El ex dictador de Chile Augusto Pinochet (1973- 1990), retenido en Londres, soporta una lluvia sostenida de acusaciones en tribunales de Europa, mientras la Iglesia Católica mantiene desde su detención un papel vacilante.
Víctimas de violaciones de derechos humanos en Chile, activistas e incluso gobiernos presentan sus denuncias para impedir que Pinochet regrese a su país y recupere así la libertad.
A la segunda orden internacional de captura, emitida por Francia después de la presentada por España y que llevó a su detención en la capital británica el 16 de septiembre, se sumaron otras denuncias y pedidos de extradición.
Un chileno de 58 años, Hugo Edgardo Silva Soto, acusó a Pinochet en el tribunal de Prato, al norte de Italia, por secuestro, tortura e intento de homicidio.
Se trata de la segunda denuncia en Italia, tras la formulada por el también chileno Vicente Vergara en la fiscalía de Milán, por las torturas que él mismo sufrió y por el asesinato de su hermano poco después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
A estas denuncias se sumaron otras tres en Alemania y una en Noruega, mientras la fiscalía general de Suecia, a instancias de ciudadanos chilenos, espera que la Cámara de los Lores de Gran Bretaña, actuando como tribunal de alzada, decida sobre la legalidad de la detención de Pinochet en Londres.
Suiza pidió también la extradición del ex dictador y actual senador vitalicio chileno.
Los coletazos del caso Pinochet llegó también al Vaticano, donde se reunieron el domingo el vicecanciller de Chile, Mariano Fernández, y el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano.
La Iglesia Católica pretendía mantener la reunión en secreto, pero Fernández informó sobre su realización.
Fuentes diplomáticas vaticanas manifestaron la intención de impedir que el público recuerde la aparición en 1987 del papa Juan Pablo II junto a Pinochet en el balcón del palacio presidencial de la Moneda en Santiago.
Una carta del papa enviada a Pinochet en 1993, tres años después de acabado el régimen, por las bodas de oro del ex dictador, provocó reacciones negativas en Chile e incluso en la Iglesia Católica.
Fernández negó haber solicitado una intervención papal para obtener la liberación de Pinochet, que es lo que persigue su gobierno, pero el diario La Repubblica sostuvo que "no se puede descartar" que hubiera pedido al Vaticano una "intervención humanitaria que permita volver al ex tirano a su patria".
Mientras, el nuncio apostólico en Santiago, Piero Biggio, dijo que no descartaba un intento de mediación de la Conferencia Episcopal chilena.
Un cardenal muy cercano a Pinochet, el prefecto de la Congregación para el Clero y los Sacramentos Jorge Medina, admitió en declaraciones a la prensa chilena que realizó gestiones para facilitar el regreso del ex dictador a Chile.
Medina consideró posible que la Fundación Augusto Pinochet, que defiende al hoy senador vitalicio chileno, encuentre "comprensión" en el Vaticano, hacia donde enviará un millón de firmas para pedir su intervención.
El diario La Stampa, de Turín, coincidió en que "Santiago espera en una ayuda" del Vaticano.
Mientras, el diario Corriere della Sera consideró que la Iglesia Católica procura, tal vez, abrir un espacio donde Pinochet pueda pedir perdón por los delitos por los cuales es acusado. (FIN/IPS/jp/mj/ip hd/98