Las últimas elecciones generales en Brasil sirven de recordatorio a la izquierda de América Latina de que la gobernabilidad pasó a ser el factor más apreciado por los electores, incluso entre los de sectores sociales económicamente marginados.
El Partido de los Trabajadores (PT) es considerado el de mayor densidad ideológica entre los casi 10 grupos de izquierda en Brasil, y los resultados que obtuvo en octubre revelaron importantes cambios en las actitudes electorales de la población de este país.
El fenómeno más significativo fue la derrota de Luis Inacio Lula da Silva, el líder histórico del PT, que perdió, por tercera vez consecutiva, la carrera hacia la Presidencia.
"Lula fracasó porque no transmitió a los electores descontentos con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (que son muchos) la sensación de que lograría sacar el país de la critica situación económica en que se encuentra", afirmó Janio de Freitas, analista político del diario Folha de SFo Paulo.
Freitas, considerado el más independiente de todos los comentaristas políticos de la prensa brasileña, agregó que Lula, "pese su trayectoria política impecable, no logró construir entre los electores ajenos al PT la percepción de que posee un liderazgo administrativo suficientemente fuerte".
De lo contrario, habría "tranquilizado a una población que aún teme más a la hiperinflación que al desempleo", explicó.
La capacidad de gobernar con eficiencia fue el elemento determinante en la victoria de Olivio Dutra, candidato del PT a gobernador del estado de Río Grande del Sur, uno de los cuatro de mayor importancia política y económica.
Dutra, que fue sindicalista al igual que Lula, conquistó los indispensables votos de la clase media gracias a los logros administrativos de los tres últimos alcaldes (todos ellos del PT) de Porto Alegre, capital de Río Grande del Sur, una ciudad con casi dos millones de habitantes.
Los analistas políticos brasileños coinciden que la carrera electoral de Lula llegó a su fin, y con ella un estilo de liderazgo. Los nuevos dirigentes de la izquierda brasileña tendrán una imagen distinta de la radical y obrerista que ostentó el veterano dirigente del PT.
La militancia parece estar cediendo espacio, en las preocupaciones de los ciudadanos comunes, a la capacidad de generar bienestar social y justicia y a la transparencia política en la administración pública.
Los posibles nuevos líderes de la izquierda brasileña son todos identificados con la llamada corriente "light" o moderada.
Hay tres nombres del PT en esa corriente. Se trata de Tasso Genro, ex alcalde de Porto Alegre, Cristovam Buarque, ex rector universitario y ex gobernador del Distrito Federal (Brasilia), y Eduardo Suplicy, senador por el estado de Sao Paulo.
Todos ellos necesitan aún ganar estatura nacional, algo que ya logró el ex ministro de Economía Ciro Gomes, quien, al frente de un pequeño partido de izquierda, obtuvo la tercera votación de las elecciones de octubre en las que resultó reelegido el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Ciro Gomes se presentó como un economista y administrador, sorprendiendo a todos por su votación.
El analista político Andrés Oppenheimer, del diario Miami Herald, interpretó los resultados de las elecciones brasileñas como un indicio de que la izquierda latinoamericana solo tiene futuro si se acerca a posiciones de centro.
Esa opinión es compartida también por el analista mexicano Jorge Castañeda, pero el brasileño Helgio Trindade, doctor en Ciencias Políticas, prefiere una evaluación menos tajante.
"Los comicios en Brasil, siguiendo la tendencia mundial, muestran que el publico está mas interesado por los asuntos locales que por los nacionales. La izquierda se ha revelado coomo buena administradora de problemas regionales y una mala gerenta de las cuestiones globalizadas", explicó.
"La estrategia parece clara: cuidar de lo regional para acumular fuerzas y experiencia, mientras los partidos conservadores sufren el desgaste de tener que administrar la crisis de la globalización", propuso Trindade. (FIN/IPS/cc/mj/ip/98
