GUATEMALA: Con el agua al cuello

El huracán Mitch mató a 93 personas y dejó medio millón de damnificados en Guatemala, informó el presidente Alvaro Arzú, en una evaluación al parecer conservadora conocida mientras las lluvias no cesan.

Un sistema de baja presión provocará lluvias continuas sobre la región central, el sur y occidente del país, explicó Edy Sánchez, director del Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología.

Datos extraoficiales mencionan por lo menos 94 muertos adicionales a los que constan en el informe de Arzú, y los Bomberos Voluntarios dicen que no han podido llegar a varias comunidades donde se supone hubo más víctimas.

Solo en el departamento de Escuintla se asegura que hay más de 350.000, mientras que en áreas marginales de la capital, en especial a orillas de barrancos y en las laderas de los cerros, se pedía a los habitantes que desalojaran sus precarias viviendas debido al riesgo de derrumbes.

El presidente Arzú decretó este martes una nueva jornada de suspensión de labores, con excepción de las referidas al rescate y rehabilitación de la infraestructura nacional y a la salud.

Arzú tomó en sus manos la coordinación del Consejo Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), acompañado de sus ministros de Comunicaciones, Salud y Agricultura.

El mandatario se dedica desde el sábado en exclusiva al manejo de la crisis causada por el huracán, y dejó las restantes tareas de gobierno al vicepresidente Luis Flores.

Miles de guatemaltecos respondieron al llamado a la solidaridad realizado por el gobierno con donaciones de víveres, ropa, medicinas y agua potable.

Las regiones más afectadas son Izabal, Zacapa, Alta Verapaz y la costa del Pacífico en el este y parte de Suchitepéquez en el sur.

El Ministro de Salud, Marco Tulio Sosa, manifestó este martes su preocupación por las secuelas que el fenómeno climático pueda provocar en la salud de la población, en especial de enfermedades epidémicas como el cólera, la malaria y el dengue, en los sectores más afectados por la tormenta.

Hasta este martes se reportaron en la capital ocho casos de diarrea aguda que podrían tratarse de cólera. Según Sosa, se cuenta con equipo y personal médico suficiente para atender las emergencias que se puedan presentar.

Se instalaron 65 albergues en todo el país, 43 en el interior y 22 en la capital, así como puestos de auxilio en los que se atiende a más de 27.000 damnificados.

Los asentamientos precarios que rodean la capital fueron las áreas más golpeadas. Casas abandonadas, ríos de lodo, cadáveres y escenas de dolor pintan el triste panorama.

Un grupo de mujeres de la capital veló a los miembros de tres familias vecinas, de los barrancos aledaños, que murieron en la madrugada del lunes bajo toneladas de agua, tierra y piedras.

"Con mis manos logré rescatar a tres de mis hijos", dijo Manuel Xiloj, pero otros tres no tuvieron la misma suerte y murieron soterrados.

Arzú dijo que "la fase crítica dura poco y con salvar la vida la gente se siente agradecida, pero luego viene los más difícil que es la restauración de los servicios".

El mandatario agregó que los daños son considerables y las pérdidas enormes. "No conocemos la magnitud de la tragedia debido a que constantemente llegan reportes de problemas severos en poblados, carreteras, puentes, tendidos eléctricos e incluso en cultivos", dijo.

Mientras, la solidaridad de los guatemaltecos se manifiesta y la comunidad internacional comienza a prometer ayuda, en el aire flota la certeza de que ninguna ayuda será suficiente.

Guatemala, un país de 10 millones de habitantes con uno de los mayores índices de analfabetismo y pobreza del continente (40 y 80 por ciento), ya tenía suficientes problemas que nunca pudo resolver antes del devastador huracán. (FIN/IPS/cz/mj/en/98

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