Tras la IV Reunión de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP IV), una nueva bolsa de valores puede surgir a nivel planetario: la del aire.
La COP IV, que tuvo lugar durante dos semanas y hasta el sábado último en Buenos Aires, sólo desembocó en un modesto plan de acción que permitirá concretar algo más los objetivos delineados en el Protocolo de Kyoto de 1997.
Portavoces de los principales grupos de países que intervinieron en la conferencia manifestaron su satisfacción por haber llegado a un acuerdo, pero los comentaristas presentes en la capital argentina observaron que en realidad lo convenido en la COP IV no representa un avance significativo respecto al documento adoptado en la ciudad japonesa el año anterior.
La reunión de Buenos Aires sirvió sobre todo para constatar las divisiones imperantes entre los distintos bloques en cuanto al control de las emisiones de gases con efecto invernadero y para poner límites a las pretensiones de Estados Unidos de llevar al extremo mecanismos de "flexibilidad" adoptados en Kyoto.
Esos mecanismos, votados especialmente para que Washington se sumara al acuerdo, apuntaban a permitir a los países industrializados reducir sus niveles de contaminación.
En las discusiones de Buenos Aires se constató una notoria brecha Norte-Sur, pero también enfrentamientos al interior de los países industrializados y entre las 133 naciones pertenecientes al Grupo de los 77 (G-77) más China.
Entre los países del Norte, la Unión Europea (UE) puso énfasis en la necesidad de controles férreos sobre las reducciones de emisiones en el propio mundo industrializado, responsable de tres cuartas partes de la contaminación registrada en el planeta hasta 1990.
Por su lado, Estados Unidos, y también Japón y Canadá, manifestaron que debían exigirse esfuerzos similares a los países en vías de desarrollo.
En el G-77 la gran mayoría se alineó detrás de China, India y Brasil, para los cuales el costo de la descontaminación debe correr por cuenta del Norte.
No obstante, países como Argentina, Chile, México y Panamá hicieron hincapié en la necesidad de "esfuerzos conjuntos", aunque diferenciados, apuntando sobre todo a la "búsqueda de mecanismos de mercado que permitan corregir" los "desarreglos ambientales" causados en las últimas décadas.
Así lo resumió la presidenta de la conferencia, María Julia Alsogaray, secretaria de Recursos Naturales de Argentina, quien fue señalada como una de las artífices del "plan de acción" adoptado en Buenos Aires el sábado 14.
Ese plan, a través de metas más o menos concretas, permitirá esencialmente la constitución de una nueva corriente de intercambio comercial Norte-Norte y Norte-Sur, con la originalidad de que lo que se negociará serán derechos de emisión de sustancias contaminantes.
Para ello se implementará un mercado entre países industrializados y otro en el que podrán intervenir las naciones en vías de desarrollo. En el primero el "vendedor" será el que haya sobrepasado su cuota de reducción de emisiones establecida en Kyoto y el "comprador" el que no haya llegado a ella.
En el segundo mercado, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) permitirá a países del Norte "descontar" parcialmente sus cuotas de reducción de emisión de gases con efecto invernadero transfiriendo teconologías limpias a países del Sur, de manera que éstos implementen proyectos para prevenir la contaminación.
Argentina y otros países del Sur semiindustrializados pretenden formar parte también del primer mercado y reclaman ser tratados en pie de igualdad con los "grandes".
Los diputados "verdes" en el Parlamento Europeo dijeron en la COP IV que la implementación de los "mecanismos de flexibilidad" del Protocolo de Kyoto supondrá "una verdadera privatización del aire y los recursos naturales' y admitieron que "ya es tarde para frenar ese proceso".
Pero señalaron la necesidad de ser vigilantes para que el MDL y el comercio de emisiones no sean "desviados de sus fines y se conviertan en un sistema que permita a ciertos países industrializados no hacer nada en casa y trasladar las obligaciones hacia terceros".
