Los dos partidos tradicionales de Venezuela hacen agua en la recta final de la campaña hacia las elecciones presidenciales de diciembre, ante el fuerte favoritismo del ex comandante golpista Hugo Chávez y el surgimiento del empresario independiente Henrique Salas como su principal oponente.
Tratando de "parar a Chávez" a como dé lugar, dirigentes de Accion Democrática (AD, socialdemócrata) y Copei (socialcristiano) claman esta semana porque se autorice a la militancia sufragar por Salas el 6 de diciembre.
Eso significaría dejar en la orfandad a las candidaturas de Luis Alfaro, por años poderoso caudillo de AD y ahora su candidato presidencial, y a Irene Sáez, postulada por Copei y otras fuerzas tras brillar como independiente y exitosa alcaldesa de un municipio de Caracas.
La clave está en la bajos adhesión que Alfaro y Sáez concitan en las últimas encuestas y el escaso entusiasmo que acompaña sus apariciones públicas. Mientras, Chávez conserva alrededor de 40 por ciento de las intenciones de voto y los sondeos dan a Salas cerca del 30 por ciento.
La encuesta mensual de la firma Datanálisis, difundida el miércoles, fue lo que puso en la calle el movimiento rebelde de altos dirigentes de las dos fuerzas que dominaron la escena en los 40 años de democracia venezolana y concentran ahora el rechazo mayoritario de la población al agotado modelo político.
El sondeo mostró la caída en barrena de Sáez, con 7,8 por ciento de las intenciones de voto (tuvo encima de 40 por ciento en 1997), mientras Alfaro apenas alcanzó 8,2 por ciento.
Este jueves trascendió que en AD, ocho dirigentes nacionales, dos de los cuales buscaron sin éxito la presidencia 10 y 20 años atrás, Octavio Lepage y Luis Piñerúa, enviaron una carta al Comité Ejecutivo Nacional demandando la revisión de la candidatura de Alfaro.
Lepage fue más allá cuando la plana mayor de AD rindió hace diez días un homenaje al fundador del partido, el ex presidente Rómulo Betancourt fallecido en 1981. "Ante esta tumba no puedo mentir. Las elecciones presidenciales están perdidas", dijo Lepage mirando a Alfaro.
El dirigente de la campaña nacional de AD, Carmelo Lauria, no dudó en acusar a los firmantes de la carta de traidores e irresponsables. "Nos estamos jugando la vida" en las elecciones presidenciales, sostuvo.
También dijo que el pronunciamiento es "una estocada artera" contra "los 23 hombres que están luchando a brazo partido por ganar las gobernaciones de los estados y los 300 aspirantes al Congreso". AD espera tener una buena figuración en esas elecciones, que se celebrarán en noviembre.
Además de constatar que Alfaro, un político profesional de 76 años que por primera vez es candidato, no despierta emociones entre un electorado joven, se asegura que aspirantes de AD a cargos en las elecciones regionales de noviembre tratan de no aparecer con él en público para no mermar su respaldo.
El presidente de AD, Carlos Canache, replicó este jueves que la candidatura de Alfaro "es irreversible", pero también dijo que no se sancionará a los rebeldes.
En el lado de Copei, también se viven días muy difíciles, luego que dos destacados parlamentarios, Nelson Chitty y Gustavo Tarre, plantearon la conveniencia de pasar de la candidatura de Sáez a la de Salas.
La dirección nacional del partido discutió el punto y reiteró su opción por Sáez, de 37 años, Miss Universo en 1981. Pero este miércoles, otro dirigente, el ex canciller y ex ministro de Energía, Humberto Calderón, replanteó la cuestión de la "libertad de conciencia" para poder votar por Salas.
Calderón, candidato de Copei a gobernador en el estado petrolero de Anzoátegui (oriente), fue pasado al tribunal disciplinario de inmediato pero este jueves reiteró su tesis. "Ante el peligro populista de Chávez, debemos apoyar a Salas", dijo.
La divulgación de que líderes aquilatados de AD y Copei ven perdidas las candidaturas de sus organizaciones es una estocada fatal para los aspirantes, en este país donde repetidamente ha funcionado la "economía del voto".
Pero, además, es un golpe para los planes acariciados por dirigentes de AD y de Copei, y expresados por Sáez: que las elecciones regionales de noviembre funcionasen como primarias, de modo que el mejor situado entre los dos partidos recibiera el respaldo del otro en las presidenciales de diciembre.
En su lugar, puede producirse ahora un desmadejamiento de las fórmulas de uno y otro partido en beneficio de Salas, de 62 años, quien ascendió sin comprometerse con partido alguno y buscará eludir nuevos pactos tras su éxito como independiente.
Los partidos que transformaron la democracia venezolana en "una partidocracia clientelar", según sus críticos, se encontrarían entonces en situación de que su electorado migre sin su dirección y, por lo tanto, sin capacidad para obtener contraprestaciones.
El ascenso de Salas también perjudica a Chávez más allá de la simple cuenta numérica, pues el ex teniente coronel de 44 años, que en 1992 intentó tomar el poder como líder de una cruenta sublevación militar, apuntaló su popularidad inicial con un sostenido discurso antipartido y antiparlamento.
Para Chávez sería mejor si el oponente más cercano fuese el candidato de uno o más partidos tradicionales, pues así su rival encarnaría las críticas que millones de sus compatriotas hacen al desempeño de los partidos en 40 años de democracia.
En cambio, el surgimiento de Salas, quien se confiesa simpatizante de medidas como el "fujimorazo", la disolución en abril de 1992 de los poderes legislativo y judicial de Perú a manos del presidente Alberto Fujimori, polariza la lucha electoral entre dos fórmulas suprapartidistas.
Así, bajaría aún más la popularidad del bipartidismo, que en los comicios de hace cinco años fueron vencidos por una fórmula suprapartista, la del actual presidente Rafael Caldera, quien abandonó Copei, el partido que fundó en 1946, para triunfar como independiente.
Además, desde febrero los dos partidos no podrían mantener su peso indirecto en los poderes públicos como en la práctica sucedió con Caldera, cuya gobernabilidad fue facilitada sobre todo por AD, ante la minoritaria fuerza del oficialismo en el Congreso. (FIN/IPS/jz/mj/ip/98
