(Arte y Cultura) PERU: El cine artesanal con "Dios tarda, pero no olvida"

El cineasta peruano Palito Ortega toca a la puerta, hasta ahora sin éxito, de los propietarios de salas de cine de Lima para exhibir su primer largometraje, una historia sobre la violencia política en la sierra, filmada en heroicas condiciones artesanales.

"Dios tarda, pero no olvida" narra la historia de Cirilo, un niño indígena que ve morir a sus padres, es explotado por sus parientes, vive marginado en las calles y al fin emigra a Lima, donde encuentra refugio al convertirse en monaguillo de una iglesia.

El filme es ingenuo y conmovedor pero reiterativo y simplista. Más interesante resulta la historia de su filmación y la de su guionista, camarógrafo, montajista y director, Palito Ortega, homónimo del ex cantante y actual aspirante a la presidencia de Argentina.

El Ortega peruano tiene 28 años, nació en Ayacucho, en la sierra de Perú, y se llama así porque su padre admiraba al argentino que hace 30 años recorrió América Latina como cantante nuevaolero.

Con una solitaria excepción, los intérpretes de su película carecen de experiencia y, por falta de recursos para pagar extras, Ortega aprovechó las imágenes de dos documentales suyos, uno sobre el drama de los desplazados por la violencia política y otro sobre un carnaval campesino.

Ortega fotografió casi toda la historia de su película con luz natural, empleó la cámara de video con la que se gana la vida filmando casamientos y fiestas infantiles, utilizó efectos especiales hechos a mano e improvisó una isla de edición construida con ingenio.

"Desde niño tuve la ilusión de hacer cine. Si esperaba la oportunidad de tener todos los recursos no lo hubiera hecho nunca, de modo que comencé con lo que tenía a mano, el video, que es mas económico y me permitió comenzar", dijo.

"Hay cientos de jóvenes que quieren hacer cine y no saben cómo empezar. Hacer cine en video cumple ese objetivo. Es cine, se ve como cine. 'Dios tarda, pero no olvida' es el primer largometraje hecho en video en Perú", expresa.

"Demoré dos años y no tuve financiamiento alguno. Fue difícil reunir a los actores para repetir algunas escenas, conseguir que pudieran desplazarse fuera de la ciudad hasta las zonas campesinas donde ocurren los hechos", comenta.

El filme "Dios tarda, pero no olvida" fue exhibido hace algunas semanas ante algunos periodistas en Lima, entre los cuales hubo generosos comentarios.

"Partiendo de una edición cuyo único recurso es el elemental corta y pega, más la belleza de los encuadres con la natural escenografía serrana, Ortega consigue algunos instantes de innegable belleza y escenas estremecedoras", dijo Mario Sifuentes, del diario El Comercio.

"Es una historia cruda, narrada con crudeza elemental, pero tierna a la vez, que recoge acontecimientos de la vida real en Ayacucho, que no dejan de conmover", sostuvo Signy Prieto, del matutino La República.

Pese a estos comentarios, "Dios tarda, pero no olvida" no consiguió superar la resistencia de los propietarios de salas cinematográficas, que objetan el bajo nivel técnico de la imagen de video y afirman que la historia de Cirilo, el niño desplazado, no interesará al público limeño.

Sin embargo, cuando en abril de 1997 se estrenó en la Sala Municipal de Ayacucho, ciudad de la sierra peruana que fue el foco de la insurgencia guerrillera del partido maoísta Sendero Luminoso, tuvo un éxito apoteósico y su exhibición se extendió durante siete semanas.

"Los ayacuchanos iban al cine al encuentro de su propia historia, a recordar el miedo y la angustia sin límites de aquellos años, cuando estaban amenazados por la violencia de los insurgentes y de las fuerzas de represión", comentó la periodista Beatriz Nieri.

Ortega aún no se resignó al rechazo de los exhibidores a difundir su obra, e insiste, con su película bajo el brazo insiste.

Le gustaría tener alguna ayuda para dar el salto técnico. "Sé que no lo hago mal, obtengo reacciones. Hay gente que llora después de ver mi película", dijo.

"Yo quisiera hacer cine de verdad, en 35 milímetros. Asistí al Encuentro de Cine Latinoamericano (que se celebró en Lima, en agosto) y me sentí mal, porque la calidad técnica de las películas que vi eran de primera. Mis historias pudieron dar mucho más, si hubiera tenido las mismas facilidades", concluyó.

Mientras busca salas cinematográficas en Lima que acepten exhibir su película, Ortega piensa en la próxima. Se llamará "Sangre inocente" y seguirá con el tema de la experiencia de su pueblo, Ayacucho, frente a la violencia política. (FIN/IPS/al/mj/cr ip/98

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