El proceso electoral de Venezuela, que estrenará independencia y automatización este domingo, se convirtió en un vía crucis para los ciudadanos que atenderán los centros de votación y en una nueva cantera de oportunidades para los partidos dueños de la escena política desde hace 40 años.
La jornada dominical, en la que casi 11 millones de electores convocados estrenarán boleta y método de votación, servirá para escoger entre 36.000 candidatos de 451 organizaciones a gobernadores de estados, senadores y diputados al Congreso nacional, y legisladores estaduales.
Las 22.965 mesas recolectoras de votos deberían ser conducidas por juntas de ciudadanos independientes escogidos al azar, pero no será así en millares de casos, debido al desorden de las autoridades encargadas de reclutarlos, entrenarlos, acreditarlos y dotarlos de los materiales para trabajar.
Este sábado todavía el propio presidente del Consejo Nacional Electoral, Rafael Parra, ofrecía declaraciones que la realidad contradecía: "Las credenciales de los miembros de las mesas serán entregadas en los centros de votación por los militares que los custodian", dijo el funcionario.
Pero a las puertas de la Junta Electoral Regional de Caracas, directivos de mesas formaban colas lentísimas y de más de 300 metros en espera de recibir su credencial.
Luego deberían ir a los centros donde militares del "Plan República", que vigila y presta apoyo logístico al proceso, les entregarían el material para atender a los centenares de electores de su mesa el domingo.
Sólo 45 por ciento de los miembros del nuevo servicio electoral obligatorio fueron capacitados para su función, reconocieron las autoridades electorales este sábado.
"Están jugando con nosotros", dijo una ciudadana a las puertas de la Junta caraqueña. "El jueves recibí el telegrama avisándome que era autoridad de mesa, y el viernes vine a recoger mi credencial y no me alcanzó el tiempo en la cola".
Llegó a las puertas de la Junta al amanecer, pero "los funcionarios que entregan las credenciales se prsentaron varias horas después. Queremos colaborar, pero esto es el colmo".
Anelis Gómez, secretaria de la Junta, dijo a IPS que el Consejo Electoral ha actuado "con inexperiencia y falta de colaboración" en la distribución de credenciales y la conformación de las mesas por sus integrantes.
"El problema es que los venezolanos dejan todo para última hora", señaló Miriam Kornblith, vicepresidenta del Consejo, sin tomar en cuenta que fue ese organismo el que entregó las credenciales el viernes en la tarde.
Sobre el hecho de que los testigos partidistas obtuvieron sus carnets sin problemas, Kornblith explicó que, "como son grupos formados, organizaron su gente con antelación suficiente".
Reportes de radio y televisión dieron cuenta de situaciones semejantes en todo el país. Mientras las autoridades cruzaban instrucciones contradictorias, desertaban muchos seleccionados para dirigir las mesas.
Lo que parecen juegos de formalidades por cuestiones de detalle, son en realidad heridas en el corazón de proceso: hastiados de denuncias de fraude, los venezolanos esta vez fueron convocados a votar ante autoridades independientes, y se les ofreció un escrutinio transparante y automatizado.
Por cada independiente que se ausente, un militante de una organización partidista ocupa su lugar. Desde ese privilegiado sitio podrá instruir al elector acerca de lo que debe hacer para votar, y en caso de que fallen las máquinas, se abocará junto con sus colegas a un escrutinio manual muy desprestigiado.
El retraso y la acumulación para la última semana de los procesos de selección, entrenamiento, acreditación y entrega de material responderían a "una combinada maniobra de Acción Democrática (AD) y Copei (los partidos tradicionales)", denunció Emilio Rondón.
"La maniobra busca que fracase la experiencia de despartidización de las mesas. Es una burla a los electores y a las nuevas fuerzas políticas", afirmó Rondón, dirigente del nuevo partido Renovación, una escisión de AD.
Los partidos tradicionales conservarán, según las encuestas, gran parte de su actual fuerza regional y parlamentaria, pero de cara a las elecciones presidenciales del 6 de diciembre, sus candidatos están rezagadas respecto de los independientes Hugo Chávez y Henrique Salas.
Otro capítulo del vía crucis en que ha devenido el proceso se vivirá una vez que comience la votación de este domingo, pues cada elector recibirá dos boletas repletas de rectángulos impresos con colores y símbolos que representan las candidaturas.
Al lado de cada rectángulo, hasta seis veces debido a la multiplicidad de cargos a elegir y de combinaciones posibles, el elector deberá rellenar pequeños óvalos, según su preferencia, con un lápiz especial que le entregará la autoridad de mesa.
"Es un tarjetón realmente difícil", opinó el ex presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, quien la semana pasada visitó Caracas en representación del Centro Carter, de Estados Unidos, uno de los observadores invitados al proceso.
El ex presidente estadounidense Jimmy Carter advirtió, en la misma oportunidad, que "se presentarán confusiones este domingo, por la gran cantidad de partidos y candidatos a elegir". Aunque "no creo que haya fraude", agregó.
Michael Magan, del Instituto Republicano Internacional, también de Estados Unidos, comentó que "las boletas son difíciles de entender". Existe temor de que los electores consuman demasiado tiempo en el ejercicio de su voto, y que las largas colas desanimen entonces la participación.
Al vía crucis se suma finalmente la aprensión por la violencia que puedan generar las dificultades del proceso si se produce una victoria muy ajustada en estados como el de Zulia (oeste petrolero), cuya Junta Regional fue intervenida por el Consejo Nacional Electoral este sábado.
Conjurar la violencia es una tarea encomendada a los militares – en un proceso en el que también por primera vez un oficial retirado, Chávez, líder de una cruenta asonada en 1992, es favorito para ganar la presidencia en diciembre-, que han desplegado 70.000 efectivos, de acuerdo con su Plan República.
Pero, para pesar de todos, siete personas, de ellos cinco soldados, murieron la última semana cuando nerviosos efectivos del Plan República dispararon sus armas en incidentes de suicidio, asesinato de compañeros y muerte de presuntos asaltantes en las vecindades de los recintos que cuidaban. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98