El grupo estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) sostiene su política de asociación de negocios con operadores privados y la perspectiva de una alianza estratégica con otra transnacional, destacaron hoy fuentes de la industria.
Pero, en cambio, la posibilidad de una fusión al estilo de la protagonizada en agosto por British Petroleum (BP) y la estadounidense Amoco "es totalmente imposible" bajo el actual estatuto de PDVSA, advirtió José Toro, uno de sus directivos.
PDVSA "es totalmente propiedad del Estado venezolano, y en tanto mantenga tal carácter, no es posible una fusión como BP- Amoco, con sumatoria de patrimonios, compenetración de intereses y constitución de una nueva empresa", dijo Toro.
Más aún, "ni la (junta) directiva de PDVSA ni el gobierno han planteado tal posibilidad", observó Toro al diario El Globo, de Caracas. Recordó que modificar la ley que creó PDVSA con la nacionalización de la industria en 1976 o privatizar la firma "es un proceso de años, que deberá sancionar el parlamento".
Tras la nacionalización, PDVSA monopolizó el negocio y se mantuvo al margen de toda sociedad, hasta que en 1983 comenzó su "internacionalización", asociándose con su similar alemana Veba Oel para operar refinerías y redes de distribución en Europa.
Al paso de los años, las operaciones con base en propiedades adquiridas en el exterior se convirtieron en un jugoso negocio, cuya veta más vistosa es Citgo, un complejo de refinación en Estados Unidos propiedad cien por ciento de PDVSA y que abastece a unas 15.000 estaciones de servicio.
El estallido de la crisis económica de Asia en 1997 dio comienzo a una época de "vacas flacas" para los negocios petroleros en el mundo, con una depresión de precios particularmente dura para los exportadores: Venezuela, por ejemplo, recibirá este año 11.000 millones de dólares, en vez de 18.000 millones, como ingreso petrolero.
Pero también las corporaciones privadas presentan desbalances. La angloholandesa Shell, por ejemplo, cree que ganará 316 millones de dólares en vez de los 531 millones de 1997, y BP llegó a la fusión con Amoco con una merma de 26 por ciento en el conjunto de sus operaciones.
La nueva "guerra" ya no muestra episodios como las luchas entre una o varias de las "siete hermanas" (las corporaciones dueñas del negocio hasta los años 70) por el control de territorios -incluso apoyando o combatiendo gobiernos- sino movimientos hacia la concentración de capital y tecnología.
Una muestra es la fusión BP-Amoco, conformando una nueva empresa con 110.000 millones de dólares de capital, pero también lo son la multiplicación de "joint ventures" para negocios específicos, como la explotación de yacimientos nuevos o no convencionales en la apertura petrolera venezolana.
El mapa petrolero de Venezuela es desde 1996 un tejido de siglas con PDVSA haciendo de socio de algunas firmas privadas o dejando a éstas áreas de negocio en las que, al lado de los viejos gigantes como Exxon y Shell, aparecen operadores japoneses o del Sur en desarrollo, como la argentina Pérez Companc.
"Nosotros no deberíamos descartar la posible conveniencia de una alianza grande, tipo BP-Amoco, para tener un posicionamiento más definitivo a nivel mundial", dijo al semanario Primicia el presidente de PDVSA, Luis Giusti.
"Sé que estas cosas son cuesta arriba en Venezuela", admitió Giusti, "pero desde el punto de vista de un negocio con orientación hacia el futuro, deben considerarse".
Giusti aludió así a la campaña electoral que vive Venezuela – con comicios regionales este domingo y presidenciales en diciembre- y a la perspectiva de que asuma el poder el candidato favorito de las encuestas, Hugo Chávez.
Chávez, un teniente coronel retirado que encabezó una cruenta asonada en 1992, tiene una propuesta económica considerada de tinte nacionalista y populista. Ofreció revisar planes de PDVSA que considera sobredimensionados y relevar a Giusti.
Otro portavoz que mostró la posibilidad de una alianza fue el ministro de Energía, Erwin Arrieta, para quien "se abren nuevos espacios de interacción, y todos se van a sorprender de las alianzas que surgirán en el mercado petrolero internacional".
"No puedo adelantar nada", dijo Arrieta, "pero diferentes empresas y países entrarán no en 'mergers' (fusiones), pero sí en alianzas de espacios comerciales".
En el caso de Venezuela, su "espacio petrolero" se basa en su condición de mayor proveedor hemisférico para el mercado de Estados Unidos, del que se halla mucho más cerca que sus competidores del Golfo Pérsico o Arábigo.
También cuenta con la posibilidad de que un crecimiento económico aparejado a la integración económica y comercial amplíe un "mercado natural": América Latina y el Caribe.
Mientras empresas estadounidenses y venezolanas hacen negocios – en alguna ocasión interferidos por demandas proteccionistas-, Caracas y Washington impulsan una especie de "ALCA energético", en paralelo a las negociaciones del hemisferio para conformar, en el 2005, el Area de Libre Comercio de las Américas.
En cuanto a la oferta de PDVSA, su primer atractivo para las corporaciones candidatas a socio es el volumen de sus reservas probadas, 75.000 millones de barriles, siete por ciento del total mundial. Puede agregar 270.000 millones de barriles de crudos pesados como reservas probables.
El valor de sus activos en libros es de 48.000 millones de dólares -PDVSA no ha dividido su capital en acciones y no cotiza en bolsa alguna-, pero Giusti recordó que estimados de mercado siempre ubican su valor sobre los 180.000 millones de dólares.
Publicaciones especializadas como Petroleum Intelligence Weekly ubican a PDVSA como la segunda petrolera del mundo, después de la saudita Aramco y por encima de Shell y Exxon. Estas, sin embargo, junto a BP y Dupont (Conoco) la superan en el Dow Jones Index de octubre. (FIN/IPS/jz/ff/if/98