MEXICO: Quinto año de gestión de Zedillo comienza con más pobreza

El presidente de México, Ernesto Zedillo, comenzará este martes su quinto y penúltimo año de gestión con un país que se empobrece y una difícil perspectiva política.

Al cumplir cuatro sextas partes de su mandato, Zedillo, un economista de 47 años que al asumir el cargo prometió que el "éxito económico no quedará en estadísticas", exhibe logros en las grandes cifras, pero retrocesos en áreas sociales.

La economía ya superó lo peor de la crisis que estalló a fines de 1994 y pasó de una caída de 6,2 por ciento a un repunte promedio anual de 5,5 por ciento. Sin embargo, el número de pobres aumentó de 1994 a 1998 en cuatro millones, según la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara de Diputados.

De los 96 millones de habitantes de México, el mayor país de habla castellana del planeta, más de la mitad son pobres y al menos 26 millones viven en pobreza extrema.

Para el presidente, "tener sensibilidad social es dejar que los sentimientos usurpen el sitio que le corresponde a las decisiones de Estado", sostuvo el escritor Carlos Monsiváis.

Zedillo, cuya actuación semeja a la de un profesor "todo el tiempo dando clases, regañando, enmendando yerros y revisando tareas escolares", proyecta finalmente un perfil, un "zedillismo" que eleva a la economía como lo supremo y desprecia la política y lo social.

El gobierno procura hace varias semanas que la Cámara de Diputados, dominada por la oposición, apruebe el proyecto de presupuesto para 1999, en el que incluye medidas de ajuste y sacrificio social para mantener las finanzas en equilibrio ante a la caída de los precios internacionales del crudo.

Desde los opositores hasta sus correligionarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el gobierno desde 1929, objetan el proyecto y piden a las autoridades mayor tacto político para concertar sus planes y menos dogmatismo económico para aceptar cambios en sus propuestas.

Aunque su tono con la oposición ha variado de duro a concialiador y no generó hasta ahora conflictos que paralicen el país, en los hechos el trato político de Zedillo camina hacia un estancamiento, pues no acepta otros puntos de vista y pone a la economía sobre todo, opina el analista Carlos Montemayor.

En un escenario electoral competitivo, donde el PRI ya no es el partido que otrora ganaba siempre, el mandatario tiene por delante los comicios presidenciales del 2000, a los que ya se han lanzado varios precandidatos y en los que, según encuestas, la oposición cuenta con grandes posibilidades.

A diferencia de sus antecesores, Zedillo promete que no influirá en la designación del candidato presidencial del PRI y afirma que hasta el último momento de su mandato tomará, si es necesario, medidas económicas duras.

"Se gobierna con responsabilidad y no para ganar popularidad" es una de las máximas del mandatario, idea que estaría generando tensiones dentro del partido oficial, apuntan los analistas.

Las actitudes populistas caracterizaron siempre el cierre de gestión de los anteriores presidentes de México, mientras el inicio de cada nuevo período estuvo marcado por medidas de ajuste.

Zedillo, quien engrosa la fila de los llamados tecnócratas del PRI, también tomó esas medidas a fines de 1994, pero promete que su sucesor estará ya libre de la responsabilidad, pues, afirma, el país estará en crecimiento, con deudas manejables y finanzas sanas.

Desde que comenzó su gestión, Zedillo, entonces un joven graduado de la estadounidense Universidad de Yale con escasa experiencia política, puso la economía como su prioridad.

En lo político, con un estilo menos acartonado y más reservado que su antecesor Carlos Salinas (1988-1994), continuó las reformas electorales iniciadas años atrás, lo que conllevó una mayor transparencia en los procesos y triunfos sin precedentes de los partidos de oposición.

En el tintero va dejando la solución del conflicto con la guerrilla zapatista del estado de Chiapas y la firma de un acuerdo nacional con los partidos para realizar reformas políticas de fondo y definir una "economía de Estado", según él mismo propuso.

Al fragor de la lucha electoral y política, lo único que la oposición reconoce como virtud de los cuatro años de gestión de Zedillo son su austeridad y honradez personal, el abandono de posturas y ceremonias que antes elevaban al presidente de México al rango de un rey y la apertura a la libertad de prensa.

Hoy, las amarras de la censura en los medios de comunicación, que por mútiples frentes se mantuvieron más de 40 años, están rotas, la mayoría de políticos e intelectuales hablan sin problemas y los periodistas trabajan sin presiones, al menos directas. (FIN/IPS/dc/mj/ip/98

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