AGRICULTURA: Transgénicos, ¿una disputa ambiental o comercial?

Europa promueve campañas contra alimentos transgénicos porque van en contra de los intereses de su agricultura nada competitiva, basada en subsidios y agrotóxicos, y de su industria química, según el responsable brasileño de bioseguridad.

Europa, con fuertes excedentes agrícolas y como gran exportadora de insumos químicos, no está interesada en el desarrollo de la ingeniería genética en favor de una agricultura más productiva, afirmó Luis Antonio Barreto de Castro, presidente de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio).

La alegada preocupación ambiental, en la resistencia a la soja y otros granos transgénicos, puede estar encubriendo una disputa por mercados, advirtió el biotecnólogo brasileño.

Se trata también de razones comerciales, más que ambientales, que amenazan trabar en Brasil la siembra de la soja genéticamente modificada por la transnacional estadounidense Monsanto, ya autorizada por la CTNBio.

Japón, que absorbe un tercio de las exportaciones brasileñas de soja, quiere importar el grano convencional, no el transgénico, comprobó el ministro de Agricultura, Francisco Turra, en visita al país asiático a principios de este mes.

Ante las resistencias también en Europa, otra gran importadora de soja, el ministro regresó de Japón con dudas sobre autorizar la siembra en escala comercial de la soja resistente al herbicida Round-up, un producto también de Monsanto. La pérdida de mercados puede anular el avance en productividad y la reducción de costos.

El no gubernamental Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC) se opone por "no estar convencido de que haya habido una evaluación adecuada de los riesgos ambientales y de salud", dijo Sezifredo Paz, asesor técnico del organismo.

Falta un estudio de impacto ambiental tanto de la soja modificada como del mayor uso del herbicida, "en las condiciones locales y no del exterior", arguyó Paz.

El IDEC defiende también que los productos derivados de vegetales transgénicos, importados o nacionales, tengan rótulos con todas las informaciones a que tiene derecho el consumidor, sobre origen, insumos y efectos que pueden provocar.

Por considerar que el CTNBio presta poca atención a esos derechos del consumidor, el IDEC renunció al asiento que tenía en la Comisión vinculada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, encargada de cuidar la seguridad biológica.

Otra organización de defensa del consumidor, el Procon de Par, un estado del norte del país, se mantuvo en la Comisión y fue el único que votó contra la autorización de la siembra de la soja de Monsanto.

Es el rechazo "no de gobiernos sino de los consumidores", un movimiento fuerte en Europa y creciente en otras partes, incluso en Brasil, que puede impedir la expansión de los cultivos transgénicos, según Paz.

El IDEC logró, en un fallo preliminar de la justicia en Sao Paulo, impedir temporalmente la siembra de la soja transgénica, mientras no se realice el estudio de impacto ambiental.

Barreto de Castro aseguró que "no hay ningún riesgo ni ambiental ni para la salud humana", la ingeniería genética aplicada no modificó características nutricionales de la soja, y se comprobó ausencia de efectos alérgicos adicionales.

El experto lamentó que el debate se haya iniciado por la soja de Monsanto, que resiste a un herbicida, es decir facilita el uso de un veneno agrícola, "un aspecto antipático" que se emplea para atacar a toda la biotecnología.

Pero previó una futura convergencia de la agricultura "que utiliza recursos biológicos, en lugar de los químicos", y el movimiento ambientalista.

Dentro de poco tiempo habrá plantas modificadas genéticamente para resistir a insectos, lo que reducirá drásticamente el uso de insecticidas, beneficiando el ambiente, indicó. Los venenos para controlar plagas de insectos representan hoy un mercado mundial de 10.000 millones de dólares, destacó.

En cuanto a los consumidores, dijo que en el futuro habrá un sector que demande alimentos orgánicos, sin agrotóxicos ni transgénicos, y otro, "probablemente más amplio", que aceptará la innovación.

"La ingeniera genética no tiene vuelta", se impone como un avance positivo, sentenció Barreto de Castro, recordando que ya está presente en más de 30 millones de hectáreas sembradas. Estados Unidos y Argentina cultivan soja transgénica en gran escala y Brasil, si no lo hace, perderá competitividad, concluyó. (FIN/IPS/mo/ag/en-if/98

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