Somsak Suriyamoltol es feliz con su vida simple y natural en medio de las espesas selvas de Baan Wat Chaan, en Tailandia, pero un proyecto gubernamental de ecoturismo podría alterar dentro de poco esa tranquilidad.
La tribu montañesa karen, a la cual pertenece Somsak, llegó hace 300 años desde Birmania para establecerse en Chiang Mai, en el norte de Tailandia. Es un grupo de 700 familias dedicadas a la agricultura y la caza.
"No quiero irme de aquí", expresó el joven de 26 años, quien divide su tiempo entre la aldea en la selva y la universidad en Chiang Mai. "Mi vida y mi identidad pertenecen a este lugar y quiero quedarme para ser agricultor", agregó.
Pero el proyecto de ecoturismo de 1,25 millones de dólares, financiado por Japón, es un obstáculo para el cumplimiento de ese deseo. El plan consiste en traer hordas de turistas procedentes de países ricos y dispuestos a pagar por ir a la selva a ver cómo viven los karen.
El futuro de Wat Chaan ahora es objeto de una disputa entre los karen de Somsak y el gobierno de Tailandia.
Grupos de académicos y ecologistas coincidieron con los indígenas en denunciar el proyecto alegando que contempla la tala de miles de hectáreas de selva virgen, lo cual además afectaría el abastecimiento de agua de los karen y de esa forma alteraría su modo de vida.
El gobierno insiste en que se trata de un buen proyecto de ecoturismo, pero ese término es criticado por los opositores, quienes acusan a las autoridades de buscar recursos mediante la entrega de las valiosas selvas vírgenes de Tailandia a cambio de un poco de inversión extranjera.
"El concepto de ecoturismo es manipulado por el gobierno tailandés con el propósito de generar un negocio que destruirá los parques nacionales y las exuberantes selvas", denunció Chayant Pholphoke, profesor de Economía para el Desarrollo en la Universidad de Chiang Mai.
Chayant forma parte de un grupo de organizaciones no gubernamentales que se alinearon con Somsak y otro centenar de jóvenes karen para formar el Grupo de Protesta de Wat Chaan. "Queremos detener el proyecto para conservar nuestras casas, cultura y ambiente", declaró Somsak.
Hace cinco años, el mismo Somsak encabezó una protesta contra la Organización de la Industria Forestal, que elaboró un proyecto con apoyo finlandés para procesar y exportar los pinos de Wat Chaan. La iniciativa no prosperó.
Para los karen, ese proyecto hubiera representado un sacrilegio, pues sus tradiciones les prohíben cortar un árbol. "Los ancianos nos enseñan a pensar en el futuro de nuestros hijos, y si protegemos la selva siempre tendremos lluvia. Creemos que un espíritu de la selva nos protege", explicó Somsak.
Ahora, tienen al frente el desafío del ecoturismo, que se basa en la atracción de las tribus montañesas con ricas tradiciones culturales.
La Autoridad Turística de Chiang Mai confirmó que las 11 tribus existentes en la zona son clave para el desarrollo del turismo, el principal generador de ingresos para esta provincia, a la cual aportó 350 millones de dólares en 1997.
"A diferencia de las playas donde se establecen los complejos hoteleros, Chiang Mai ofrece a los visitantes una muestra de auténtica cultura tailandesa, y es por eso que los paseos por las montañas con las visitas a las tribus incluidas en el programa resultan tan populares", dijo un portavoz de la Autoridad Turística de Tailandia.
Muchos indígenas usan ropa de llamativos colores para contribuir a convertir a sus aldeas en centros de atracción turística. Los visitantes les compran telas y joyas, o les toman fotografías.
El gobierno considera que muchos de los proyectos turísticos vinculados a estas tribus tienen por objeto desarrollar el norte del país, con el objetivo de combatir el cultivo de opio, la tala ilegal y lograr que los grupos indígenas se integren a la sociedad tailandesa.
Pero Somsak teme que su aldea sea parte de un espectáculo degradante para su cultura y sus tradiciones. "No deseo ver este lugar convertido en un zoológico humano; si vamos a cambiar deberíamos hacerlo a nuestro modo", advirtió, y aseguró que allí no se cultiva opio.
Las autoridades admiten que las tribus deben ser consultadas antes de iniciar los proyectos, pero advierten que con frecuencia carecen de la preparación necesaria para negociar con las autoridades, porque hablan otro idioma y no entienden términos legales ni las consecuencias de inversiones millonarias.
Mientras, la Autoridad Turística de Tailandia se mantiene firme en la idea de que el ecoturismo es la solución para impulsar la industria turística. Adam Flinn, de la empresa Green Tours que opera en Wat Chaan, consideró que el problema surge cuando ese concepto no está bien entendido.
"El concepto puede ser utilizado por operadores turísticos para desarrollar proyectos depredadores. Debería determinarse de qué manera el ecoturismo es responsable por los daños al ambiente y a las tradiciones de las tribus en la zona", observó Flinn.
Los integrantes de las tribus "son perfectamente conscientes de que el mundo ha cambiado y no pueden seguir aislados en sus selvas", dijo Green, pero advirtió que el ecoturismo debería garantizarles "salud, empleo y medios que les permitan conservar sus tradiciones". (FIN/IPS/tra-en/sk/js/en-pr/98