La recesión económica en Brasil provocó un fuerte retroceso en la demanda de bienes durables, como automóviles y televisores, lo cual deja gran capacidad industrial ociosa y agrava el desempleo.
Las turbulencias financieras internacionales golpearon a la industria brasileña de bienes durables en pleno vuelo. La acelerada expansión productiva desatada por la estabilidad monetaria en el país se convirtió en brusca marcha atrás.
La producción de vehículos se duplicó en cuatro años, alcanzando 2,07 millones unidades en 1997. Este año las plantas de montaje esperan poner un máximo de 1,62 millones en el mercado, es decir 21,7 por ciento menos.
Los televisores tuvieron un auge similar. Sus ventas se triplicaron de 1994 a 1996, alcanzando 9,2 millones de unidades. El año pasado cayeron a 7,5 millones y para este año se espera una nueva caída a seis millones.
La crisis asiática, que estalló en octubre de 1997, obligó el gobierno brasileño a frenar el crecimiento económico, duplicando las tasas básicas de interés para 43 por ciento.
La reducción de la demanda y de la producción, especialmente de los bienes durables, fue inevitable en el primer semestre de este año, pese a la reducción gradual de los intereses hasta llegar al nivel anterior, en julio.
La esperanza de vuelta a la normalidad en el segundo semestre se evaporó ante la moratoria rusa de agosto y el consecuente agravamiento de la crisis internacional, con efectos más duros sobre Brasil, que en dos meses perdió 25.000 millones de dólares de sus 70.000 millones de reservas cambiarias.
La industria tuvo que rehacer sus planes. En 1999, la producción automovilística se mantendrá en entre 1,45 y 1,7 millones unidades, según José Carlos Pinheiro Netro, presidente de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Vehículos Automotores (ANFAVEA).
La ociosidad ascenderá a cerca de 40 por ciento, según la empresa consultora A.T. Kearney, ya que la capacidad productiva será de 2,5 millones de vehículos.
Estimulada por el fuerte crecimiento de la demanda tras el control de la inflación en 1994, las plantas de montaje y fábricas de autopartes hicieron grandes inversiones en el país, estimadas en 20.000 millones de dólares en el período 1996-2000.
El mercado en expansión y los incentivos fiscales ofrecidos atrajeron a varias transnacionales del sector a Brasil.
La situación es más dramática en la industria electrónica, que puede producir hasta 14 millones de televisores, pero debe limitarse a seis millones.
Su fábricas, concentradas en Manaos, capital del estado de Amazonas, en el norte de Brasil, ya decidieron interrumpir la producción en todo el mes de diciembre, ante la acumulación de aparatos electrónicos ya fabricados y a la espera de compradores.
Si las ventas siguen estancadas, las vacaciones colectivas podrán prolongarse por todo el mes de enero, adelantó Flavio Dutra, director de la Federación de las Industrias del Estado de Amazonas.
La consecuencia directa es el desempleo. Las industrias de Manaos emplean hoy a solo 35.000 trabajadores. Despidieron a cerca de 10.000 en los últimos doce meses, estimó Washington Pereira, presidente del sindicato local de trabajadores metalúrgicos.
La industria automovilística, concentrada en la región metropolitana de Sao Paulo, terminó octubre con 111.750 trabajadores empleados, según la ANFAVEA. Eran 116.500 en diciembre pasado y más de 140.000 en la década pasada, cuando producía 40 por ciento menos.
Una nueva ola de despidos ya fue anunciada por las montadoras para este fin de año.
El producto de la industria de transformación brasileña caerá 2,5 por ciento este año, estimó Edén Gonçalves de Oliveira, jefe del Centro de Estudio de Tendencias de la Fundación Getulio Vargas, en Rio de Janeiro. El año pasado, en cambio, hubo un crecimiento de 3,8 por ciento. (FIN/IPS/mo/mj/if/98