Al comienzo, las historias no difieren mucho del primer párrafo de las fotonovelas con las que algunas de ellas matan el tiempo: "Lo conocí en un gimnasio… !Todo parecía tan emocionante!". Pero el desenlace es muchas veces un expediente judicial o alguna confesión a gritos.
Son el primer y último eslabón de la cadena de tráfico sexual de latinoamericanas, un fenómeno en ascenso, regido por las leyes de la oferta y la demanda, en el que dominicanas y colombianas, brasileñas y uruguayas, ocupan los primeros lugares de estadísticas que esconden dolorosos dramas sociales y personales.
El tráfico de latinoamericanas y caribeñas ha temido un "aumento explosivo", según la Comisión Europea.
El tráfico sexual en Europa envuelve entre 200.000 y 500.000 mujeres, procedentes, por su orden, de América Latina, Africa, Asia y Europa oriental, de acuerdo con una investigación de junio de 1996 citada por la Comisaria europea de Justicia y Migración, Anita Gradin.
Sólo en Holanda, las víctimas aumentan cada año entre 2.000 y 3.000, de las cuales, en Amsterdam, por lo menos 100 denuncian que fueron llevadas a la prostitución por engaño o coacción.
En el puerto de Rotterdam, donde hay 275 casas dedicadas al sexo, los datos oscilan entre 750 y 2.500 víctimas, según diversas fuentes.
Los asuntos relacionados con el tráfico de mujeres mueven en Europa unos 7.000 millones de dólares anuales, de acuerdo con cálculos de la Organización Internacional para las Migraciones.
En Colombia, el fenómeno del narcotráfico está íntimamente ligado al aumento de la prostitución femenina. El gancho es "llevar un paquete" con supuestas ganancias millonarias a alto riesgo pero "fácil" y sobre todo rápido.
"Lo conocí en un gimnasio. Los dos hacíamos la misma rutina antes de ir a clases en la universidad. Todo parecía tan emocionante. El se veía desinteresado y me ofrecía la posibilidad de reencontrarme en España con Manuel, un ex novio", dijo a IPS Mariana, una joven bogotana que se salvó de engrosar las cifras de la prostitución forzada.
El plan consistía en que Mariana dijera en su casa que se había ganado un billete de avión en una rifa. Debía "hacer el favor de llevar unos documentos, algo que, de paso, era una aventura".
"Le conté a una amiga, porque no me aguanté las ganas y, ella fue la que me salvó", dijo Mariana.
La víspera del anunciado viaje, la amiga puso en alerta a la madre de Mariana, que pidió ayuda a la Fiscalía. Las autoridades montaron un operativo que condujo a desvelar una red de "tráfico de blancas" a Europa.
El destino de Mariana hubiera podido ser el de Patricia, otra colombiana de 28 años que trabaja en la prostitución en Holanda. Patricia contó episodios de su desesperanzada vida a las autoras del libro "No pensé que eso me fuera a pasar".
"Ya he vivido demasiado, he conocido de todo y no tengo nada que perder. Yo no tengo futuro, tuve dos posibilidades, las que tienen todas las colombianas, estar con el narcotráfico o ser puta, y me quedé con la segunda y ahí estoy, jodida", testimonia Patricia.
El libro es el resultado de una detallada investigación sobre el tráfico sexual entre América Latina y Europa, con énfasis en la conexión Colombia-Holanda, y fue escrito por Fanny Polanía y Marie- Louise Janssen.
Rico en testimonios y fotografías que permiten una visión panorámica del problema , la obra – editada por la Fundación Esperanza- aborda el asunto desde la óptica de las víctimas y de profesionales, empresarios, autoridades y defensoras de los derechos humanos.
S. Visser, de la Fundación Mr A. De Graaf, defiende en el libro la despenalización de la prostitución, para incorporarla así al derecho laboral "y llegar a considerarla una rama más de la industria del sexo".
"Existe, en cualquier caso, un mercado para las mujeres extranjeras en la prostitución. No hay suficientes mujeres dispuestas en Holanda y el resto de Europa para cubrir la demanda", dice Visser.
Otro es el matiz y la intensidad de Margot Alvarez, una de las mujeres entrevistadas por Polanía y Janssesn.
