El Cristo Negro de Portobelo continúa siendo venerado en Panamá, 340 años después del primer milagro que se le atribuye, por millares de personas humildes que no reparan sacrificios para agradecerle su divina protección.
Al igual que todos los años, los pobladores de la colonial ciudad de Portobelo, ubicada a unos 120 kilómetros de esta capital y sobre el litoral Atlántico, realizaron una singular procesión que culminó a las 05.30 GMT de este jueves en la iglesia del lugar.
Los alrededor de 7.000 habitantes de esa ciudad, junto a otras 20.000 personas procedentes de todas partes del país, cargaron en andas al Cristo Negro por las principales calles del poblado dando dos pasos hacia adelante y una hacia atrás.
Esta tradición data del 21 de octubre de 1658, cuando los habitantes pobres y esclavos de Portobelo y sus arrabales pasearon por primera vez al Cristo Negro que se encontraba en la iglesia del lugar para pedirle que los salvara de una mortal epidemia de cólera.
Meses antes, unos pescadores habían donado el Cristo Negro a la iglesia del lugar tras rescatarlo del mar donde había caído de un barco español que lo transportaba hacia Cartagena de Indias en medio de una tormenta.
El Cristo Negro de Portobelo, a quien sus devotos llaman "el Naza", no está clavado a la cruz, como ocurre con Jesucristo.
Cuenta la leyenda que los desafortunados habitantes del pueblo se encontraban tan débiles a causa del cólera que, por cada dos pasos que avanzaban, debian retroceder otro para recuperar el equilibio y continuar la penosa marcha.
Cuando los marchantes terminaron la procesión, al igual que los niños y ancianos que habían quedado postrados en sus residencias, comenzaron a recuperarse y en pocas horas se acabó la peste de cólera, según la leyenda.
"El nazareno me dijo que ayudara a mis amigos. Con Sorolo, con Lamerito y Tuñón, voy pa' Portobelo a cargar el Negrón", señaló en una de sus célebres canciones el fallecido cantante puertorriqueño Ismael Rivera, a quien el Cristo Negro le otorgó un milagro hace más de 30 años.
Rivera acudía todos los años a Portobelo para agradecer al Cristo Negro haberlo apartado del mundo de las drogas, por culpa de las cuales, incluso, estuvo encarcelado en su país.
Esa canción repica en casi todas las casas de Portobelo durante la procesión del 21 de octubre.
En los días previos a la singular procesión, millares de fieles procedentes de todas partes del país arriban a Portobelo ataviados con túnicas moradas y en muchos casos cargando una cruz sobre su espalda, "para pagar una manda (promesa) por un milagro otorgado".
Se estima que unas 100.000 personas acuden a Portobelo en los días previos a la procesión para cumplir con sus "mandas", por simple curiosidad o en plan turístico a la histórica ciudad, donde se encuentra un fuerte, la remodelada aduana del lugar y otros edificios de la época colonial.
La tarde del martes, los fieles que se encontraban dentro de la iglesia quedaron conmovidos cuando caminando con sus rodillas y manos hizo su aparición Eliecer Castillo, un devoto del Cristo Negro, cargando sobre su espalda doce velas ardiendo.
"El Nazareno me salvó de perder la mano que me la iban a cortar a causa de un accidente", afirmó Castillo, quien recorre a pie desde hace ocho años 135 kilómetros desde la ciudad de Arraijan, donde reside, hasta Portobelo para agradecer el milagro.
Otros caminan de rodillas, sobre los codos o se arrastran los 200 metros previos a la sede de la iglesia donde se encuentra el santo para entregarle dinero, joyas y otros valores en señal de agradecimiento.
Pero en el sitio donde se encuentra el santo también aparecen ganzúas y otras herramientas usadas para delinquir, así como paquetes de marihuana, cocaína y otros estupefacientes que cierto sector de la población marginal del país acostumbra dar al Cristo Negro.
Bajo torrenciales lluvias, frío nocturno y sorteando el peligro de caminar por el borde de una estrecha carretera por donde pasan diariamente alrededor de 50.000 vehículos, los devotos caminantes viajan en una caravana intermitente a su encuentro con el Nazareno.
Mientras que Abdiel, un capitalino que hace 11 años le rinde tributo al Cristo Negro de Portobelo, dijo que "el Nazareno es muy milagroso". "La 'manda' la pago por la salud de mis hijos", agregó.
El párroco de la iglesia de San Felipe de Portobelo, Antonio Onega, afirmó que la procesión que se realiza todos los años "fue una promesa que le hicieron a Cristo los habitantes de la ciudad por haberlos salvado de la epidemia" de cólera de 1658.
Sin embargo, se quejó que con el transcurrir de los años "los intereses económicos han armado todo un tinglado de bailes y fiestas populares" en Portobelo, lo cual, a su juicio, "no tiene nada que ver con la devoción al Cristo Negro".
Portobelo, fundada por los españoles en 1597, cumplió una misión estratégica como puerto de embarque del oro y la plata llevadas desde Alto Perú hacia España a través del istmo de Panamá, así como de mercado de esclavos para toda la región del Caribe.
Y aunque las actuales demostraciones de veneración no son tan dramáticas como la de 1658, también tienen su origen en la pobreza, la discriminación y el racismo que, al igual que en aquella época, sufren sectores marginales del país. (FIN/IPS/sh/mj/cr/98