Una multitud de estudiantes colmó este mes las salas de conferencias durante la Bienal de Arquitectura de Quito y asisten en masa a las exposiciones relacionadas con la muestra, que concluirán el 11 de diciembre.
El entusiasmo de los futuros arquitectos pone de manifiesto que la arquitectura se ha revitalizado y va madurando espacios de encuentro y confrontación.
La parte académica de la XI Bienal, realizada del 16 al 20 de este mes en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, contó con figuras reconocidas en el mundo, como el suizo Mario Botta, el estadounidense James Polshek y el alemán Josef Kleihues.
Una ponencia del estadounidense Richard Meier se transmitió por teleconferencia.
Botta declaró al diario El Comercio que la arquitectura es un arte y debe tener valores intrínsecos que no necesitan demasiada explicación. "Cuando hay que explicar una obra es porque la gente no la entendió y eso significa que es incompleta", afirmó.
Entre los conferencistas estuvieron representantes de una generación más reciente de arquitectos europeos, estadounidenses y asiáticos, a los que se sumó el ya habitual contingente de profesionales latinoamericanos, que constituye el sello de identidad de esta bienal.
La Bienal de Arquitectura de Quito, que en esta ocasión contó con una importante participación mexicana, en sus inicios fue una propuesta limitada a la región andina, pero luego amplió su alcance.
En sus últimas cinco ediciones ha conseguido proyectarse y consolidarse como un certamen profesional y cultural de relevancia continental.
En los concursos de las últimas ediciones, convocados a nivel panamericano, se ha premiado a trabajos muy diversos, todos de alta calidad, según los expertos.
En 1994, se premió al Centro Aeroespacial en Virginia, de la firma estadounidense de Mitchell-Guirgola, un edificio con una sofisticación tecnológica acorde con su medio y las actividades que alberga.
En 1996, el Gran Premio Internacional recayó en la Biblioteca Bolivariana en Medellín, del colombiano Javier Vera, una vigorosa intervención a escala urbana de impecable resolución formal.
Este año, el Gran Premio Internacional en la categoría de diseño arquitectónico fue para la Casa Lago Pirihueico, de los chilenos Mirene Elton y Mauricio Leniz, un trabajo de escala pequeña, una vivienda en un entorno lacustre y de bosques, construida pulcramente con los recursos disponibles en el lugar.
El catálogo de la bienal de Quito se va constituyendo así en un reflejo de diversas maneras de hacer arquitectura contemporánea de calidad, sensible a la realidad de cada entorno.
Otros trabajos premiados en esta oportunidad fueron el Parque Central Bavaria en Bogotá, en diseño urbano, el teatro Polytheama, en Sao Paulo, en rehabilitación, y el Museo de la Ciudad en Quito.
La bienal incorporó la premiación de libros y revistas especializados, y un concurso de trabajos estudiantiles. Tanto la muestra de trabajos enviados a confrontación, como una serie de muestras paralelas, serán expuestas hasta el 11 de diciembre en la Universidad Católica. (FIN/IPS/jm-gm/ag/cr/98