HONDURAS: El olor de la muerte cubre el sur

El sur de Honduras, que en los últimos seis años se perfiló como nuevo foco de desarrollo económico, es ahora una región destruida, en la que se siente el olor de la muerte.

Las aguas del río Choluteca, embravecidas por el huracán Mitch, crearon en el sur playas artificiales y arrasaron aldeas, hombres y mujeres. El huracán acabó con la economía de un área que prosperaba con apoyo en crecientes exportaciones no tradicionales de melón, camarón y sandía.

El puente que llevaba a la ciudad de Choluteca, a 198 kilómetros de Tegucigalpa, es sólo un amasijo de hierros.

El Mitch, un ciclón de categoría 5, la mayor en la escala de medición de huracanes, causó en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua daños incalculables y 23.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos.

Honduras fue el país más afectado, pues el huracán cubrió su territorio por completo, sin evitar ningún distrito. La mayoría de los muertos que dejó Mitch a su paso por América Central eran hondureños.

Mitch hizo retroceder 50 años a esta nación centroamericana, al destruir o dañar 70 por ciento de su aparato productivo y acabar con su infraestructura vial y sistemas de energía y agua potable. "Hemos perdido medio siglo" en sólo tres días, dijo el presidente Carlos Flores.

Zonas relativamente prósperas del litoral atlántico de este país de 5,8 millones de habitantes, uno de los más pobres de América Latina, desaparecieron del mapa, y los valles agrícolas están inundados.

Estimaciones preliminares indican que serán necesarios unos 2.000 millones de dólares para reconstruir viviendas, rutas, puentes y el aparato productivo.

En la sureña localidad de Choluteca, Elizabeth Zúniga, de 27 años, llora al ver los restos de su ciudad y de su casa, la que abandonó en la noche del 30 de octubre.

"Cuando el río rugió, de una forma tan horrible, apenas pude sacar (de la vivienda) a mi hija, y llevarme tres mudas de ropa", dijo Zúñiga a IPS.

"Perdí todo, mi casa, mis documentos, mis cosas. Nunca me imaginé un desastre de tal magnitud, los cholutecas no creíamos que el río nos iba a traicionar, arrancando nuestras esperanzas de progreso y alegría", agregó.

"Gracias a Dios, estoy viva, pero hay zonas aquí que desaparecieron. Muchas personas pedían ayuda, angustiadas, porque el río las ahogaba", dijo, con lágrimas.

Zúñiga, una conocida periodista en su región, comparte ahora pan y agua con otros habitantes de Choluteca que lo perdieron todo en la inundación. Por la noche duerme en el suelo, porque no hay camas en los albergues de emergencia.

Más al sur aún, en el municipio de Morolica, lo único que queda en pie son la iglesia y cuatro casas. El resto se lo tragó el río.

Morolica está a una hora de Choluteca, la cabecera del departamento del mismo nombre. De de la noche a la mañana desapareció, y si bien la mayoría de sus 2.000 pobladores lograron salvarse, se resisten a regresar a la zona, porque temen "morir" con su ciudad.

"Nuestro pueblo se perdió. No pude hacer nada para salvarlo del río. Me siento mal, porque si bien salvé a mucha gente y la única ropa que tengo es la que me ve puesta, me cuesta creer que ya no tenemos ciudad", dijo llorando a IPS el alcalde de Morolica, Ramón Alberto Espinal.

Espinal, de 42 años, aseguró que convencerá a su pueblo de regresar a la zona del desastre y fundar "la nueva Morolica".

"Así quiero que se llame, porque debemos demostrarle a ese tal Mitch, que no estamos vencidos", agregó.

El gobierno señaló que la zona sur fue la más devastada por el huracán, debido a las aguas acumuladas por el río Choluteca, que llega también a Tegucigalpa y fue junto al río Chiquito causante de los grandes daños en la capital.

Tegucigalpa ya no es la misma. El centro quedó prácticamente destruido y antiguas y populosas zonas residenciales se derrumbaron o hundieron en el lodo.

Grupos de rescate compuestos por voluntarios hondureños y mexicanos buscan con perros entrenados los cadáveres que quedaron bajo el lodo y los escombros en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

Mientras, en el sur se cuentan 224.000 damnificados, los muertos empiezan a flotar en el río y se cree que sólo en Choluteca, unas 2.000 personas murieron ahogadas.

Para llegar a la zona sur, una zona normalmente seca y áspera, IPS tuvo que cruzar puentes derrumbados y riachuelos ahora inofensivos que hace una semana fueron temibles torrentes.

Las vías de comunicación con Tegucigalpa casi no existen, y no hay mñas que escombros Las Delicias y los Mangos, dos aldeas que los viajeros del sur atravesaban para llegar a Tegucigalpa.

Las Delicias y los Mangos desaparecieron junto a sus habitantes, y a lo lejos de la carretera, o de lo poco que queda de ella, unos niños ofrecen bolsas de mango en procura de algo de dinero.

Más de 15 aldeas fueron destruidas por completo en el Valle, otro departamento del sur, cercano a la frontera con El Salvador. Unos 100 cadáveres fueron recuperados del río Goascorán por militares salvadoreños, pues las autoridades hondureñas no pudieron llegar a ese sitio fronterizo.

México y Cuba, que contribuyeron con medicinas, hospitales móviles, plantas de generación eléctica y alimentos para los casi dos millones de damnificados, son los países que más rápidamente prestaron su ayuda.

El presidente de México, Ernesto Zedillo, evnvió un contingente de militares entrenados en tareas de rescate que, ayudados por perros amaestrados, iniciaron la búsqueda de cadáveres.

La reconstrucción es la consigna del gobierno y de la población, mientras llega ayuda de la comunidad donante y cooperante, que también asiste a Nicaragua, Guatemala y El Salvador.

El Banco Interamericano de Desarrollo anunció préstamos por 160 millones de dólares a 40 años de plazo y cinco de gracia, y con un interés de uno por ciento, para la reconstrucción de Honduras. (FIN/IPS/tm/ff/pr en/98

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