El gobierno de Estados Unidos firmó hoy el Protocolo de Kyoto, que establece la reducción de las emisiones de gases invernadero, pero no lo presentará de momento a la ratificación del Senado, donde el instrumento es resistido por la mayoría republicana.
La firma, puesta en la víspera de la jornada final de la IV Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realiza en Buenos Aires, tiene por fin tranquilizar al mundo acerca del apoyo estadounidense al protocolo.
Además, procura estimular a las naciones en desarrollo (principalmente a China e India, las más contaminantes) a seguir el ejemplo de Argentina y Kazajistán, que el miércoles prometieron reducir sus futuras emisiones de gases invernadero.
"Como ya hemos dicho, no presentaremos el Protocolo para su ratificación sin una participación significativa de países en desarrollo que son clave en los esfuerzos por detener el cambio climático", declaró el vicepresidente Al Gore tras realizar el anuncio este jueves.
Gore calificó la firma del tratado en la sede de las Naciones Unidas como "un avance importante", pero advirtió que no impone obligaciones a Estados Unidos. "El Protocolo sólo se volverá obligatorio cuando lo apruebe el Senado", señaló.
Organizaciones ambientalistas de Washington manifestaron escepticismo ante el anuncio.
"El gobierno permite al Congreso que debilite su posición en estas conversaciones y paralice acciones nacionales decisivas para reducir las emisiones contaminantes", acusó Kert Davies, director de ciencia del grupo Ozone Action (Acción para el Ozono).
"Al declarar abiertamente que no presentará el Protocolo de Kyoto para su ratificación hasta que los países en desarrollo participen 'significativamente', Washington mantiene al resto del mundo como rehén al apoyar los intereses de la industria de los combustibles fósiles", dijo Gary Cook, climatólogo de la organización Greenpeace.
La firma de este jueves se produjo 11 meses después de la suscripción del Protocolo, redactado en Kyoto, Japón, por 168 países.
El tratado establece que Estados Unidos y otros 37 países industrializados deben reducir sus emisiones de gases invernadero en un promedio mínimo de 5,2 por ciento por debajo de los niveles de 1990 para el año 2012.
La mayoría de los científicos creen que estos gases, producidos principalmente por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y otros), son responsables del recalentamiento del planeta y están alterando su clima.
Si la actual tendencia continúa, el promedio de la temperatura mundial podría aumentar entre uno y 3,5 grados centígrados para el año 2050, según expertos.
Esta teoría, rechazada por la industria de los combustibles fósiles, fue reforzada en el público por recientes fenómenos climáticos que se corresponden con los modelos científicos.
La última década, por ejemplo, fue la más caliente de que se tenga registro. El año pasado fue el más caluroso de todos, y se prevé que 1998 lo superará.
Así mismo, el aumento de la frecuencia e intensidad del fenómeno de El Niño, con sus sequías e inundaciones asociadas, son considerados señales del cambio climático producido por el recalentamiento planetario.
Mientras, Estados Unidos, que produce casi 25 por ciento de todos los gases invernadero, continúa aumentando sus emisiones tóxicas.
Un informe gubernamental publicado la semana pasada indicó que en 1997 las emisiones contaminantes aumentaron 1,4 por ciento y actualmente se encuentran 10 por ciento por encima de los niveles de 1990. (FIN/IPS/tra-en/jl/ml/en/98