Alvarez ejerció la prostitución durante 11 años, al cabo de los cuales se retiró para trabajar en una organización que defiende los derechos de las trabajadoras sexuales en Holanda.
Ella habló sobre la condición clandestina de la mayoría de las prostitutas. "Si mi padre se entera, le va a dar un ataque al corazón. Hasta las mujeres que han dejado la prostitución hace más de 20 años siguen luchando con este problema: vivir con un secreto", observó Alvarez.
La española María Torres, asistente social del Proyecto Prostitución, en el Centro de Salud de la municipalidad de La Haya, encargada de atender a las mujeres hispanas, advierte que la actitud hacia las prostitutas que acuden en busca de ayuda debe ser positiva.
"No creo que haya que considerarlas únicamente como víctimas. Las mujeres que acuden aquí son muy fuertes. Se atrevieron a coger sus maletas así no más para irse de su país. A estas mujeres no hay que tratarlas como a unas pobrecitas", dice.
Lin Lap-Chew, de Singapur, promotora de la Alianza Global contra el tráfico de Mujeres, señala las particularidades culturales de los grupos de mujeres que ejercen la prostitución en Europa.
A su juicio, no es sólo como un problema Norte-Sur (abastecimiento de materia prima del Sur al Norte), sino de rico- pobre en cada región de origen.
Es importante el trabajo preventivo en los países de procedencia de las mujeres, dice Lin, coautora del reporte sobre el tema para la Organización de las Naciones Unidas en 1997.
Al respecto, indica que la promoción cada vez mayor del turismo sexual es una puerta al tráfico de mujeres.
Lin recuerda que la publicidad del turismo sexual empezó en 1982 y, según una investigación en la que participó, en los países de origen de las mujeres, el crecimiento de la prostitución es de tal magnitud que las agencias de viajes ni siquiera tenían que promocionar la venta de pasajes aéreos.
El turismo sexual fue, precisamente , el tema de una conferencia realizada a mediados de este año en Kingston, cuya organización estuvo a cargo del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA), la Asociación Caribeña para la Investigación y la Acción Feminista, y el Departamento de Estudios sobre la Mujer de la Universidad de Colorado.
El foro, parte del proyecto Turismo y Trabajo Sexual en el Caribe, tenía entre sus propósitos sistematizar información a partir de la selección de ocho casos en otros tantos países: Jamaica, Guyana, Bélice, Barbados, Colombia, Curazao, República Dominicana y Suriname.
Entre los puntos en común encontrados a partir de la comparación de los estudios de caso, Cyndi Mellon, del equipo de ILSA, reseñó la falta de oportunidades económicas y laborales y la necesidad de emigrar para encontrar trabajo.
También identificó la falta de protección, abusos de las autoridades de los países receptores y problemas de salud y el riesgo de contraer el sida.
Además, condiciones de explotación e inseguridad en el trabajo, discriminación y falta de oportunidad de plena participación en la sociedad civil.
Las publicaciones de la Fundación Esperanza, que también a mediados de este año realizó varios talleres regionales en Colombia para analizar el problema del tráfico y la prostitución de mujeres, y las investigaciones presentadas al foro de Kingston e informes especiales de prensa, demuestran que el problema ha adquirido grandes dimensiones.
A veces, los anuncios con que las redes mundiales del traficantes tiran el anzuelo para pescar ingenuas o ambiciosas son muy atractivos para quienes quieren subir rápidamente y con poco esfuerzo.
Algunos avisos son velados y otros dan rodeos, como el que apareció en el Diario El País, de Cali, ciudad de reclutamiento de muchas de las emigrantes: "Deseas viajar: cualquier país. Asesoramos contratos Estocolmo, comida y vivienda".
Otros son directos y sin ambages: Solicito personal femenino para acompañar extranjeros, altos ingresos".
La terminología varía según los países, pero las consecuencias no difieren mucho. Con frecuencia, las fantasías no alcanzan a alimentarse más de lo que dura un vuelo Bogotá-Francfort o Santo Domingo-Madrid.
El retorno es incierto y muchas veces improbable. Algunas mujeres intentan recuperar un sitio con sus familiares, pero las seguridades que ellas mismas dan sobre su éxito en Europa y el dinero que han girado, que parece confirmarlo, las enredan en sus engaños. Tal vez todos prefieren hacer la vista gorda. (FIN/IPS/mig/ff/pr/98