El debate en Pakistán de una reforma constitucional que impondría la supremacía del Islam sobre la ley civil marcó el acercamiento del gobierno a la derecha religiosa y abrió un proceso de "talibanización", según el sector laico.
"Puedo vivir bajo ley marcial, resistí los 12 años de represión y censura durante el régimen del general Ziaul Haq, pero si aprueban la 'Shariat' me voy del país", comentó un conocido actor de televisión y teatro.
El artista no quiso que su nombre fuera mencionado, una actitud comprensible, pues el gobierno considera "antipatrióticas" las críticas a la 15 Enmienda Constitucional o Ley de la Shariat (shariah, en árabe).
Algunos extremistas religiosos piden a sus seguidores, incluso, que maten a quienes se opongan a la propuesta. Maulana Sufi Mohammad, del grupo Tehrik Nifaz-e-Shariat, incitó a sus seguidores a una cruzada contra los periodistas, a quienes calificó de "kafir" (infieles).
"Ridiculizan la aplicación de la ley islámica… Si ven a alguno de ellos, mátenlo en seguida", sentenció.
La ley, a debate en el Senado para su aprobación definitiva, fue propuesta en agosto por el primer ministro Nawaz Sharif, en un intento desesperado por salvar a su gobierno del colapso económico que se produjo tras las pruebas nucleares de mayo.
Sharif está cada vez más cerca de la derecha religiosa, una estrategia utilizada con frecuencia, pero con pocos resultados, por diversos gobiernos paquistaníes, incluyendo el de Haq, su mentor.
El gobierno propuso que el Corán y la Sunnah (tradiciones islámicas) sean "la ley superior en Pakistán". Los liberales están alarmados y comienzan a sentirse los primeros coletazos.
La ley islámica ya fue aprobada el 9 de octubre en la Asamblea Nacional (cámara baja del parlamento paquistaní), donde el oficialismo es mayoría.
Es poco probable que la oposición permita la aprobación de la propuesta en el Senado, pero muchos paquistaníes consideran alarmante el simple hecho de haya sido planteada por un gobierno elegido de forma democrática.
"Esto confirma los temores de quienes creen que esta área está siendo 'talibanizada' como consecuencia de la situación regional y de la tensión entre Irán y Afganistán", comentó Said Peerzada, miembro del grupo de teatro Rafi Peer Theatre Workshop.
Los guerrilleros islámicos Talibán tomaron el 20 de septiembre de 1996 la capital de Afganistán, Kabul, y ahora controlan la mayor parte del territorio de ese país. Este grupo se constituyó durante la ocupación soviética de Afganistán (1979-1992) por estudiantes exiliados en escuelas islámicas en Pakistán.
El bienal Festival Internacional de Títeres de Lahore estuvo a punto de ser cancelado como consecuencia de la encendida polémica entre religiosos y laicos.
"Antes no era necesario rogar a los participantes para que vinieran… Ahora tuvimos que redoblar la seguridad y enviarles cartas con explicaciones detalladas para convencerlos", dijo Faizaan Peerzada, uno de los organizadores.
Al final llegaron 38 grupos de 27 países para participar en el festival realizado a fines de octubre.
Los únicos países que cancelaron fueron Estados Unidos y Suecia, por pedido de sus gobiernos, cuyos 19 titiriteros no recibieron visa pues el gobierno de Islamabad consideró que no era posible garantizar su seguridad.
"Eso fue lamentable, porque Irán es muy cercano a nosotros culturalmente y su técnica de títeres está muy desarrollada", comentó Faizaan.
Uno de los peligros para los iraníes es la violencia que caracteriza las relaciones entre musulmanes sunitas y shiítas, financiados por empresas o gobiernos, que dejó un saldo de miles de muertos en esta última década.
El festival de títeres se realizó sin problemas, pero la situación dejó preocupados a algunos analistas. "Cada vez es más difícil realizar este tipo de actividad, debido a los problemas económicos y a la pésima imagen del país", comentó el crítico cultural Sarwat Ali.
"Es indispensable permitir el florecimiento de este tipo de actividad cultural en Pakistán, si es que queremos seguir perteneciendo al mundo civilizado", advirtió.
El gobierno suele ser parco al patrocinar iniciativas artísticas o de entretenimiento. Y cuando eso sucede, en general se debe al esfuerzo de personas comprometidas con el sector, como ocurrió con la poetisa Kishwar Naheed cuando fue directora del Consejo Nacional de las Artes.
Durante los tres años de su mandato en ese organismo organizó varios festivales de artes escénicas. Pero debió abandonar el cargo hace dos meses, ante su renuencia a sucumbir frente a la presión oficial.
El giro a la derecha del gobierno de Sharif elimina las esperanzas de que las autoridades demuestren mayor interés por la cultura.
Peerzada añadió que en medio de este escenario el festival de títeres "fue bueno ara la imagen de Pakistán" pues los visitantes descubrieron un país abierto y amistoso, que contrasta "con la sociedad cerrada y violenta con la cual temían encontrarse". (FIN/IPS/tra-en/bs/an/lc-mj/cr la ip/98