Los votantes de Estados Unidos frustraron en las elecciones legislativas del martes las esperanzas del Partido Republicano de aumentar sustancialmente sus mayorías en ambas cámaras del Congreso.
En el Senado no hubo cambios, aunque se estimaba que los republicanos obtendrían cuatro escaños más. En la Cámara de Representantes, los demócratas obtuvieron cinco escaños extra, según proyecciones de los resultados finales.
Esto dejará a los republicanos con una escasa mayoría en la cámara baja, debilitando severamente el liderazgo derechista del presidente del cuerpo, Newt Gingrich.
Un mes atrás, Gingrich y otros líderes republicanos predecían un triunfo electoral aplastante en el que los demócratas perderían hasta seis bancas en el Senado y 40 o más en la cámara baja.
Esas predicciones estaban basadas en gran parte en la creencia de que el escándalo Mónica Lewinsky desmoralizaría a los votantes demócratas, quienes se mantendrían alejados de las urnas, y energizaría a los votantes republicanos, en especial de la Derecha Cristiana, quienes sufragarían en grandes números.
Pero esto no sucedió. Aunque las cifras de participación electoral aún no están disponibles, los indicadores sugieren que los demócratas estuvieron tan motivados como los republicanos para llegar a los centros de votación.
El fenómeno fue más agudo entre los votantes afroestadounidenses, cuya participación fue decisiva en contiendas clave de los grandes estados del norte y el oeste, donde los demócratas tuvieron mejores resultados que lo previsto.
Los sindicatos fueron igualmente eficaces para el resultado electoral, según analistas políticos.
El Congreso ingresó a las elecciones del martes con una mayoría republicana de 55 a 45 en el Senado y 228-206 en la Cámara de Representantes, donde además hay un socialista independiente que generalmente vota con los demócratas.
Si los republidanos hubieran logrado aumentar su mayoría en el Senado a 60, habrían logrado ventajas en los procedimientos para hacer pasar su agenda legislativa.
Pero perdieron escaños en Nueva York, donde el representante Charles Schumer derrotó al senador Alfonse D'Amato y en Carolina del Norte, donde el novato John Edwards, un abogado millonario, superó al senador Lauch Faircloth, seguidor del otro senador del estado, Jesse Helms.
Además, escaños vulnerables en los estados de California y Washington fueron retenidos por las senadoras Barbara Boxer y Patty Murray, respectivamente.
El candidato demócrata a gobernador Gray Davis también ganó en California por primera vez en 16 años, revelando que el estado que lanzó a Ronald Reagan a la presidencia se convirtió en demócrata bajo el gobierno de Bill Clinton.
En Carolina del Norte y del Sur, los demócratas ganaron ambos escaños en el senado. Florida y Vermont también votaron senadores demócratas.
Pero en Illinois la senadora Carol Moseley-Braun perdió su banca ante el republicano de derecha Peter Fitzgerald.
Moseley-Braun, la primera mujer afroestadounidense en el Seando, perdió el favor de los votantes tras acusaciones de violaciones éticas y un viaje a Nigeria en que respaldó al fallecido dictador Sani Abacha.
El logro de cinco bancas demócratas más en la Cámara de Representantes fue un golpe para la estrategia electoral republicana dirigida por Gingrich, en especial una serie de anuncios televisivos que intentaron transformar la elección en un plebiscito sobre la popularidad de Clinton.
La estrategia parece haber tenido un efecto bumerán, según analistas políticos para quienes Clinton saldrá fortalecido. "La Casa Blanca está descorchando champán", dijo Tim Russet, analista de la cadena NBC.
Varios republicanos que aparecieron en la televisión mientras se conocían los primeros resultados el martes estuvieron de acuerdo en que el partido no logró hacer llegar su "mensaje" a los votantes.
"Sospecho que habrá algunas recriminaciones por la jefatura de Gingrich", destacó el ex portavoz de la Casa Blanca Mike McCurry.
Los republicanos estaban ya divididos sobre la forma de hacer frente al juicio político de Clinton por el escándalo Lewinsky, entre facciones de derecha que no ocultaban su deseo de ver al presidente desplazado, y fuerzas más moderadas que saldrán fortalecidas de los resultados electorales del martes.
Encuestas a boca de urna revelaron que dos tercios de los votantes desaprueban el manejo republicano del escándalo, y 60 por ciento cree que el juicio político, que deberá seguir adelante este mes, debería ser olvidado.
Además de fortalecer a Clinton en su batalla por evitar el juicio político, las elecciones del martes impulsaron las posibles ambiciones políticas de otros dos.
Ellos son el gobernador de Texas, George Bush, hijo del ex presidente, que ganó casi 70 por ciento de los votos en su carrera por la reelección, y el vicepresidente Al Gore, quien hizo campaña por los demócratas en todo el país.
Otro posible titán político impresionó a los analistas con el resultado de su campaña. La primera dama, Hillary Clinton, pasó gran parte del mes pasado apoyando a candidatos demócratas en Nueva York, California y Washington, donde el partido obtuvo resultados especialmente buenos. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp/ip/98