La confirmación de la próxima visita de los reyes de España a Cuba significa un hito para la fructífera labor diplomática para la isla, que comenzó con la estancia de cinco días del papa Juan Pablo II, en enero.
Despedido el jueves por el presidente Fidel Castro, el canciller español Abel Matutes dejó tras su visita de tres días totalmente normalizados los vínculos bilaterales, que, en su opinión, tuvieron "altibajos" como en "las relaciones de familia".
Pero el broche de oro de su periplo habanero, en el cual no dejó asunto sin abordar en sus conversaciones con Castro, estuvo en el anuncio oficial de que el rey Juan Carlos realizará un anhelado viaje a la isla en la primavera boreal del año entrante.
El gesto de Castro de acudir al aeropuerto para despedir al jefe de la diplomacia española demostró que no hubo malestar oficial, al menos en público, ni por las alusiones de Matutes a la necesidad de cambios políticos en la isla, ni a su entrevista con sectores de la oposición interna.
Aunque este último encuentro fue dejado para último momento, Matutes había hecho saber con antelación al propio Castro su decisión de llevarlo a cabo, pese a lo cual no parece haber alterado el buen ánimo gubernamental.
En noviembre de 1996, el gobierno cubano retiró el placet al nombramiento del diplomático José Coderch como embajador español, luego de que éste declarara en una entrevista que las puertas de su embajada estarían abiertas a miembros de la disidencia interna.
La crisis diplomática que se desarrolló a partir de entonces se mantuvo hasta abril pasado con el viaje del canciller Roberto Robaina a Madrid y el nombramiento de Eduardo Junco Bonet como nuevo embajador del país ibérico en La Habana.
Medios diplomáticos recordaron, en tanto, que en mayo pasado el canciller de Brasil, Luiz Felipe Lampréia, sostuvo una reunión similar con el presidente de la comisión cubana de derechos humanos, Elizardo Sánchez, sin reconocimiento legal.
En esa ocasión, la agenda cumplida por Lampréia en La Habana no incluyó conversaciones con Castro, pese al buen estado de las relaciones bilaterales.
En su conferencia magistral dictada en el aula magna de la Universidad de La Habana, en presencia del líder cubano, el canciller español dijo que "el mundo ha cambiado en torno a Cuba, y Cuba debe cambiar también, adptándose a esas transformaciones".
Añadió, sin embargo, que "deben ser únicamente los cubanos, sin imposiciones, embargos ni presiones del exterior" quienes decidan esos eventuales cambios.
Aunque sin nombrarlo explícitamente, Matutes rechazó el bloqueo que Estados Unidos mantiene contra la isla desde los años 60, al advertir que esos "embargos" y "presiones del exterior" son "nocivos y no sirven para obtener los objetivos que supuestamente persiguen".
Piedra angular de la diplomacia cubana, que busca su condena en cuanto foro internacional participa, el rechazo del embargo (fortalecido en 1996 con la Ley Helms-Burton) abre casi automáticamente las puertas del entendimiento con La Habana.
En octubre pasado, la isla celebró como "victoria diplomática" el apoyo recibido en Naciones Unidas a su resolución contra la política de sanciones unilaterales de Washington, aprobada por 157 países y los solitarios votos en contra de Estados Unidos e Israel.
También el Papa, en su visita del 21 al 25 de enero, tuvo frases de condena para las medidas económicas contra Cuba "impuestas desde el exterior", a las que calificó de "injustas y éticamente inaceptables".
"La única manera de no obtener nada de Cuba es ejercer presiones", aclaró Castro luego de despedir al primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, durante una visita de casi 40 horas, en abril pasado.
Aclaró, sin embargo, que "no hubo ningún tipo de presiones" por parte de Chrétien, quien en su breve estancia solicitó la liberación de un grupo de presos y pidió la democratización de la sociedad cubana.
Sin embargo, el saldo mayor de la gestión del primer ministro de Canadá fue más bien de tipo económico y sirvió preferentemente para afianzar la posición de ese país como el socio comercial más estable de la isla.
Canadá es considerado el inversionista más importante en Cuba, con un capital superior a los 600 millones de dólares y es el segundo socio comercial de La Habana (después de España), con un intercambio comercial de más de 500 millones de dólares.
Con España, en tanto, el comercio bilateral alcanza unos 600 millones de dólares, mientras ese país figura como primer inversionista por el número de proyectos, con un aproximado de 65 empresas mixtas.
De acuerdo con los más recientes informes oficiales, en la actualidad están aprobadas y funcionando algo más de 350 asociaciones con capital extranjero, la mitad de las cuales provienen de estados miembros de la Unión Europea (UE).
Además, Cuba negocia con España, Francia e Italia acuerdos bilaterales para evitar la doble tributación, mientras se han firmado desde 1993 hasta la fecha más de 30 convenios sobre promoción y protección de inversiones, nueve de ellos con naciones de la UE.
Según el canciller Matutes, se abren grandes perspectivas para Cuba con el futuro marco de cooperación que ofrece el convenio de Lomé, que negocia la UE con un grupo de países de Africa, Caribe y Pacífico (ACP), y en el que Cuba figura como observador.
"Espero que el proceso de reflexión en el que se haya inmerso el gobierno cubano concluya de forma positiva, de manera que Cuba pueda beneficiarse de ese instrumento excepcional que brinda la UE a los países en vías de desarrollo", subrayó.
Expertos apuntaron que la posible integración de la isla como miembro de pleno derecho del grupo de países ACP, normalizaría sus relaciones con UE y le permitiría beneficiarse de amplios proyectos de cooperación y rebajas arancelarias.
El problema está en que la UE exige a todos los países aceptar una "clásula democrática" que no todos miran con buenos ojos en el sector gubernamental, añadieron las fuentes.
En todo caso, La Habana cuenta, entre otros respaldos, con el de las naciones caribeñas, hacia las cuales desarrolla una diplomacia activa tanto en lo político como en lo económico.
En esa subregión, es miembro fundador de la Asociación de Estados del Caribe, importante mecanismo de cooperación, consulta y coordinación.
Participa además, desde 1983, en la Comunidad del Caribe, con la aspiración de convertirse en su miembro número 16.
Otro hito importante en los esfuerzos por reinsertarse en su entorno geográfico y ajustar su economía al contexto internacional fue marcado con su ingreso, a principios de este mes, a la Asociación Latinoamericana de Integración. (FIN/IPS/pg/ml/ip/98