La iniciativa para limitar el costo de las campañas políticas en Estados Unidos quizá no fue un tema tan candente en los comicios de medio término de este país como el escándalo de Mónica Lewinsky, pero también resultó decisiva para movilizar a muchos electores.
El martes, en Arizona y Massachusetts ganaron con facilidad los recursos sometidos a referéndum para limitar las contribuciones de "dinero blando" sin regular que los candidatos reciben en las campañas electorales.
El dinero blando es aquel que el partido nacional otorga a los candidatos locales para financiar sus campañas.
El sistema actual limita la cantidad de dinero que los candidatos pueden recibir directamente de los patrocinadores privados, pero prácticamente no controla el dinero blando que los partidos recaudan a escala nacional de esas mismas compañías.
El senador Russell Feingold, demócrata de Wisconsin que arriesgó su banca al rechazar los aportes de dinero blando, ganó por estrecho margen frente a su contrincante del Partido Republicano, Mark Neumann, quien contaba con fuertes recursos financieros.
Feingold obtuvo 50 por ciento del voto estatal y Neumann 49 por ciento, aunque el Partido Republicano otorgó a su candidato en las últimas semanas millones de dólares en dinero blando para financiar comerciales de televisión que criticaban al demócrata.
Para los detractores del sistema actual, tanto de la derecha como de la izquierda, el resultado de los comicios fue una buena señal del consenso que existe para reformar el costoso proceso electoral financiado por las compañías privadas.
En los últimos días de la campaña de Feingold, el candidato reconoció que podría perder debido a su negativa a aceptar la ayuda millonaria en dinero blando de las arcas del Partido Demócrata.
Pero Feingold insistió en que su lucha era la "correcta" y agregó que preferiría perder en lugar de perpetuar el sistema actual.
Feingold, junto con el senador republicano de Arizona, John McCain, redactaron proyectos de ley, rechazados repetidamente por el Congreso, para regular la financiación de las campañas.
En la carrera por la banca senatorial de Nueva York, el demócrata Charles Schumer, que resultó vencedor, recaudó 14 millones de dólares y el republicano Alfonse D'Amato consiguió 20 millones, gran parte en dinero blando.
Los reformistas sostienen que las grandes sumas de dinero, que se utilizan para comprar espacios propagandísticos en televisión, limitan las opciones de los electores y obligan a los candidatos a competir para conseguir dinero de las compañías.
El presidente Bill Clinton hizo eso en la campaña para su reelección en 1996, y los republicanos lo criticaron por utilizar donaciones de dinero blando procedentes de empresarios asiático- estadounidenses.
La victoria del martes de los recursos reformistas en Arizona y Massachusetts, sólo dos años después de que medidas similares se adoptaron en los estados de Vermont y Maine, envía una fuerte señal sobre la popularidad que tienen las elecciones financiadas por el Estado.
El éxito de las iniciativas "envía un mensaje a escala nacional, no hay duda al respecto", aseguró Kaia Lenhart, directora política de la organización Ciudadanos de Arizona por Elecciones Limpias.
El recurso de Arizona otorgará el dinero público, obtenido a través de un recargo de 10 por ciento sobre las demandas civiles y penales, el incremento de las tarifas cobradas a los grupos de presión política y las donaciones voluntarias, a los candidatos que accedan a limitar el gasto de sus campañas.
Para recibir los fondos estatales, los candidatos a representante estatal también deberán recaudar aportes de cinco dólares de al menos 200 personas, y quienes se postulan a gobernador deberán obtener 4.000 donaciones de cinco dólares.
"Es un modelo voluntario de financiación pública de la campaña. Si el candidato lo acepta, existe un límite al gasto: para recibir dinero del fondo de elecciones limpias, deberá demostrar el amplio respaldo del público al recaudar pequeñas sumas de dinero de gran cantidad de personas", explicó Lenhart.
El recurso de Massachusetts, que obtuvo el respaldo de dos tercios de los electores del estado, incluye principios similares. La iniciativa estipula que los candidatos recibirán fondos públicos si aceptan limitar las contribuciones a no más de 100 dólares por donante y a restringir el gasto en la campaña.
El recurso entrará en vigor en el 2002, si los legisladores consiguen los 14 millones de dólares necesarios para financiarlo en cada año electoral.
"Superamos nuestras expectativas. Creo que va a tener un impacto dramático", opinó David Donnelly, coordinador de campaña del grupo Electores de Massachusetts por Elecciones Limpias.
No obstante, la elite política dejó en claro que existe un alto precio a pagar si se pretende modificar el sistema actual, que exige tanta cantidad de dinero para emprender la campaña electoral que suele asegurar en sus cargos a quienes ya los ocupan.
Feingold fue un ejemplo de los políticos que casi perdieron las elecciones porque no aceptaron el dinero blando.
La republicana Linda Smith, conservadora opuesta al aborto, apoyó la reforma del régimen de financiación electoral y perdió frente a la titular de la banca senatorial de Washington, la demócrata Patty Murray, luego de contar con pocos fondos durante la mayor parte de su campaña.
"Linda Smith representaba todo lo que querían los republicanos: oposición al aborto, a los impuestos, a la asistencia social, pero apoyó la reforma financiera. Así que el Partido Republicano sólo le dio dinero al final de la carrera electoral, y perdió", señaló un analista republicano. (FIN/IPS/tra-en/fah/aq/ip/98