Artistas e intelectuales de China están fascinados por Qinshihuang, uno de los más temidos y polémicos emperadores, que gobernó hace más de dos milenios.
El principal director chino de cine, Chen Kaige, estrenó en octubre una película sobre este emperador, con un gran lanzamiento al mejor estilo de Hollywood.
Hace dos años, su colega Zhou Xiaowen, conocido por sus sombrías películas sobre la China contemporánea, sorprendió al público con una fastuosa obra sobre Qinshihuang, titulada "La sombra del emperador".
Este interés en Qinshihuang, el cruel líder que unificó la mayor parte del territorio actual de China, genera reacciones conflictivas.
"Todo esto indica una falta de creatividad. ¿Por qué volver a Qinshihuang o la emperatriz Dowager Cixi, dos de los personajes más infames de la historia, cuando hay tantos aspectos de nuestra vida actual que necesitan ser estudiados?", opinó Zhao Zumo, profesor de literatura de la Universidad de Beijing.
Pero los cineastas tienen otra opinión: "Creo que el primer emperador es quien estableció la dictadura en China y por eso siempre tuvo tantos seguidores", sostuvo Chen al comentar su nueva película, "El primer emperador".
"Su tipo de sistema duró 2.000 años. Ese es uno de los motivos por los que quise hacer la película. Quería mostrar al público común cómo eran sus ancestros, de dónde vienen y cómo se creó su país", agregó.
Cuatro de las siete películas dirigidas por Chen fueron prohibidas por los censores estatales.
Las películas de Chen y Xiaowen tratan de explicar qué hizo posible la existencia de un estado autoritario y centralizado reviviendo la época de este tirano, a quien a menudo se denomina "el César de la antigua China".
Qinshihuang, también llamado el emperador Qin, estableció las bases para el estado chino moderno y fue admirado por el difunto fundador de la moderna China comunista, Mao Zedong (1893-1976).
"Mao Zedong fue un fiel admirador del primer emperador porque él fue quien hizo posible la unificación de China. Recuerdo que una vez dijo: 'Qinshihuang mató a 465 académicos, pero eso no es tan importante. Nosotros fuimos mucho más lejos"', indicó Chen.
Qin reinó entre el 221 y el 210 antes de Cristo con una brutalidad sin precedentes, imponiéndose sobre seis estados rivales y unificando al país gracias a la aplicación sin piedad de reglas que hacían a todos iguales ante el poder absoluto del estado.
Además, estableció las bases del burocrático imperio chino al cambiar el sistema feudal por un gobierno central y autoritario. Dividió el territorio en distritos y provincias e introdujo sistemas únicos de escritura, medida y moneda.
Pero también ordenó quemar todos los libros existentes en el país y enterrar vivos a los intelectuales seguidores de Confucio por temor a que desafiaran su poder absoluto.
Muchas de las grandes obras públicas fueron iniciadas durante el breve mandato de Qin, incluyendo el Gran Canal y la Gran Muralla en la frontera norte del país para contener los ataques de tribus nómadas.
Se estima que durante su imperio tres millones de personas, 15 por ciento de la población de entonces, trabajaron en sus grandiosos proyectos.
La más famosa de esas obras es la enorme tumba cerca de la ciudad de Xian que exhibe un ejército de guerreros en terracota, una visita de rigor de todos los dirigentes extranjeros que llegan al país.
Pero el interés de los artistas e intelectuales chinos por Qin tiene también otros motivos.
Algunos académicos creen que su principal legado a la China moderna es el uso de códigos, creados por la escuela filosófica de los legalistas, con el fin de mantener a la población bajo control y asegurar que todos, excepto el gobernante, pudieran ser castigados.
"Los antiguos legalistas tienen gran importancia en la historia intelectual china por su insistencia en la supremacía y control absolutos del gobernante sobre los individuos", observó Fu Zhenguyan, autor del libro "La tradición autocrática y la política china".
La influencia de los legalistas es evidente en el maoísmo totalitario, indicó Fu, que reside en California.
"Ellos proponían que la acción política del gobernante no debía estar restringida por cuestiones morales y que el poder político del estado no podía estar nunca restringido por la ley", explicó.
Al igual que en el sistema de Qin, en el régimen comunista chino el estado controla todos los aspectos de la sociedad. Nada queda al margen de la regulación, agregó.
El cineasta Chen dijo que su película no tiene un mensaje político a favor del dictador, y confesó su simpatía con Jing Ke, quien intentó sin éxito asesinar a Qin.
"La pregunta que yo quise plantear con la película es quién gana. Hay dos poderes diferentes, el de la gente común y el del emperador, que se enfrentan cara a cara. Yo mostré cómo el emperador se convirtió en un dictador y Jing Ke en un héroe", afirmó Chen. (Fin/IPS/tra-en/ab/di-mj/ip cr/98