La próxima cumbre del Mercosur (Mercado Común del Sur), a realizarse entre el 9 y 10 de diciembre en Río de Janeiro, intentará solucionar una cantidad sin precedentes de conflictos entre Argentina y Brasil.
Son "crisis transitorias" que no amenazan la integración, aseguró el viernes el ministro de Economía de Uruguay, Luis Mosca, durante um encuentro con exportadores brasileños. Mosca recomendó flexibilidad a los dos socios mayores del Mercosur.
Las turbulencias financieras internacionales, que afectaron a Brasil, agravaron la escalada de represalias comerciales entre los dos países. Enfrentadas cada una a un déficit comercial de más de 5.000 millones de dólares anuales, ambas naciones adoptan medidas para contener las importaciones.
Argentina amenaza con recurrir a un arbitraje contra las licencias previas exigidas por Brasil, que desde octubre acentuó el control sanitario de alimentos importados, lo que determina demoras en los trámites aduaneros.
La exigencia representa una barrera no arancelaria, que viola los principios del Mercosur, según dice Buenos Aires.
Reuniones técnicas del Mercosur mantenidas en Brasilia el miércoles y el jueves abrieron la posibilidad de evitar la utilización, por vez primera, del mecanismo previsto para la solución de controversias entre los miembros del bloque.
La idea es que los certificados de control sanitario y de calidad de cada país del Mercosur sean reconocidos por los otros, eliminando así la doble inspección y la burocracia. Falta la aprobación de Paraguay y del Grupo Mercado Común, instancia ejecutiva del Mercosur.
Pero Brasil también anunció su intención de someter a un fallo arbitral la barrera arancelaria de 23 por ciento que una ley argentina impone a la importación de azúcar, así como también al proceso antidumping contra su acero.
El negociador brasileño José Alfredo Graza Lima negó que el previsto recurso contra el arancel argentino al azúcar sea una represalia. Pero la sucesión de acusaciones recíprocas indica que los dos países ingresaron en un peligroso proceso de sanciones.
Muchas iniciativas argentinas irritaron al gobierno y empresariado brasileños, entre ellas, el acuerdo de preferencias comerciales firmado por Buenos Aires con México y con vigencia hasta el año 2001.
Según Brasil, ese tratado pone en entredicho el arancel externo común del Mercosur, que a partir del 2000 se aplicará a casi todos los productos comprados fuera del bloque por los cuatros países.
Otro acuerdo argentino, esta vez con Estados Unidos, para la importación de carne de cerdo y exportación de jugos cítricos, es doblemente perjudicial para los brasileños, que exportan los dos productos.
Brasil es el segundo blanco, sólo superado por China, de las numerosas acciones antidumping iniciadas por Argentina. El acero de producción brasileña es el último objetivo de esa política.
Argentina exigirá, en sus importaciones de productos eléctricos de baja tensión, las mismas normas de seguridad aplicadas internamente. La industria brasileña, afectada en sus exportaciones anuales de 248,5 millones de dólares, intentó sin éxito obtener un plazo para adaptarse a las nuevas reglas.
Los ganaderos brasileños acusan a Argentina de reexportar a Brasil la leche que adquiere en Australia, Europa y Nueva Zelanda, aprovechando la diferencia de aranceles: 33 por ciento en Brasil y 19 por ciento en Argentina.
Pero las decisiones brasileñas exasperan a los argentinos desde hace más tiempo. Las restricciones a las importaciones financiadas, para neutralizar la desventaja brasileña por sus altos intereses, e incentivos fiscales que desviaron inversiones industriales a Brasil, vienen del año pasado.
La reapertura de importaciones de trigo desde Estados Unidos, antes prohibidas por cuestiones sanitarias, también molestó a los argentinos, que tienen en Brasil un mercado casi cautivo para más de cinco millones de toneladas de ese grano.
Las relaciones entre Argentina y Brasil viven un "momento malo", coincidieron el canciller brasileño Luiz Felipe Lampreia y el ministro argentino de Economía, Roque Fernández. Cada parte atribuye al socio la adopción de medidas incompatibles con el Mercosur.
Se trata de un "conflicto de percepción", comentó Félix Peña, subsecretario de Comercio Exterior argentino.
El canciller Lampreia contrarrestó la acusación argentina de que Brasil impone barreras indebidas al comercio dentro del Mercosur, argumentando que no lo piensa asi Uruguay, que depende mucho más del mercado brasileño para sus exportaciones.
Mosca confirmó que las pequeñas y puntuales diferencias en el comercio de Uruguay con Brasil no componen un cuadro de dificultades, mucho menos una "guerra comercial". (FIN/IPS/mo/nc- ff/if/98