes deberán escoger el día 8 a 23 gobernadores de estados, 48 senadores y 189 diputados nacionales, así como a 391 legisladores regionales.

Esos comicios son, desde el punto de vista político pero también del técnico, una prueba para la elección del presidente de la República, el 6 de diciembre, entre 14 candidatos.

Los aspirantes a la presidencia que encabezan las encuestas, Hugo Chávez -ex comandante de una cruenta asonada en 1992- y Henrique Salas -que fue gobernador del estado industrial de Carabobo- ofrecen, en distintas versiones, una redistribución del poder que afectaría el predominio de 40 años de los grandes partidos tradicionales.

El radicalismo de la campaña ha transmitido a los venezolanos la sensación de que no sólo son convocados a reemplazar legisladores o un gobierno por otro, sino a dirimir las bases del poder político, insuflando dramatismo a todo el proceso.

De allí que los detalles técnicos estén gobernados por la necesidad de convencer sobre su transparencia, y tanto el presidente Rafael Caldera -cuyo grupo Convergencia no tiene candidato presidencial- como el Consejo Nacional Electoral, invitaron a observadores internacionales para certificarla.

"Creo que es un sistema muy ágil, rápido y de mucha confiabilidad", dijo Maisto, luego de que la boleta con la que "votó" durante un simulacro el pasado domingo fuera rechazada por la máquina, pues correspondía a otro centro de votación.

En diálogo privado con empresarios y editores, Maisto ha reconocido el interés de Washington en que la automatización funcione eficazmente, de modo que se conozca rápido el resultado y se eviten llamados a la población para defender alegadas victorias, abriendo las puertas a la violencia.

Carter, el más famoso "bombero electoral" del continente, admitió que "el proceso será complicado, debido al gran número de organizaciones y de candidatos participantes, pero señaló que "las máquinas pueden facilitar el proceso".

Agregó que el Centro Carter, que dirige desde Atlanta (Estados Unidos), enviará 25 representantes para observar el proceso y para "ayudar a que tanto ganadores como perdedores acepten los resultados de una manera pacífica".

El brasileño Edgardo Reis, jefe de la misión de la Organización de Estados Americanos, anunció que 16 enviados de esa institución seguirán las elecciones del domingo y 50 las de diciembre. "Yo hago mi propia auditoría del escrutinio para poder decir si los resultados son correctos", advirtió.

El afán por superar toda suspicacia tiene origen en que durante 40 años fueron los partidos políticos los que dirigieron el proceso de votación: integraban el supremo consejo electoral, las juntas electorales en las regiones y las mesas que recogían los votos.

Luego de procederse hace una década a la descentralización y la elección separada de gobernadores y alcaldes, se multiplicaron las denuncias de fraude, con alegatos de escamoteo de votos durante el escrutinio, popularizándose un dicho para resumir ese delito electoral: "Acta mata voto".

Esos resultados locales, definidos a veces por un puñado de votos, dieron pie a una montaña de reclamos ante la Corte Suprema de Justicia y, en 1995, obligaron a militarizar dos regiones del país para evitar que se desbordase la violencia.

Los precedentes aumentaron las precacuciones frente a los comicios regionales de este domingo que, en caso de reeditar las denuncias y demandas de fraude, junto con las medidas de orden público que seguirían, cargarían de tensiones el ambiente de cuenta regresiva para las presidenciales de diciembre.

El Congreso saliente, a marchas forzadas, reformó la ley electoral para integrar un Consejo Nacional Electoral con figuras independientes, y las juntas regionales y las autoridades de mesas se confiaron a ciudadanos escogidos por sorteo.

Pero muchos ciudadanos se desentendieron de la convocatoria y otros se presentaron con retraso al entrenamiento necesario. Las órdenes para el novel "servicio electoral obligatorio" se enviaron por correo y en numerosos casos, a decir de escuchas de programas radiales de opinión, no fueron recibidas.

Por ello, representantes de los partidos nuevamente dirigirán muchas mesas ante electores que estrenarán el nuevo mecanismo.

Cada votante recibe dos boletas (para el parlamento y para gobernador) de 21 por 48 centímetros, en las que están impresos rectángulos con los colores y símbolos de cada organización. Debe rellenar con un lápiz que le suministra la mesa un óvalo al lado de los rectángulos de su preferencia.

Luego debe cubrir sus boletas con una carpeta, desprenderles pestañas que identifican su mesa, e introducir esos tarjetones con su voto en la máquina escrutadora. La máquina, un terminal de computadora, hace una lectura óptica del sufragio y al final de la jornada imprime un acta con los resultados.

Estos se transmitirán al centro regional de cómputos, que hará la suma. En caso de fallas, el escrutinio será manual.

Pruebas realizadas el domingo en 3.198 de las 7.000 máquinas que servirán a más de 22.000 mesas mostraron entre tres y 10 por ciento de operaciones erróneas. Nuevas pruebas se efectuarán este jueves, para corregir las fallas, indicó Rafael Parra, presidente del Consejo Electoral.

El tarjetón lleno de rectángulos favorece a los partidos tradicionales, ubicados en los primeros puestos y con colores definidos, en tanto las nuevas formaciones quedan rezagadas en la boleta y deben apelar a una compleja combinación de color, símbolos y letras no siempre colocadas según su pedido.

Otro actor de los procesos electorales en Venezuela son las Fuerzas Armadas, que en cada instancia velan por el orden y la seguridad -a cada jornada electoral, el país es prácticamente militarizado- y prestan apoyo logístico, movilizando el grueso de sus efectivos, 70.000 en esta oportunidad.

En el pasado se les confió el traslado de las actas de escrutinio, lo que ya no será necesario en 80 o 90 por ciento de los casos, dependiendo de cómo funcione el mecanismo automático.

Ese detalle es importante, porque hace varias semanas, Chávez y mandos militares polemizaron acerca de reconocimiento de resultados, proyectos de asonadas y supuestos planes para asesinar al comandante del Ejército y yerno de Caldera, el general Rubén Rojas.

Caldera, en una intervención rápidamente aceptada por los candidatos, ansiosos de proseguir su campaña, liquidó la discusión asegurando que las Fuerzas Armadas, bajo su mando, reconocerán el resultado de los comicios, gane quien gane. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98

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