Estados Unidos busca acallar presiones proteccionistas de industrias norteamericanas afectadas por la ola de exportaciones baratas de Asia, para lo cual mantiene un enfrentamiento con la UE que podría tener consecuencias graves.
Para contener esta presión, la administración del presidente Bill Clinton comenzó a hablar en un tono de voz mucho más alto sobre la protección a las industrias internas frente al aluvión de importaciones baratas.
Tras haber logrado un alivio temporario en medio de la crisis financiera mundial, Clinton dijo esta semana que Washington está comprometido con el libre comercio, pero no tolerará la "inundación de nuestros mercados" con productos más baratos que amenazan las industrias y empleos locales.
El secretario de Comercio, William Daley, aprobó un procedimiento que permite tener en cuenta peticiones de la industria y los sindicatos del acero de imponer estrictos límites a las importaciones de Brasil, Rusia y Japón.
"Estamos comprometidos al cumplimiento total y a tiempo de nuestras leyes de comercio para proteger esta industria", afirmó Clinton. Su declaración fue la primer señal concreta de que las exportaciones de Asia, Rusia y América Latina se convirtieron en un dolor de cabeza político y económico para el gobierno.
Los economistas advirtieron durante largo tiempo sobre estas tendencias, y la posibilidad del aumento de las presiones proteccionistas.
Las advertencias se hicieron oír incluso desde que las economías del este de Asia se vieron forzadas a devaluar drásticamente sus monedas para obtener el respaldo de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a paquetes de rescate financiero.
Esas devaluaciones hicieron mucho más baratas las importaciones en una variedad de industrias clave, en especial el acero. A medida que la crisis asiática se expandió a Rusia y América Latina, sus exportaciones aumentaron el nivel de la avalancha sobre el mercado estadounidense.
A la vez, un dólar fuerte y la austeridad en América Latina hundieron la demanda de las exportaciones de Estados Unidos al exterior, creando un déficit comercial que según estimaciones del secretario del Tesoro Robert Rubin alcanzará este año 170.000 millones de dólares y 250.000 millones en 1999.
Cuando se produjeron las devaluaciones, se aceptaba que los países afectados podrían recuperar la salud mediante las exportaciones. Pero a medida que la "gripe asiática" se contagió a más y más países, pronto se redujo el número de mercados capaces de absorber esas exportaciones.
Washington había esperado que Japón, golpeado por la recesión, tomaría medidas más fuertes para estimular su economía, convirtiéndose en un magneto para exportaciones del este de Asia, pero hay pocas indicaciones de que las últimas reformas financieras de Tokio tendrán el efecto deseado.
Esto dejó a la Unión Europea (UE) y Estados Unidos como los blancos de la onda exportadora de los asiáticos.
"Estamos ante una situación en la que básicamente la única parte del mundo que crece es Estados Unidos y Europa", dijo el subsecretario de Comercio, David Aaron.
Pero la respuesta de la Unión Europea molestó a Aaron y otros miembros del gobierno, que la semana pasada acusaron a Bruselas en una conferencia en Carolina del Norte de no hacer suficiente para abrir sus mercados a las importaciones. "Estados Unidos no puede ser el único recurso", dijo el vicepresidente Al Gore.
La frustración de Washington con Europa parece haber contribuido a su amenaza a comienzos de esta semana de imponer sanciones contra docenas de importaciones de la UE si el bloque no pone fin a una larga disputa sobre el comercio del banano favoreciendo los intereses de Washington.
En una medida que seguramente encenderá las tensiones comerciales transatlánticas, el gobierno anunció que impondrá tarifas de 100 por ciento a más de 1.000 millones de dólares en productos europeos a comienzos de febrero, si Bruselas no acepta un plan que asegure mayor acceso al banano producido en América Latina, la mayor parte del cual es comercializado por empresas de Estados Unidos.
La Unión Europea respondió amenazando con sus propias represalias, ante lo cual algunos analistas advirtieron sobre una posible guerra comercial que debilitaría las perspectivas de una recuperación global en un momento delicado de la evolución de la crisis de 16 meses.
Mientras la industria de Estados Unidos crece a un ritmo sano y el desempleo y la inflación se mantenían en niveles bajos sin precedentes, industrias específicas, incluyendo semiconductores, autopartes, herramientas mecánicas, electrónica, textiles y acero están bajo creciente presión ante las importaciones extranjeras. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/lp/if/98