Miles de centroamericanos abandonaron el fin de semana los refugios para reiniciar sus vidas y reconstruir sus hogares tras el paso del huracán Mitch, en medio del peligro de epidemia y la falta de alimentos.
La mayoría de ellos no tiene a dónde regresar. Muchas poblaciones en Honduras, Nicaragua y El Salvador, fueron barridas por el agua.
Solo en Honduras, el país más afectado por el paso del huracán Mitch hace ya una semana, se calcula que el número de damnificados llega a dos millones de personas que perdieron todo lo que tenían.
Miles perdieron también su empleo, porque la destrucción fue tal que desaparecieron las fuentes de trabajo. Eso ocurrió en Honduras con las plantaciones de banano de transnacionales estadounidenses que, ante las pérdidas, despidieron a 10.000 trabajadores.
En el caso del café, ese país perdió 90 por ciento de su cosecha, informó el vicecanciller Amílcar Santamaría.
En El Salvador, Mauricio Ferrer, director del Comité de Emergencia Nacional, dijo que cuatro albergues temporales fueron clausurados porque los refugiados decidieron regresar a sus lugares de origen.
Este regreso entraña riesgos porque habrá contacto de la población con tierra contaminada, lo cual podría aumentar enfermedades de la piel, explicó el jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud, Santiago Almeida.
El funcionario precisó que aún se trabaja en el entierro o incineración de animales silvestres muertos durante las inundaciones. "En el material descompuesto los insectos ponen huevos, y eso puede ser otro factor de riesgo para las epidemias", agregó.
El Salvador pidió ayuda sanitaria a varias agencias internacionales de cooperación para controlar la situación.
El Director General de Salud, Carlos Rosales, aseguró el sábado que en una semana las brigadas de salud habían atendido 50.000 consultas, y que las medicinas para aliviar problemas de conjuntivitis e infecciones dermatológicas comenzaban a escasear.
Honduras y Nicaragua declararon alerta el sábado ante el peligro de epidemias ocasionadas por la descomposición de cientos de cadáveres de seres humanos y animales en las zonas más devastadas por el huracán.
El peligro de epidemias aumenta también por el hacinamiento y la falta de agua potable.
Las enfermedades que ya están aumentando su incidencia en la población de los países afectados son la malaria, el dengue hemorrágico, diarreas, cólera, leptospirosis, hongos, hepatitis, conjuntivitis y paludismo, entre otras.
Elliet Girón, viceministra de Riesgos Poblacionales de Honduras, aseguró el viernes que se habían atendido hasta entonces 7.000 casos de afecciones respiratorias agudas, 627 de bronconeumonía, 4.300 de diarreas, 7.700 de problemas de piel y casi 1.500 de conjuntivitis.
Costa Rica, que solo sufrió los efectos indirectos del paso del huracán, también teme que la situación de sus vecinos afecte sus condiciones sanitarias.
Según informes de ese país, las autoridades migratorias, la Cruz Roja y hospitales locales temen el ingreso de miles de nicaragüenses en busca de medicinas, vivienda y trabajo.
Fuentes oficiales, incluso, comentaron la posibilidad de que 100.000 nicaragüenses emprendan viaje a Costa Rica, tomando en cuenta que está por comenzar la cosecha de café, cítricos y azúcar.
Se calcula que en Costa Rica residen y trabajan cerca de 500.000 nicaragüenses, la mayoría indocumentados, lo que ha traído permanentes roces entre los dos gobiernos. (FIN/IPS/mso/mj/dv/98