Un miembro de la organización ambientalista internacional Greenpeace dijo que el MDL podría "hacer pasar como un proyecto descontaminante la instalación en un país del Tercer Mundo de una planta de carbón con tecnología limpia ofrecida por un país del Norte en el marco de los mecanismos de flexibilidad".
"El país industrializado estaría 'descontando' emisiones, pero en realidad no se habrían producido reducciones, ya que el del Norte no habría hecho ninguna y el del Sur habría instalado una fábrica menos contaminante que en caso de que hubiera empleado tecnología sucia pero contaminante al fin", indicó.
Ejemplos como ese son los que la Unión Europea y la mayoría del G-77 pretendieron evitar que se produzcan cuando en Buenos Aires presionaron, y obtuvieron, que el recurso al MDL y al comercio de emisiones sea limitado y no remplace las obligaciones domésticas de los países industrializados.
Un sector de firmas latinoamericanas agrupadas en el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sustentable destacaron los beneficios que puede representar el MDL para los países del área.
Estos no serían sólo económicos, por las inversiones y la transferencia de tecnologías que se captarían, sino también por el impulso dado a un "modelo de desarrollo limpio, no contaminante".
La mayor parte de esas empresas opera en sectores que aspiran recibir inversiones directas de los países del Norte, como el forestal o el agropecuario.
Y algunas de ellas, como la argentina Pérez Companc, tienen intereses en áreas que se verán obligadas a operar muy onerosas transformaciones para producir con tecnologías limpias, como la petrolera.
Los movimientos "verdes" observan que las resistencias de diferentes grupos de presión de los países industrializados a la aplicación concreta del Protocolo de Kyoto serán grandes.
Dándoles de hecho la razón, Connie Holmes, representante de la Coalición Global del Clima, que agrupa a corporaciones empresariales de Estados Unidos, llegó a decir en Buenos Aires que 'no existen pruebas científicas de que las actividades humanas afecten el clima global".
La Coalición reúne a grandes firmas del sector energético, minero, petrolero, el carbón y los transportes, como Exxon, Chrysler, General Motors y Ford.
En la COP IV, científicos integrantes del Panel Gubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) desmintieron a Holmes, al destacar cómo las actividades industriales o agrícolas que permitieron el desarrollo de los países del Norte causaron graves distorsiones climáticas.
Entre ellas, por ejemplo, el aumento del nivel del mar, que ha afectado en primer lugar a las poblaciones marginales que viven en las zonas costeras de los países del Sur en desarrollo.
Los científicos del IPCC alertaron que de no fijarse controles a las actividades contaminantes en sólo 40 años se llegará a un "límite ecológico" superado el cual se producirán "catástrofes irreversibles".
"En los últimos años se ha notado una tendencia al incremento de emisiones y en ese aumento la responsabilidad de Estados Unidos es innegable", señaló por su lado Roque Pedace, del grupo ecologista Amigos de la Tierra.
Un documento de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico difundido en Buenos Aires destaca que entre 1990 y 1996 las emisiones de gases con efecto invernadero de Estados Unidos aumentaron nueve por ciento.
Ese país sigue siendo de lejos el más contaminante (una cuarta parte del total mundial), pero también hay países del Sur, como China o Corea del Sur, en el pelotón de vanguardia de los generadores de emisiones de dióxido de carbono.
De hecho, hacia el año 2020 se estima que la mayor parte de las emisiones de gases con efecto invernadero provendrán del Sur.
El abandono de los combustibles fósiles como el carbón y el petróleo es señalado por los especialistas como una de las claves para lograr una sustancial raducción de las emisiones.
Pero el costo que requiere la transición hacia el uso de energías más limpias es muy elevado y no puede ser asumido por algunos países.
"Los mecanismos de flexibilidad previstos en Kyoto pueden ser una forma de ayudarlos a que se transformen (…) pero otra es que el Norte asuma totalmente por su cuenta el costo de un modelo de desarrollo que pregonó", dijo un representante del Partido Verde de Italia. (FIN/IPS/dg/ag/en-ip-pr/98