Las esperanzas de que el esposo de Sanita Dindiall aún esté vivo en algún lugar del vasto océano Atlántico son cada vez menores, pero ella sigue esperando noticias desde su humilde casa en esta pequeña localidad de Guyana, situada a 105 kilómetros de la capital, Georgetown.
Sanita no ha sabido de su esposo, Maxwel Bhikham, desde hace dos semanas, cuando el S.V. Fantome, un velero de Florida, Miami, en el que fue tripulante durante 11 meses, desapareció fuera de las costas de Honduras mientras el huracán Mitch causaba estragos en toda América Central.
El gran barco turístico había dejado en Belice 100 pasajeros, principalmente estadounidenses, justo antes de que el huracán llegara a tierra, y luego zarpó con sus 31 tripulantes, en su mayoría caribeños.
El esposo de Sanita es uno de los 11 guyanenses desaparecidos. Las esperanzas de encontrarlos vivos se fueron desvaneciendo con cada día transcurrido desde la desaparición del velero, el 26 de octubre.
A esto se sumó el anuncio de la Guardia Costera estadounidense, la semana pasada, de que abandonaría la búsqueda de sobrevivientes tras haber hallado varias partes del barco, siete chalecos y dos balsas.
Jamaiquinos, antigüeños, vicentinos y trinitarios también se encontraban en el Fantome mientras éste intentaba esquivar la tormenta dirigiéndose a la isla hondureña de Roatan.
Al igual que Sanita, Marcelle August, esposa de Colin August, está furiosa con la compañía propietaria del buque, Windjammer Barefoot Cruises, por haber puesto en peligro la vida de la tripulación.
"Todos en New Amsterdam piensan que el barco debió haber esperado a que pasara la tormenta en lugar de hacerse a la mar. Fue un acto estúpido", dijo Marcelle, de 30 años y madre de dos hijos.
La tragedia generó acusaciones de racismo y explotación por parte de los familiares de los desaparecidos, los cuales piensan que la compañía sólo estaba preocupada por la seguridad de sus pasajeros y no de los tripulantes.
"A los propietarios del barco no les podría importar menos los caribeños. Debían haber dejado en Belice a todos, y no sólo a los pasajeros blancos", señaló Sanita.
"Yo dependía económicamente de mi esposo. Ahora no tengo ingresos", lamentó.
Mientras IPS dialogaba con los dolientes, abogados e investigadores de seguros de Estados Unidos comenzaban a aparecer en New Amsterdam, algunos en busca de trabajo y otros en representación de Windjammer, con sede en Miami.
Tanto Marcelle como Sanita aseguraron que la empresa les ofreció pagarles unos 300 dólares como compensación.
"Es una burla, pero ya contraté a un abogado", dijo Marcelle.
El alcalde de New Amsterdam, Errol Alphonso, prefiere mantenerse al margen del asunto, pero sugirió a los familiares de los desaparecidos que contraten un abogado para defender sus intereses frente a los abogados estadounidenses.
El Fantome estaba valuado entre 10 y 15 millones de dólares. Hace poco había sido remodelado a un costo de seis millones de dólares y provisto de modernos equipos satelitales de navegación. (FIN/IPS/tra-en/pr/bw/cb/ml/hd/98