El anuncio de créditos por un total de 41.500 millones de dólares a Brasil tranquilizó hoy al mercado financiero mundial, pero las bolsas latinoamericanas siguieran oscilando, ahora por factores normales como la toma de ganancias.
El ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malán, dijo que el país no deberá utilizar todos los recursos puestos a su disposición, de los cuales 37.000 millones serán liberados en los próximos 12 meses.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) aportará 18.000 millones de dólares, 70 por ciento por el mecanismo de reserva suplementaria, que permite desembolsos más inmediatos, y el resto por el tradicional sistema "stand-by" (crédito de contingencia).
Brasil firmará con el FMI un "memorando de política económica", y no la convencional "carta de intenciones". Eso abre el camino para un aporte adicional del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de 9.000 millones de dólares.
Gobiernos de 20 países desarrollados de América del Norte, Europa y Asia facilitan otro crédito por 14.500 millones de dólares.
El anuncio de tal asistencia, con recursos que el país podrá utilizar, si lo necesita, para defender su moneda, provocó oscilaciones en las bolsas brasileñas.
La de Sao Paulo, que llegó a subir hasta cinco por ciento en la mañana, pasó a caer luego de conocido el comunicado del Ministerio de Hacienda, recuperándose para cerrar este viernes con un alza de 1,93 por ciento.
El resultado fue atribuido a la toma de ganancias, que siempre ocurre tras efectuarse un hecho cuya expectativa generó fuertes alzas anteriormente.
Durante la semana pasada el índice de la Bolsa paulista acumuló un alza de 15,56 por ciento. Esta semana terminó con caída de 7,29 por ciento.
El acuerdo con el FMI, además de la ayuda financiera que permite a Brasil recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros, reduce incertidumbres sobre la política económica del país.
Las autoridades brasileñas se comprometen, según el director- gerente del FMI, Michel Camdessus, a "asegurar disciplina monetaria firme y estabilidad macroeconómica", además de mantener el actual régimen cambiario.
Otras metas divulgadas antes obligan el país a un gran esfuerzo fiscal para estabilizar su deuda pública dentro de tres años. Para eso el gobierno se comprometió a obtener un superávit fiscal primario de 2,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 1999 y de 2,8 y 3,0 por ciento en los años siguientes.
El déficit nominal, que incluye los intereses pagados, no deberá superar 4,7 por ciento del PIB, inform Malán.
Las reacciones al paquete de ayuda financiera externa fueron contradictorias. El diputado Roberto Campos, veterano defensor del liberalismo económico, aplaudió el acuerdo "que restaura la credibilidad y trae de vuelta los inversionistas".
Pero el gobierno, " que creció demasiado", tiene que 'hacer su parte, reducir el déficit público", agregó.
Para el economista Paulo Rabelo de Castro, Brasil no necesitaba endeudarse tanto. Tantos créditos pueden ser "peligrosos, como una tarjeta de crédito más para una familia ya endeudada", que conspira contra la austeridad.
El ajuste fiscal es más necesario que el aporte de recursos externos, sentenció.
El presidente de la Central Unica de Trabajadores, Vicente Paulo da Silva, calificó de "humillación" el acuerdo con el FMI.
Líderes empresariales saludaron los créditos, que reducen los riesgos de la crisis, pero reclamaron una rápida baja de las tasas de interés, aún a 39 por ciento, para que la economía pueda crecer. (FIN/IPS/mo/mj/if/98