La emigración furtiva de unos 10.000 indígenas recolectores de café de Panamá a Costa Rica en busca de mejores condiciones de trabajo puso en peligro la cosecha del grano, el tercer rubro de exportación agrícola de este país.
Esta es la segunda ocasión en esta década en que los miembros de la étnia ngobe-buglé realizan un éxodo masivo hacia Costa Rica en procura de condiciones laborales y de atención sanitaria, que cada vez se torna más deficiente en las fincas cafeteras panameñas.
Así lo indicó el director regional del Ministerio de Planificación y Política Económica de la occidental provincia de Chiriquí, Marcos Rosas.
"Algunos productores aceptan que las condiciones de vida no son las mejores y (que) eso no (les) ha permitido retener la mano de obra de los indígenas", dijo Rosas, al advertir la situación grave que causará la emigración de dos terceras partes de los recolectores ngobe-buglé hacia Costa Rica.
La mayoría de las fincas cafeteras de Chiriquí carecen de puestos de salud, de agua potable y dormitorios para sus obreros, lo cual, aunado a la humedad que predomina en esa zona, aumenta el riesgo de enfermarse, señaló un portavoz de los indígenas.
Los empleadores tampoco cumplen con el requisito de afiliación de los trabajadores al Seguro Social.
Rosas explicó que las plantaciones de café de Costa Rica ofrecen mejores condiciones de trabajo y alojamiento y atención sanitaria a los obreros.
"Los cafetaleros costarricenses pagan seis dólares (diarios) a los cosechadores indígenas, y pese a que el pago por lata de café recogida es mejor en Panamá, ellos prefieren un mejor trato de salud", precisó el funcionario.
Los cafetaleros panameños pagan entre 1,25 y dos dólares por lata de once kilogramos recolectada. Una familia indígena puede ganar más de 50 dólares semanales.
Unos 15.000 ngobe-bugle participan todos los años en la recolección de café en unas 8.000 pequeñas y medianas fincas localizadas en las llamadas tierras altas de Chiriquí. Allí se produce 90 por ciento de los cerca de 150.000 sacos de 60 kilogramos de café exportados anualmente por Panamá.
En la recolección participan familias enteras de ngobe-bublés, que se han convertido con el correr de los años en verdaderos expertos en retirar los delicados granos de café arábico y robusto producidos en las fértiles tierras altas de Chiriquí.
Panamá obtuvo hasta agosto 25,8 millones de dólares por la exportación de unos 141.000 sacos de café a Europa y Estados Unidos, informó el Ministerio de Desarrollo Agropecuario.
El café es actualmente el tercer rubro de exportación agrícola de este país, detrás del banano y el azúcar, que aportan unos 150 millones y 35 millones de dólares anuales, respectivamente.
Además del café para la exportación que se cultiva en Chiriqui, otros 75.000 sacos, destinados al consumo local, se producen en la occidental provincia de Veraguas, en las centrales Cocle, Herrera y Los Santos, en la de Panamá y en la caribeña provincia de Colón.
Benjamín de Dianous, propietario de una plantación de café en la región de Boquete, en Chiriquí, afirmó que la cosecha de este año se puede convertir en un desastre, debido a la falta de mano de obra y a la pérdida de alrededor de un 25 por ciento de los granos a causa del exceso de lluvias que produjo el huracán Mitch.
Otro aspecto que va a conspirar contra el buen resultado de la cosecha de esta temporada, según De Dianous, son los precios internacionales, que "están deprimidos" y por debajo de los 135 dólares el saco de 60 kilogramos.
El precio internacional del café llegó a 246 dólares el saco en 1995.
De Dianous indicó que los bajos precios producen una reacción en cadena entre los productores de café, pues los torrefactores, al disminuir sus utilidades, pagan menos a los productores y éstos a su vez reducen su pago por cada lata recolectada.
Este año los torrefactores están pagando 3,80 dólares la lata de 11 kilogramos, un precio que De Dianuos considera "muy reducido", compadado con la época de bonanza de 1995, cuando llegó a abonarse ocho dólares por lata. (FIN/IPS/sh/ff/dv/98