Gustavo "Tavo" Quispe, de siete años, escarba con las manos desnudas en un basurero de la capital de Perú para seleccionar restos de comida, papeles, cartones, vidrios y plásticos, que su familia acumula para vender al peso.
Tavo no esta sólo en El Zapallal, un vertedero ubicado en el extremo sur de Lima. Cerca trabaja su madre, una ex campesina indígena de la sierra central que de vez en cuando le grita para que no se distraiga con algún juguete encontrado en la basura.
Los 2.000 niños peruanos que ayudan a sus padres a escoger y separar basura a mano con fines de reciclaje merecen atención especial, entre los 15.000 que realizan trabajos considerados peligrosos para su vida e integridad física.
El tema de los menores que reciclan basura va mas allá del debate sobre el derecho de los niños a trabajar o su derecho a una infancia dedicada al estudio y el juego.
El reciclaje de basura, tal como es realizado en Perú, separando y clasificando a mano, es una tarea de alto riesgo y los especialistas coinciden en que debería impedirse que siga siendo desempeñada por niños.
"No es un oficio para niños y no deberían realizarlo bajo ninguna circunstancia, porque ponen en riesgo su salud, crecimiento y desarrollo personal, y porque generalmente dejan de asistir a las escuelas para ejercerlo", dice Albina Ruiz, directora de proyectos de la Asociación Nacional de Desarrollo Sostenible (ANDES).
Pero la directiva de ANDES, una organización no gubernamental (ONG) que promueve la autogeneración de empleos en el sector de extrema pobreza en Perú, admite que es difícil poner fin al reciclaje infantil.
"Se trata de una actividad que forma parte de las tareas de supervivencia familiar y cada uno de los chicos que ayuda a sus padres en esa actividad significa un aporte para sus hogares", por lo que habría que "encontrar una forma de incorporarlos a las escuelas pero también sustituir sus ingresos".
Las familias de estos niños suelen habitar viviendas precarias al borde de su lugar de trabajo, es decir al lado de alguno de los grandes basureros en donde los municipios de Lima arrojan alrededor de 4.000 toneladas de basura por día.
En El Zapallal, donde Tavo y su madre sobreviven penosamenete, centenares de hombres, mujeres y niños trabajan como ellos, escarbando en la basura.
Forman parte de las 10.000 personas que, según ANDES, se dedican en Lima a la segregación y recuperación de desechos sólidos con fines de reciclaje.
La mayoría se especializan, es decir sólo buscan cartón o vidrios y plásticos. Otros, los llamados "chancheros", se concentran en la recolección de desechos orgánicos (restos de comida) que venden para alimentar cerdos.
Aunque los precios varían de un producto a otro, por lo general la basura seleccionada se vende en bolsas, a precios que oscilan entre 30 centavos y un dólar.
Otros se dedican al acopio: compran los residuos clasificados y los transportan en triciclos a las fábricas que efectúan el reciclaje industrial, transformando el papel desechado en cartón, por ejemplo.
El reciclaje es necesario, no sólo porque proporciona empleo, sino también porque devuelve al ciclo materias primas todavía aprovechables e impide el dispendio social.
En algunas ciudades europeas el reciclaje de la basura se efectúa en plantas industriales y ningún trabajador toca directamente la basura con las manos.
Con cierta frecuencia, las autoridades los persiguen porque su actividad también genera riesgos de salubridad, pero los rescatadores siempre regresan.
Las ONG que trabajan con el sector de población sumido en extrema pobreza consideran que el reciclaje de desperdicios es una adecuada fuente de empleo e ingreso familiar, pero promueven su tecnificación para reducir riesgos.
ANDES propició la formación de la Asociación de Trabajadores Independientes Ambientales y de Recuperación de Residuos Sólidos, cuyo primer objetivo es lograr el reconocimiento de las autoridades municipales para seguir desempeñando su actividad recolectora en mejores condiciones.
ANDES y la naciente Asociación presentaron un proyecto de ordenanza a la Municipalidad de Lima, para normar la clasificación, almacenamiento, traslado y reciclaje de los residuos orgánicos y no orgánicos.
En cuanto a la participación infantil en esta actividad, ANDES proyecta la formación de talleres para utilizar el material reciclable que obtienen sus padres, en la elaboración de objetos moldeados de cartón artesanal, disolviendo y prensando papel desechado. (FIN/IPS/al/ag/pr-hd/98